Caso Milani: Un olvido increíble hace crecer las sospechas
Anteayer, en el post Caso Milani: Inflar, desinflar, sopesar y admirar comenté que Horacio Verbitsky había enviado «a su ladero para tareas sucias, Raúl Kollmann, a entrevistar al propio Milani; que «la defensa que ensayó Milani me resultó decepcionante» y que Verbisky me había sorprendido con «su pedido a Milani de que dé un paso al costado», lo que me había recordado el título de una comedia, «Hoy te inflo, mañana te desinflo».
Comencé el post de ayer (Caso Milani: Ante el cambio de posición del CELS, Cristina pospuso el tratamiento de los ascensos hasta después de las elecciones) con una frase que hoy se reveló falsa: «Milani ocultó que él fue el oficial instructor de la supuesta deserción del soldado Ledo».
Hete aqui que hoy Kollmann aclara (y nunca tan justo decir «no aclares, que oscurece») que Milani si se lo dijo. Kollmann le había hecho decir a Milani que «En Tucumán se (nos) informó en aquel momento que Ledo había desertado. Es obvio que no fue así», y no consignó que hubiera dicho nada de su intervención en el caso, lo que a mi me habia resultado muy decepcionante porque, proviniendo ambos del mismo regimiento, y atento a que Ledo se había esfumado, me dije a mi mismo que cuando menos Milani debía registrar vagamente su cara.
Pero hoy Kollmann puntualiza que Milani le dijo que «en el momento que sucedieron los hechos, para él la de Ledo era una de las cincuenta deserciones que se registraban por año, pero que visto retrospectivamente, es ‘obvio que no fue así'» y que «Milani también me dio que él firmó el expediente que se hizo después en La Rioja por la (supuesta) deserción de Ledo: ‘Éramos cuatros subtenientes y nos tocaban los expedientes por azar para la firma».
Me parece francamente increíble que Kollmann, a la hora de transcribir la entrevista, haya olvidado lo más importante: que Milani le dijo de motu proprio que él había firmado el expediente de la supuesta deserción de Ledo.
Gracias a este olvido, Daniel Santoro inicio su nota en Clarín linchando a Milani en base a la entrevista de Kollmann: «‘No tuve ninguna relación’ con el desaparecido soldado Ledo. ‘Tampoco lo vi ni lo conocí… En Tucumán se informó que había desertado. Es obvio que no era así'».
En este contexto, el cambio de posición de Vebitsky primero, y del CELS después, respecto al ascenso de Milani («hoy te inflo, mañana te desinflo») queda tiznado de sospechas. Es más; parece una clara «opereta». No sólo por el contexto (la necesidad de Cristina, y de la patria, de contar con fuerzas armadas nacionales y de proceder a una profunda limpieza en unos servicios de inteligencia colonizados por los servicios de inteligencia extranjeros) sino por dos motivos puntuales: a) las fuentes de financiación del CELS, entre las que se destaca la Fundación Ford; b) los vínculos de Kollmann con los bolsones a depurar y su sinuoso comportamiento en la cobertura del caso AMIA, dónde siempre fue funcional al eje Stiusso-Nisman-Mossad.
Eje para el que el memorandum de entendimiento argentino-iraní representa una estaca en el corazón.