CHILE. COMPARACIONES. Una sentencia benevolente con quienes integraron la «caravana de la muerte»
Condenan a 15 años a los autores de la «Caravana de la muerte» en Chile
Fue una de las peores matanzas, ordenada personalmente por el dictador Augusto Pinochet. Una comitiva del Ejército recorrió el país en helicóptero con el objetivo de «acelerar» los consejos de guerra contra opositores.

En un fallo que, por lo benévolo, provocó el repudio de las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, la justicia chilena condenó ayer a penas de hasta 15 años de cárcel a un grupo de ocho ex miembros de las Fuerzas Armadas que participó de una de las peores matanzas, ordenada personalmente por el dictador Augusto Pinochet para que operara como un «estímulo» para los jefes militares zonales (ver aparte). Aunque en el marco de la llamada Caravana de la Muerte fueron asesinados decenas de cuadros medios de la oposición, los condenados de ayer sólo fueron juzgados por la ejecución de 14 personas, en una brutal acción perpetrada en octubre de 1973 en la norteña Antofagasta.
El juez Leopoldo Llanos sentenció a los coroneles retirados Sergio Arredondo, Marcelo Moren Brito, Juan Chiminelli y Patricio Ferrer a 15 años y un día de prisión por ser autores de homicidio calificado, «sin la posibilidad de optar a beneficios». Además, condenó al teniente en retiro Pablo Martínez a cinco años por su rol de cómplice de homicidio calificado, pero con el beneficio de la libertad vigilada. Al coronel Pedro Espinoza, el mayor Luis Felipe Polanco y el capitán Emilio de la Mahotière, todos retirados, les impuso una pena de 3 años y un día con el mismo beneficio, por ser encubridores de homicidios calificados.
La Caravana de la Muerte fue una comitiva del ejército que, tras el golpe de Estado encabezado por Pinochet el 11 de setiembre de 1973, recorrió el país en helicóptero, con el objetivo de «acelerar» los consejos de guerra contra opositores al régimen cívico–militar. El grupo, que se caracterizó por la saña con que ejecutaba sus asesinatos, estaba dirigido por el entonces general Sergio Arellano Stark, amigo dilecto y asesor de Pinochet, quien había sido uno de los primeros instigadores del golpe que acabó con el gobierno constitucional y democrático de Salvador Allende. Arellano Stark falleció en 2012 tras ser condenado a seis años de prisión, que no cumplió por sufrir del mal de Alzheimer. Además de los muertos, el «tour» dejó decenas de desaparecidos. La causa la había iniciado en 1998 el juez Juan Guzmán Tapia, quien en 2006 llegó a desaforar a Pinochet, que como «senador vitalicio» gozaba de inmunidad.
El fallo del juez Llanos determinó que el 19 de octubre, cuando la delegación de militares que se trasladaba en helicópteros llegó a la ciudad de Antofagasta, «el oficial delegado (…) dispuso que 14 prisioneros políticos debían ser retirados de la cárcel pública (…) y trasladados a la Quebrada El Way». En su escrito, agregó que una vez que se produjo el traslado, «los detenidos fueron separados en grupos de tres o cuatro y llevados frente a un paredón (…) y ejecutados por miembros de la comitiva del oficial delegado y personal militar de la zona, mediante diferentes ráfagas de fuego, provenientes de las armas que portaban».
Los 14 fusilados estaban procesados por la Fiscalía Militar, pero hasta el día del asesinato aún no se había dictado sentencia contra ellos.
El fallo de ayer ordena al Estado chileno y a los condenados a pagar indemnizaciones a los familiares de las víctimas «en concepto de daño moral» (190 mil dólares a las madres y viudas de las víctimas, y 95 mil dólares para cada uno de los hijos). Por ser una sentencia de primera instancia, aún puede ser apelada. «
«Aleccionar a los blandos»
En su primera arenga posterior al golpe de Estado, Augusto Pinochet dijo que «no habrá piedad con los extremistas». Por eso, cuando supo que algunos jefes de guarnición mantenían un trato respetuoso con sus antiguos vecinos, optó por «aleccionar a los blandos» enviando a un emisario que actuaría en su nombre. El designado para comandar la Caravana de la Muerte fue el general Sergio Arellano Stark.
Según los testimonios recogidos, los militares asesinaron a los prisioneros con especial brutalidad. El 9 de abril de 2011, el ex general Joaquín Lagos Osorio, jefe de la unidad de Antofagasta, explicó en un relato estremecedor por qué no había entregado los cuerpos de las víctimas a sus familiares. «Me daba vergüenza verlos. Estaban hechos pedazos. Yo quería armarlos, por lo menos dejarlos en una forma humana. Les sacaban los ojos con cuchillos, les quebraban las mandíbulas, les quebraban las piernas… Al final les daban el golpe de gracia. Se ensañaron», dijo. Y agregó: «Se los mataba de modo que murieran lentamente. Muchas veces los fusilaban por partes. Primero, las piernas; después, los órganos sexuales; después el corazón. En ese orden disparaban las ametralladoras.»
Fuente: Tiempo Argentino,martes
