CRISTINA. ¿Pasado o futuro?, por Diego Genoud

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Considero a Genoud uno de los mejores analistas políticos de la generación de hijos de setentistas. Esto no quiere decir que vea las cosas del mismo modo, entre otras razones seguramente porque tengo una perspectiva setentista (aunque esté claro que entre los setentistas hay muchos matices, y yo soy del ala que concilió el fap-desca-montonerismo rojillo con la perspectiva spinettiana que tan mal citó el Presidente: “Aunque me fuercen yo nunca voy a decir / que todo tiempo por pasado fue mejor / ¡Mañana es mejor!”) lo que vuelve inevitable que me duela y no considere atinada su afirmación de que el discurso de Avellaneda es el de “una Cristina aferrada al pasado”, como si se tratara, no de la líder indiscutida del –aceptémoslo– hoy menguante peronismo, sino poco menos que un cachivache herrumbrado como Randazzo y gran parte de sus sostenedores de ayer nomás. También me duele, claro, su afirmación de que Cristina considera que las elecciones del año que viene están perdidas. Por qué no me parece que sea así y porque cultivo el optimismo de la voluntad como muchos compañeros. Sin embargo, admito que la reunión de CFK con el extrangulador Melconian me produjo angustiosos interrogantes que todavía no he podido saldar.

No es a Wallt al que hay que encontrar, Una foto que habla y es lapidaria.

 

Es en este contexto es que re-publico esta nota que Genoud publicó en La Política Online (LPO). No me limito a publicar el enlace y recomendar su lectura porque me gustaría abrir aquí, en Pájaro Rojo, una polémica fecunda, un intercambio de pareceres entre compañeros que fuera más allá de lo habitual en las redes; que, sin incurrir en insultos ni denuestos, postulara guías para la acción. Y para comenzar, tiro la piedra y no escondo la mano: creo que el derrotismo respecto a las elecciones de 2023 es un error irreparable, y que de producirse esa hecatombe no será perdonado por el pueblo y marcará, esta vez si, el comienzo del fin del peronismo, de ese peronismo que Néstor Kirchner rescató de la terapia intensiva en el 2003.

Lean, desmenucen, analicen y opinen.

Yapa: abajo de todo, un video.

A dónde va Cristina

 

Emilio Pérsico junto a Cristina. Un pasado que no volverá.

El choque con los movimiento sociales delata a un peronismo que pierde el control de la calle y está ligado a la estrategia que la vice despliega hacia 2023. Debilidades cruzadas en la transición más difícil.

 

POR DIEGO GENOUD / LA POLÍTICA ONLINE

Como si fuera la jefa opositora de una fuerza que ella misma creó. Así habla. Con una centralidad que se encarga de subrayar por distintas vías y agigantan sus rivales más encarnizados, Cristina Fernández de Kirchner sigue haciendo girar al país político en torno suyo. En Avellaneda, la vicepresidenta destripó a sus rivales internos, desorientó a parte de sus fieles y dio un paso más hacia un año electoral en el que, todo indica, volverá a ser protagonista.

Diez minutos en un discurso de una hora alcanzaron para que toda la semana se discutiera sobre los movimientos sociales y el reparto de los planes sociales. Contra el Movimiento Evita y sus organizaciones afines, Cristina insinúa una alianza con gobernadores e intendentes devenidos en ministros del impasse como Juan Zabaleta y Martin Insaurralde.

Es probable que la vicepresidenta no conozca de cerca la realidad de la pobreza como advierten desde el Evita, pero le alcanza con tener claro el recorrido de dirigentes que ganaron un protagonismo único durante los años kirchneristas para después lanzarse a una autonomía electoral accidentada. También con mirar cómo se elevan las planillas del Potenciar Trabajo. Así como Mauricio Macri duplicó la cifra de beneficiarios que había dejado Cristina hasta llevarla a 560.000 como parte del intento de Carolina Stanley por comprar la paz social, la gestión Fernández elevó la cifra hasta los actuales 1.320.000.

Cristina no solo tiene diálogo con parte de esa misma dirigencia que le reporta a ella o a La Cámpora, sino que además leyó con mucha atención un trabajo del jesuita Rodrigo Zarazaga y los politólogos Andrés Schipani y Lara Forlino. Titulado “Mapa de las Políticas Sociales en la Argentina. Aportes para un sistema de protección social más justo y eficiente”, el informe de diciembre pasado sostiene que durante la última década, el Estado argentino no logró reducir los índices de pobreza, a contramano de lo que ocurre en la mayor parte de los países de la región.

La vicepresidente conoce bien a Zarazaga (foto), un sacerdote y politólogo que tiene la particularidad de ser escuchado en los extremos de la pirámide social. El jesuita que hace casi 6 años incomodó a los CEOs en coloquio de IDEA inauguró en una entrevista con LPO de mayo de 2017 la tesis que después amplificó Juan Carlos Torre: era la base del peronismo la que se había dividido y eso explicaba la división de sus dirigentes. Hoy afirma que existe en los barrios un discurso antipolítica, algo que antes no pasaba, y advierte en las charlas del Centro de Investigación y Acción Social que el peronismo está perdiendo algo sin darse cuenta. “Con estos niveles de inflación, el discurso contra los políticos entra en los barrios y empieza a cargarse al peronismo, eso es nuevo. Hoy un plan social no alcanza para que alguien te vote y los pibes de 21 años que viven en la villa no conocen nada bueno. Tenían 10 años en el 2011”, dice.

Algo similar plantea el sociólogo y encuestador Ricardo Rouvier en un artículo reciente de la Tecla Eñe titulado “La declinación peronista”. “Observamos, como un dato de la realidad mensurada por la investigación social, que el peronismo está desapareciendo; tanto en lo cuantitativo como en su influencia en el sentido común (…) Este proceso de desperonización es lento y colabora a ocultarlo la enorme burocracia política y social del peronismo que mantiene como blasones las huellas de lo que alguna vez fue un movimiento nacional, con un único conductor”, apunta.

El estudio de Zarazaga apunta a la composición del gasto social y sostiene que Argentina es el segundo país de América Latina que más invierte en protección social pero los resultados de esas partidas son ambiguos si se mira la tendencia de los últimos años. Claro, en el medio, hubo un proceso de devaluaciones que arrancó con Axel Kicillof en 2014, se reeditó con Alfonso Prat Gay, se descontroló con Nicolás Dujovne y viró bajo la gestión Martín Guzmán en un combo de inflación y brecha cambiaria en un contexto internacional endemoniado.

A nadie afectan tanto como a los trabajadores informales el derrumbe del salario real y la ruina del Salario Mínimo Vital y Móvil, que hoy es la mitad de lo que necesita una familia tipo -que el INDEC supone propietaria o exenta de alquiler- para superar la línea de la pobreza. El subsidio de 22.770 pesos depende para su actualización de los líderes de la CGT que convalidaron la debacle de los ingresos durante los últimos 7 años. En ese marco, los dirigentes de los movimientos sociales alineados con el gobierno, que tienen un poder considerable dentro del Estado, se ven desbordados por todos lados y se encuentran con una base social que ya no cree en un horizonte más favorable.

Con el Potenciar Trabajo licuado por la inflación, la dirigencia de todas las organizaciones discute con Zabaleta “por cantidad y no por precio”, según la definición de un líder social. A pesos constantes de 2009, según el informe elaborado por Zarazaga, Forlino y Schipani, los niveles de beneficios del Potenciar Trabajo representan sólo un tercio de los que recibían los cooperativistas del Argentina Trabaja en 2009. Eso convierte a los beneficiarios en mujeres y hombres de una economía de subsistencia, obligados a inventar su propia sobrevida de infinitas maneras más allá de lo que les provee el Estado. Y no garantiza lealtad de ningún tipo. Considerarlos ocupados plenos como hace el INDEC, es una muestra de cómo la estadística convalida el proceso crónico de degradación social.

De fondo, la porfía de una historia se impone como constante: a 20 años exactos del doble crimen de Maximiliano Kosteki y Dario Santillán a manos de la Policía bonaerense y del principio del fin para Eduardo Duhalde, los pobres organizados vuelven a ocupar las calles con el peronismo en el gobierno, la inflación fuera de control y la plata que no alcanza.

Como ella misma contó en Avellaneda, Cristina estaba en el Sur cuando vio las movilizaciones del Bloque Unidad Piquetera liderado por las organizaciones de izquierda. Sin embargo, colaboradores cercanos a ella recorrieron las marchas y volvieron impresionados por la cantidad de gente que participaba de los cortes.

El cuestionamiento de CFK a los movimientos sociales incomoda a parte de su base electoral y se debe sobre todo a la incapacidad del peronismo de gobierno para dar respuesta al aumento de los precios y encauzar el malestar social con las organizaciones oficialistas. Mientras algunos cerca de Alberto Fernández critican el discurso por su tono “abiertamente destructivo” y valoran que la Argentina es una isla de paz social en una región convulsionada por las protestas a la salida de la pandemia, una Cristina aferrada al pasado considera que es el propio gobierno el que alimenta a la oposición callejera con subsidios. A eso se suma, su desconfianza con Emilio Pérsico, a quien todavía responsabiliza por el ataque a su despacho el día que el Frente de Todos aprobó el acuerdo con el Fondo pese al rechazo del cristinismo.

Con el antecedente de la experiencia fallida de Florencio Randazzo en 2017 en provincia de Buenos Aires con el apoyo del Movimiento Evita y Fernández como jefe de campaña, Cristina está convencida de que las organizaciones sociales del peronismo no tienen capacidad de traducir su poderío en caudal electoral. Esa base de los conurbanos, piensa, la volverá a votar a ella, más allá de lo que pretendan sus dirigentes. Como si fuera poco, sostiene, perdieron el control de la calle.

Ministro Ferraresi y Juan Grabois. Hablan tanto con Alberto como con Cristina.

Un miembro del oficialismo que conversó con la ex presidenta la semana pasada confirma que su principal lectura de cara a lo que viene es que el 2023 está perdido. De ser así, su diagnóstico coincide con el que predomina en la conducción de La Cámpora y abre la puerta a una estrategia que ya falló en 2015: refugiarse en la provincia de Buenos Aires, donde está el voto duro del kirchnerismo. La diferencia es que la vicepresidenta ya no está aislada del resto del PJ no kirchnerista como en ese momento, sino que busca disputar el peronismo y sellar alianzas con gobernadores e intendentes de todo el país. Eso explica la reunión con Zabaleta que dio a conocer Jorge Liotti en La Nación el mes pasado, la promesa de un pacto de convivencia en territorios como Hurlingham y también el reencuentro con Jorge Ferraresi. De ese entendimiento puede surgir ahora el Salario Básico Universal que promueve Juan Grabois y cuenta con el apoyo de funcionarios de Alberto como Agustín Rossi. Si se sanciona, sería el reconocimiento más o menos explícito de que el trabajo formal capaz de incluir a las mayorías quedó reducido a una expresión de deseos mientras una reforma laboral de facto se impuso como continuidad entre los años de Macri y la pandemia.

El objetivo de una nueva legislación es impedir la “tercerización” de la que habló CFK y quitarle a los movimientos sociales parte de los que el propio cristinismo les dio a partir de la creación del plan “Argentina Trabaja” primero y en especial de la incorporación del “Ellas hacen”. La disputa es parte de un juego de debilidades mutuas. La dirigencia del Evita ve a Cristina debilitada desde hace tiempo y ella les devuelve gentilezas cuando los presenta como condenados a la extinción.

Pese a ocupar casilleros destacados del Estado, los movimientos sociales del Frente de Todos no pudieron cimentar una construcción política que los trascienda y quedan demasiadas veces solos ante el juego de pinzas de aparentes opuestos como el cristinismo y los intendentes. Cuentan con pocos dirigentes propios y perdieron parte de los aliados que tuvieron en sus inicios. Aciertan cuando critican a la política endogámica por no comprender la realidad de los pobres pero delatan su propia fragilidad cuando anuncian un salto a la política que ya hicieron hace años con resultados elocuentes.

Al lado de la vicepresidenta saben que la crítica al manejo de los subsidios sociales puede haber caído pésimo en la dirigencia oficialista pero se ilusionan con otro dato: cayó bien en sectores independientes que suelen definir elecciones.

En una apuesta de resultado incierto, Cristina viene insinuando movimientos políticos con los que pretende, al mismo tiempo, dar por terminada su apuesta defectuosa por Alberto y mantenerse en el centro. A las reuniones con el embajador de Estados Unidos y la jefa del comando Sur Laura Richardson se le suma la alianza que mantiene con Sergio Massa y, sobre todo, la fina sintonía con Daniel Scioli, otra vez candidato por default. Por último, el encuentro de Cristina con el abanderado del shock Carlos Melconian que fue revelado por Jorge Asís. En lo que algunos cordobeses ven como una herejía, el heredero bonaerense de Domingo Cavallo desembarcó en el IERAL de la Fundación Mediterránea con el apoyo de laboratorios como Sebastián Bagó, pesados del agronegocio como Roberto Urquía y banqueros como Jorge Brito.

Profecías de la izquierda. ¡La boca se te haga a un lau!

 

Firmado por Jorge Vasconcelos, economista histórico de la Fundación, el editorial del IERAL de la última semana compara la experiencia de México, Brasil y Argentina y sostiene que las “reformas parciales no garantizan crecimiento sostenido”. Vasconcelos define a la Argentina como “el último de la clase” pero marca que, pese a haber dominado la inflación, el PBI de Brasil y México también perdió terreno con respecto a Estados Unidos en la última década y ese declive coincide con la baja de los commodities.

Hoy, dice, el precio de las materias primas está un 96,4% arriba de 2015, pero la brecha duplica a la del último gobierno de Cristina, la inflación es el triple de lo que era entonces y la deuda en pesos con los privados es cuatro veces mayor: equivalía a 11.000 millones y hoy llega a 45.000 millones. Por eso, la transición hacia 2023 es mucho más crítica que la que se dio entre Cristina y Macri. El más amplio consenso para un nuevo ajuste de shock es lo que busca Melconian y que CFK lo haya recibido sugiere de por sí cuáles son las ideas dominantes para aplicar en la etapa que viene.

Aquí, la opinión de Roberto Navarro: Cristina será candidata a la Presidencia o, de lo contrario, ungirá a alguno de sus más próximos (¿Coqui Capitanich? ¿Wado de Pedro? ¿Axel Kicillof?) . El mismo video da cuenta de que Macri se ha lanzado como candidato de la derecha (aclaro que yo no creo que pueda ser candidato a Presidente: me parece puestos uno frente al otro, Cristina vencería con facilidad a Macri, cosa que el Círculo Rojo sabe, y por eso tiene un ala extrema que busca f que Cristina vaya presa o al menos sea inhabilitada por un Poder Judicial cuya cabeza ha perdido definitivamente la vergúenza y es capaz de cualquier cosa.

 


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6 comentarios

  1. Buen análisis, pero superestrcultural -demasiado quizás- , pero Y la gente, el votante de carne y hueso, a esos no nos tiene encuents

  2. C5N – Silvestre – Alberto.
    Claras señales al establishment.

    1) NO va a insdultar a Milagro.
    2) NO va a intervenir en Vicentin.

    • Creo que, teniendo en cuenta el contexto jujeño donde no existe estado de derecho, deberíamos esperar la intervención de Diego de la Vega, el Zorro y su asistente Bernardo.

  3. Lamentablemente, a mi juicio, Cristina tiene razon, los ” movimientos sociales”, o mejor dicho, sus dirigentes manejan y distribuyen a piacere los fondos que se le entregan, llegando a apropiarse de un porcentaje.
    ¿ la pobreza existe?…por supuesto que si. pero en las actuales circunstancias no podemos negar que es una problematica que afecta en mayor o menor medida,a todo el mundo, ya sean los EEUU, Italia o España..en Argentina, a mi parecer, el gobierno de Fernandez se ha conducido con una absoluta tibieza.. negociacion de la deuda con el FMI, fuga de capitales, la no intervencion a Vicentin, la continuidad en el cargo del procurador general de la nacion, el caso de Jujuy y la persecucion politica a Milagro Sala, en fin, la lista es larga e incluye la permisividad con los formadores de precios y los especuladores, …la lapicera..¿ no se la quiere usar?..¿ o existen transacciones del presidente y algunos funcionarios con el stablisment economico?

  4. Pocos y pobres aportes, lo que es ya un síntoma.

    Esto de ponerse a practicar las artes adivinatorias poco tiene que ver con la política. La suerte está echada. Y no digo que haya que abstenerse de la maniobra circunstancial para intentar llevar el barco a buen puerto, pero si no comprendemos que las posibilidades de esa suerte ya está tramada en el pasado, que la determina entonces como destino, es que en el fondo no nos interesa la política sino el juego tonto del resultado del partido.

    No se trata de que la “calidad institucional” se la pasen por el forro los poderosos. Se trata de que es al pueblo al que le resulta indiferente. Haber querido salir de la dictadura —y de la seguidilla de golpes de estado— en términos de “democracia” fue una ingenuidad. La democracia fue una conquista, sí; pero también un límite que nos impuso la oligarquía. Porque la cuestión que se había jugado en todo ese período no fue una cuestión de derechos humanos. Fue, antes aun, una cuestión de traición a la patria.

    Lo dice el General apenas comenzar La hora de los pueblos: las Fuerzas Armadas convertidas en fuerzas de ocupación. Fuerzas de ocupación. Es decir, ejército enemigo.

    Entonces, la patria no es el otro. La patria es el trabajador, sí: el inmigrante, también. Pero no Biolcati. No Etchevehere. Eso es la antipatria. No decirlo ya es confundir. Podrán trabajar aquí, en nuestra patria bajo nuestras condiciones. Porque la patria o son ellos o somos nosotros. Pero no somos los dos. No hay salida.

    Desde esta perspectiva, en cualquier caso, hay que juzgar a los Vandor.

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