Egipto y el fantasma de Nasser
Las potencias occidentales temen un giro nasserista por parte del presidente interino, Adly Mansour, y el ejército. Las protestas masivas y el rechazo visceral del ejercito a la privatización del Canal de Suez y su virtual entrega a Qatar -que apoya a a la Hermandad musulmana a través de miles de millones de dólares y de Al Jazzeera fueron determinantes. Hubo pocas condenas al golpe por variadas razones. De nuestra parte, y a pesar de la extrema dependencia de la economñia egipcia de EE.UU. porque da vueltas la esperanza del golpe egipcio sea más parecido al de 1943 que a los de 1930, 1955m, 1966 y 1977.
Egipto: Como leer la piedra Rosetta.
Por Guadi Calvo.
Tras ser desplazada del poder, la Hermandad Musulmana, no tardó en reaccionar con largas jornadas de multitudinarias protestas, que dejaron varias decenas de muertos. Con la «ayuda desinteresada» del emirato de Qatar, que le dio 8.000 millones de dólares, el partido gobernante, Justicia y Libertad, mascarón de proa de la Hermandad, asó un año intentando establecer las bases para convertir a Egipto en una república islamita. Y lo hizo en medio de una creciente escasez de productos básicos, más inflación y desocupación, lo que hizo que una enorme proporción de la población (33 de 84 millones, según los cálculos más conservadores) ganara las calles con sus protestas.
La rápida caída de Mohamed Morsi a manos del descontento popular capitalizado por el Ejército, constituye un duro revés económico para Qatar, el principal fiinancista también de las bandas mercenarias de Al-Qaeda que operan en Siria.
La cúpula militar encabezada por el carismático Abdul Fatah Saeed Hussein Khalil al-Sisi, al que analistas occidentales le encuentran parecidos con el comandante Hugo Chávez, nombró como presidente del gobierno de transición a Adly Mansour, presidente del Tribunal Constitucional al que medios occidentales consideran un nostálgico del nasserismo, al economista Hazem Beblaui, miembro del partido salafista Nur, como primer ministro, mientras que el premio Nobel de la Paz 2005, Mohamed El Baradei, bien visto por Washinton, fue nombrado vicepresidente. Sin embargo, los dos últimos o
El presidente interino, Adly Mansour, anunció que las elecciones legislativas se celebrarán dentro de seis meses. Antes, proclamó, se modificará la suspendida Constitución y se ratificarán las reformas con un referéndum. Recién después, se celebrarán la elecciones legislativas. Y las presidenciales, el año que viene.
Los dirigentes de la Hermandad se han atrincherado en las cercanías de la mezquita de Raba el Adawiya, en el distrito cairota de Ciudad Nasser, junto a militantes de otros grupos como el Gamá Islamiya, y han lanzado a sus seguidores contra los cuarteles de la Guardia Republicana, donde se encontraría detenido el ex presidente Morsi, obligando así al ejército a reprimir, lo que dejó más de cincuenta muertos y casi trecientos heridos, lo que replicó en todos los medios de occidente.
Tanto fanatismo es lo que ha hecho temer al presidente ruso Vladimir Putin que la situación se deslice hacia una guerra civil, lo que sin dudas tendría derivaciones imprevisibles, para toda la región y mucho más allá de esas geografías.
En la prefabricada «Primavera Árabe», bendecida por los Estados Unidos, Israel, Francia y el Reino Unido, estas potencias se mostraron dispuestas a sacrificar dos de sus más abnegados servidores: Zin al Abidín Ben Alior, veintitrés años dictador de Túnez y Hosni Mubarak, treinta años presidente en Egipto.
Obligados a entregar estos desgatados peones, consiguieron conchabar en su lugar personajes del mismo cuño: Moncef Marzouki en Túnez y Morsi en Egipto.
La parte fundamental del plan se ponía en marcha con la búsqueda de decapitar a Muamar Gaddafi, en hombre fuerte de Libia, y la del presidente sirio Bashar al- Assad. La cabeza de Gadafi rodó en octubre de 2011, pero Assad, con el apoyo de Rusia y China, resiste victoriosamente, sobre todo desde que dos enemigos, los islamitas de Turquía y Egipto entraron en crisis.
La Hermandad Musulmana, supuestamente secreta, supuestamente antiimperialista, siempre, desde su fundación en 1928 por Hassan el Banna, estuvo bajo el control de Londres.
La esposa del renunciado (por haberse hecho público que le mandaba fotografias de sus genitales por internet a diversas mujeres) congresista demócrata (y sionista), Anthony Weiner es Huma Abedin, que fuera una estrecha colaboradora de Hilary Clinton en el Departameno de Estado, es hija de Saleha Abedin, que preside la rama femenina mundial de la Hermandad Musulmana. Huma apoya las pretensiones de su marido casanova a ser alcalde de Nueva York, para lo es imprescindible contar con el apoyo y la buena voluntad de la poderosa colectividad judía.
No es de extrañar, ya que la Hermandad nació para responder por los intereses extranjeros en nombre de un ideal que siempre se pospone. Así, participó de innumerables tentativas golpistas en la mayoría de los países árabes a lo largo de todo el siglo XX.
Cuando se alzó con el triunfo en la elecciones egipcias de 2011 (en las que se enmascaró tras el Partido Justicia y Libertad, que llevaba a Morsi como candidato) no tenían planes y programas de gobierno. Por lo que solo les quedó aferrase a la vieja fórmula de alabanzas al Corán y la Sharia.
En Egipto, al igual que en Túnez y Libia, el gobierno de la Hermandad Musulmana abrió la economía egipcia al capitalismo neoliberal. Hasta el punto de que planeó la privatización del Canal de Suez, su entrega al Emirato de Qatar, a pesar de ser símbolo de la soberanía nacional e importantísima fuente de ingresos.
Debido a la resistencia popular a esa venta, la inteligencia qatarí, junto a la CIA y el Mossad implementaron un movimiento separatista, en réplica a lo que hizo Estados Unidos para escindir a Panamá de Colombia en 1903, de modo que el canal a construirse quedase en manos, no de dirigentes polítucos, sino de capataces de obra.
Hasta ahora, Estados Unidos pretende mantenerse distante de los acontecimientos, y se limita a reclamar prontas elecciones. Pero el Wall Street Journal no ha trepidado a la hora de comparar al General al- Sisi con el dictador Pinochet.
Turquía y Túnez no han tardado en condenar el golpe mientras el resto de la región permanece expectante.
La definición de la crisis egipcia será crucial para la marcha del planeta.