EL ASESINATO DEL CURA MUGICA: Hubo un asesino confeso: «Fragote» Generoso

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Recomiendo leer -arriba y a la derecha- la página Memoria, Verdad y Justicia de Télam dónde verán, entre otras cosas, como el juez Oyarbide, vinculado desde siempre a la Policía Federal,  cerró la causa de la Triple A, banda que tenía como espinazo a la PFA, sin molestarla en lo más mínimo, un bochorno.

Y como un represor santafesino, «El Curro» Romero, se manda la parte de escritor y dice que con Massa las cosas van a cambiar mucho, tapando su condición de violador de mujeres, hombres y niños y  asaltante a mano armada.

Este texto está extraído de Facebook. En él Carlos «Quique» Muñoz, sobreviviente de la ESMA, identifica a uno de los asesinos del cura Carlos Mugica.

Un asesino confeso

Generoso: «Se aplica a la persona que ayuda y da lo que tiene a los demás sin esperar nada a cambio.» (Diccionario de la Real Academia Española).

Carlos Orlando Generoso, alias Fragote o Agustín, suboficial del Servicio Penitenciario Federal, no hacía honor a su apellido, en ese pequeña habitación identificada con el número 13, en el fondo del sótano del casino de oficiales de la ESMA estaba decidido a no ayudarme en nada y lo que si daba era mayor voltaje a la picana que usaba para «interrogarme».

Había que reconocerle originalidad para ese execrable oficio de torturador, porque el tipo, cada tanto, te ponía la picana en los ojos, y así literalmente te hacía ver las estrellas.
Se había integrado al Grupo de Tareas entre finales de 1976 y principios de 1977, convirtiéndose en miembro de los grupos operativos. En 1975, con 32 años de edad se incorporó como suboficial subayudante (adjunto Foja de Servicios) en el Servicio Penitenciario Federal en el área de inteligencia, y de allí fue destinado a la ESMA.

Su pico de gloria probablemente lo haya tenido cuando Massera, en 1978 le concedió la «medalla de Honor al Valor en Combate por su desempeño en las funciones de Guerra, en comisión permanente del Grupo 3.3». Su probada participación en el asesinato de Rodolfo Walsh, o su viaje al Uruguay para interrogar y traer a la ESMA a un grupo de argentinos secuestrados en las afueras de Montevideo, así como el secuestro Sara Solarz esposa del dirigente montonero Marcos Osatinsky, o el asesinato de Roberto Stefano, militante baleado en la vía pública cuando una patota intentaba secuestrarlo, y donde todos los testimonios apuntan a Generoso como el autor de los disparos, pueden haber sido determinantes para justificar su premiación otorgada por el jefe de todos los asesinos.

Pero «Fragote» como solían decirle sus amigos del GT, tenía también el triste privilegio de haber sido dentro de la «patota» de la ESMA, junto a los policías Roberto González, Juan Carlos Linares, y Juan Antonio del Cerro miembro de la Triple A, la organización paraestatal creada por Lopez Rega y el comisario Villar para asesinar a militantes y luchadores populares. Y «Agustín», como gustaba hacerse llamar a este suboficial de extraviados ojos verdes, estaba orgulloso de ese pasado cercano, y a veces su bocaza lo perdía.
Amigote de correrías del torturador y abusador de compañeras Héctor Febres, alias «Daniel» o «Selva», fue el quien tuvo conmigo las primeras «charlas» en el sótano tras las sesiones de picana y tortura.

La situación era casi kafkiana, el mismo tipo que hasta un par de días antes se había comportado como un torturador feroz, se mostraba afable y me trataba amablemente intentando sacarme información con otros métodos. Y en ese ir y venir donde lo que yo precisaba era tratar de ganar tiempo, y donde cada minuto fuera de «capuchita» en el altillo del casino de oficiales significaba la oportunidad de juntar fuerzas para seguir aguantando, «Fragote» me preguntaba sobre mi familia, mi pequeño hijo, y el a su vez hablaba lo suyo.

Así en un momento contó, con un claro dejo de orgullo, su participación en el asesinato del cura Carlos Mujica, allá por Mayo de 1974 reivindicando su actuación en la triple A y tildando a Mujica de «comunista». «Son los peores dijo, porque se agarran de la religión cristiana, dijo, y me mostró el crucifijo que colgaba de su cuello. «Le llenan la cabeza con comunismo a los más pibes,» remató.

En enero de este año Carlos Orlando Generoso falleció en su domicilio impune, había atravesado una larga estadía en la cárcel de Marcos Paz, en el pabellón de Lesa Humanidad, acompañado con parte de sus compañeros asesinos y torturadores, estaba siendo juzgado por los crímenes de la ESMA, pero su corazón, y las múltiples complicaciones de su salud hicieron que no llegara vivo a la sentencia. Jamás se arrepintió de sus crímenes.

En un día como hoy hace ya 40 años caía baleado por la Triple A, Carlos Mujica, un cura que compartía la vida y los sueños de quienes menos tienen, luchando por una patria Justa, Libre y Soberana.

Porque su muerte no fue en vano, hoy somos miles los que lo recordamos y tomamos sus banderas como propias.

PADRE MUJICA, PRESENTE, HASTA LA VICTORIA ¡¡¡
Carlos Muñoz

Foto de Carlos Muñoz.

Foto de Carlos Muñoz.

Foto de Carlos Muñoz.

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