El caso Julio Jorge López, otro escándalo de la (in)justicia

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El juez Manuel Blanco dictó la falta de mérito de cuatro sospechosos de haberlo secuestrado

Acto en Diputados contra la resolución del juez que criticó al desaparecido Julio Jorge López

TÉLAM, MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA

(Por Juan Salinas) ¿Se acuerdan del «No se olviden de Cabezas»? Ayer, en el salón José Luis Cabezas de la Cámara de Diputados de la Nación se realizó un acto de recordación del desaparecido, más desaparecido, doblemente desaparecido, y más olvidado también, el albañil platense Julio Jorge López. Y de repudio al hecho de que el juez que tiene a su cargo investigar su segunda desaparición, Manuel Blanco, en lugar de hacerlo, dictó la falta de mérito de cuatro policías a los que López identificó en 2005 como parte de la dotación de un centro clandestino de detención, y al hacerlo, se permitió criticar al ausente por desaparición forzada…por no haberlo dicho antes. El hijo del desaparecido dijo en la Cámara de Diputados es «una tomadura de pelo». Y un compañero de militancia que los policías beneficiados son «firmes sospechosos» de haberlo secuestrado.

Los ecos del estrepito causado en Tucumán por el fallo absolutorio en el juicio por el secuestro, reducción a servidumbre sexual y desaparición de Marita Verón resonaban como una onda negativa que se retroalimentaba con el dolor inconmensurable que causó y causa la segunda desaparición de Jorge Julio López.

Convocado por el diputado Gaston Harispe (peronista-kirchnerista que accedió a la banca a través de Nuevo Encuentro y que acaso sea el legislador que más horas pasa en su despacho atendiendo gente) el acto se realizó so pretexto de que un libro, «Jorge Julio López. Memoria escrita», confeccionado por el artista plástico Jorge Caterbetti en base a los textos y dibujos con que López documentó en cuadernos sus recuerdos de su bastante extensa y por cierto alucinante estancia en el centro clandestino de detención y exterminio conocido como «El Pozo de Arana», fue declaro por la Honorable Cámara de interés nacional. El libro compilado amorosamente por Caterbetti fue editado por Constanza Brunet y publicado por Marea Editorial. Es, ante todo, estéticamente una belleza. Y en cuanto se interna uno en él, un documento estremecedor.

Itinerario de unos cuadernos

Parte sustancial de los papeles de López (Rubén, su hijo, adelantó que hay mas) le fueron confiados por su desolada familia a Jorge Pastor Asuaje, compañero de militancia del doble desaparecido en una Unidad Básica del barrio platense de Los Hornos, barriada humilde dónde viven los López, muchos policías (entre ellos, según parece, algunos que fueron cancerberos de López durante su estancia en el infierno de Arana) y donde por cierto vivían los ladrones mutados por mor de sus empleadores de gorra y uniforme en asesinos de Cabezas. Aunque incursionó con habilidad en la escritura («Por algo habrá sido», una novela biográfica basada en sus experiencias como combatiente montonero) y también en el cine («El día que cambio la historia» sobre el comienzo del 17 de Octubre de 1945 en Berisso y Ensenada), Pastor Asuaje prefirió traspasar el material a Caterbetti, quien ofició de compilador como el curador de textos y dibujos incunables.

Reververaciones tucumanas

Ya lo dijimos, el impacto del fallo absolutorio en el caso Marito Verón impactó sobre la concurrencia. Hasta el punto de que el diputado Harispe inició el acto poniendo el dedo en una llaga al decir que «los populistas no estamos del todo de acuerdo con la separación de poderes» y recordar seguidamente que el judicial no es elegido por el pueblo ni -como resulta harto evidente- lo representa. Harispe recordó que el poder judicial fue cómplice de los uniformes y sotanas y todos marionetas de una oligarquía decidida a imponer a sangre y fuego «su proyecto de destruir el aparato productivo nacional y marginar a las mayorías» de la conducción de los asuntos públicos. Caterbetti se dolió de «tanto silencia y tan poca potencia» en las protestas ante el increíble (sí: es imposible leerlo la primera vez sin restregarse los ojos) fallo del juez federal Manuel Blanco.

Buenos muchachos

Porque Blanco, el hombre que está a cargo de investigar la segunda desaparición de López, se metió inesperadamente con él, criticándolo por haberse «demorado» en dar testimonio de los horrores que padeció. Y lo hizo en una resolución con la que dictó la falta de mérito a cuatro policías retirados (Carlos Basualto, Julio Pasquale, José Orellana y Héctor Herrera) que el albañil atestiguó al realizarse en La Plata los llamados «juicios por la verdad», tras la larga noche de la impunidad menemista, haber visto en el centro clandestino que funcionó en la comisaría 5ª de La Plata.

No por nada el juez Blanco es considerado un «pingo» (es decir, nada «brígido») por los «patas negras» (como llaman las otras fuerzas a la Polícia de la Provincia de Buenos Aires). Se atrevió a descalificar el testimonio de López, calificándolo de «vago» e «impreciso» tras aducir que debería haberlo prestado mucho antes, como hicieron otras víctimas, pasando por alto las derogadas leyes de impunidad y su propia incompetencia.

Una deuda imprescriptible

Caterbetti recordó a otros desaparecidos y víctimas en democracia, como Miguel Bru, Maximiliano Kostecki, Luciano Arruga y Mariano Ferreyra y destacó que al igual que en la misma serie que esos crímenes y el de Julio Jorge López «aparece «la carita de Candela Rodríguez: todos fueron víctimas de de una red de patrullas mixtas involucradas en el narcotráfico». El artista plástico sostuvo que el esclarecimiento de la desaparición de López constituiría «el triunfo final, la consolidación de la democracia en Argentina» en detrimento de «los bolsones oscuros, perversos, rezagos de la dictadura que aún se esconden en los pliegues de las instituciones».

Tras calificar al fallo del juez Blanco de «perverso y deplorable», Catterbeti dijo que el «Caso López» es un caso testigo de todo lo que todabía hace falta hacer para consolidar la democracia, y concluyó afirmando que sus escritos y dibujos son a la dictadura lo que el diario de Ana Frank fue a la ocupación nazi de Europa.

«Mentiroso».

«Lisa y llanamente (el juez Blanco) dijo que mi viejo es un mentiroso porque no guardó pruebas» de su cautiverio, dijo seguidamente Rubén López. Y tras recordar la importancia del testimonio de su padre para que el comisario general retirado Miguel Osvaldo Etchecolatz fuera condenado, dijo que «el juez Blanco nos está tomando el pelo» y se dolió de que al cumplirse en la víspera el Día Internacional de los Derechos Humamos ni el día anterior en la Plaza de Mayo «a mi viejo no lo mencionó nadie».

A continuación tomó la palabra Pastor Asuaje, el militante político que más trato tuvo con JJL en los a ños ’80 y ’90, que destacó su alegría cuando en el 2005 comenzó a caerse el manto de impunidad con la realización de los llamados «juicios por la verdad» y su preocupación porque «como siempre repetía, el pueblo tiene que saber lo que pasó».

Un rompecabezas perfecto

Tras recordar a un joven desaparecido de la misma UB que compartió parte del cautiverio con López, Efraín Guillermo Cano, Pastor Asuaje enfatizó que los cuatro policías a los que el juez Blanco les dictó la falta de mérito son claros sospechosos de haber intervenido en su segunda desaparición.

Por fin, el diputado Harispe y la editora Constanza Brunet coincidieron en señalar que, por el contrario de los ligeramente afirmado por el juez Blanco, los testimonios de JJL no fueron vagos ni imprecisos. Brunet explicó que leyó con mucha atención sus dichos ante la justicia y sus cuadernos y se encontró con «un rompecabezas de encastre perfecto».

No quiero terminar esta nota sin subrayar que tanto el fallo de Tucumán (provincia dónde la megacausa de los Arsenales Miguel de Azuénaga-Jefatura de Policía está jaqueada por los ex represores y sus familiares, que se la pasan intimidando a los jueces en la mayor impunidad) como la resolución del juez Blanco y algunos pronunciamientos descaradamente corporativos de asociaciones de jueces, constituyen un parteaguas.

La ley es tela de araña

Hasta ahora, como bien dijo Hernández en el Martín Fierro, la ley fue tela de araña, «que la ruempe el bicho grande y sólo enrieda a los chicos». Cuando la existencia misma del Estado-nación está siendo desafiada por un gran grupo económico, esta reiterada comprobación se ha vuelto intolerable.

Mientras esta palabra. «intolerable», queda resonando en los oídos, les dejó a ustedes un texto de López, que sólo alcanzo a cursar segundo grado, despojado de errores y ripios. López lo tituló «Cómo ganaban las batallas los genocias en el monte (sic) de Arana» y tal como puntualizaron brunet y Harispe, se corresponde exactamente con lo que declaró ante la justicia:

«Después de una picaneada feroz, quedamos los cinco tirados en las celdas. Más o menos a las 8 de la tarde llegó el grupo de tareas. Primero se sintió el zumbar de los autos, y al rato el golpear de las puertas. Y al Gangoso gritando ‘¡Hijos de puuuta! ¡Tiraron una bomba en el depagtamento de policía! ¡Ahoga van a morir todog los montonegros de miegda!’. Los barbudos o mercenarios acercaban a las víctimas y el Gangoso las ejecutaba (…)  Así fueron matando de uno en uno con una pistola con silenciador (…) Empezaron con Norberto Rodas, después Patricia Dell’Orto o Taté, y Ambrosio De Marco o El Pato, y siguieron con muchos, muchos más. Quedamos vivos yo y el pibe de la Noche de los lápices (…) ‘Arrodigllate montonegro de miegda’. Y sentía ‘Zas!’, como un mazazo y un «¡Ayay!. Vi caer a Rodas y al Paraguayo en un charco de sangre.»

Ambrosio de Marco y Patricia Dell’Orto


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