El fantasma de La Apropiadora Ernestina

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Estoy tentado a pensar que hay una maldición de la momia que es en vida La Apropiadora, titulo que iba a llevar el libro que sobre la viuda in extremis de Noble y el Grupo Clarín había escrito Ana Elisa Feldman de Jaján por sugerencia mía. Pero el original se perdió misteriosamente a su muerte, luego de que Ana pasara casi dos años de convalescencia de un acv. En su homenaje, publiqué en mayo pasado una extensa nota con ese título en el semanario El Guardián, que hizo con ella su tapa con una foto de Ernestina y el título «La Apropiadora» (http://pajarosalinas.blogspot.com/2011/05/la-apropiadora-como-ernestina-heredo.html)

Él mismo título quetambién fue utilizado por Juan Carlos Martínez para publicar en La Pampa  un libro sobre el mismo tema. Libro que nunca vi. ¿Por qué? Se explica bastante en la siguiente nota del autor:  

El fantasma de la censura
Como autor del libro La Apropiadora me veo en la obligación de expresar públicamente mi opinión crítica por lo que está ocurriendo con una edición especial de dicha obra realizada por la Editorial Voces de la Cooperativa Popular de Electricidad de Santa Rosa, cuya distribución está paralizada desde hace seis meses.
Para quienes no conocen el contenido de ese libro, debo decir que básicamente se trata de la forma irregular –delictiva puede decirse- en que Ernestina Herrera de Noble se apropió de Marcela y Felipe durante la dictadura militar. 
También incluye otros casos referidos al plan sistemático del robo de bebés, la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo contada por Chicha Mariani, la lucha de los organismos de Derechos Humanos, el comportamiento que han tenido jueces y fiscales en todo ese proceso, la postura de los grandes medios de comunicación, la que sostuvieron la Iglesia Católica, los partidos políticos y la propia sociedad argentina.
En resumen, es un libro más entre tantos que se han editado sobre el ominoso capítulo que vivió la Argentina durante el terrorismo de Estado y los efectos lacerantes que esa experiencia dejó en nuestra sociedad.
Debo decir también que el prólogo lo escribió Carlos Slepoy, el abogado argentino radicado en España desde hace años, víctima de la dictadura e impulsor de los juicios contra militares de  nuestro país acusados de participar de los delitos de lesa humanidad cometidos entre 1976 y 1983. Creo que no es necesario que hable del prestigio internacional alcanzado por Slepoy en materia de derechos humanos.
El epílogo pertenece al abogado y periodista Pablo Llonto, querellante en varias causas por los mismos delitos y autor del libro La Noble Ernestina, una obra que también se refiere a las maniobras que la dueña del Grupo Clarín hizo para apropiarse de dos niños durante la dictadura militar.
Tampoco es necesario recordar la trayectoria de Llonto en la lucha por los derechos humanos por cuanto su postura es bien conocida por la opinión pública.
El libro incluye artículos de Ana María Careaga, directora del Instituto Espacio para la Memoria, de las psicólogas Lucía Cinquepalmi y Cristina Villanueva y de la periodista Patricia Grinberg, aportes que enriquecen sus contenidos.
Cuando terminé de escribir el libro le propuse a Oscar Nocetti (presidente de la Cooperativa) que estudiara la posibilidad de editar La Apropiadora teniendo en cuenta que la Editorial Voces viene apoyando la tarea de autores pampeanos y que particularmente la Cooperativa Popular se ha comprometido desde hace tiempo con la defensa y promoción de los derechos humanos.
Tanto Nocetti como los consejeros con los que dialogué acerca del tema se mostraron  interesados y a los pocos días me comunicaron su decisión favorable para editar el libro.
En la edición encargada por la CPE se incluyó una página en la que la entidad solidaria explica las razones de su decisión en los siguientes términos: 
-La CPE, como numerosas entidades sociales independientes de los circunstanciales gobiernos, ha desarrollado en los últimos años una tarea permanente de difusión y defensa de los valores democráticos. En ese marco, la cuestión derechos humanos tiene un espacio propio de enorme influencia en la cultura argentina, tras los terribles crímenes perpetrados por la dictadura militar que se adueñó del país hasta fines de 1983. 
-La violación de los derechos humanos impuesta por el Estado tuvo consecuencias que la sociedad no termina de conocer en sus detalles y razones. La desaparición de militantes políticos, delegados gremiales y sociales, obreros, periodistas, artistas, profesionales, estudiantes, docentes; el robo de bebés, el asesinato de miles -entre otras atrocidades-, siguen impactando en la conciencia individual y colectiva. 
-Simultáneamente, el enorme, paciente y valeroso esfuerzo de las organizaciones defensoras de los derechos humanos, aún en situaciones difíciles y complejas cuando no cargadas de soledad, para hacer realidad la consigna de juicio y castigo a los culpables, ha resultado un faro ético contrapuesto al infierno de sangre y muerte. Los históricos juicios a los responsables de tal afrenta pavimentan un camino para creer en la justicia pero, en particular, para resaltar la capacidad y coraje de una sociedad que necesita conocer su pasado reciente. 
-Desde nuestra entidad, intentamos aportar nuestro humilde granito de arena para que las nuevas y jóvenes generaciones sean capaces de no olvidar y saber qué ocurrió, por qué, cuándo, dónde, quiénes fueron víctimas, quiénes victimarios y quiénes sus cómplices. Este libro del periodista Juan Carlos Martínez merece nuestro aporte para su conocimiento y difusión. Editorial Voces, como parte de sus políticas de publicación, acompaña esta tarea reivindicando las inquebrantables muestras de voluntad y amor de numerosas familias para encontrar a sus desaparecidos o al menos saber qué fue de sus destinos.
-Consejo de Administración CPE.
Pues bien. El mismo día que llegaron los libros a la CPE (septiembre pasado), Nocetti me comentó que a raíz de las objeciones formuladas por algunos consejeros, la distribución de La Apropiadora no podía hacerse hasta tanto se dilucidaran esos planteos. De todos modos, me aseguró que de una u otra manera, el libro llegaría a los asociados de la Editorial Voces. De esto han transcurrido seis meses.
El argumento central esgrimido por esos consejeros –según me explicó Nocetti- vinculaba al libro con los trámites de la licencia que la CPE estaba realizando tendientes a obtener la licencia para ofrecer TV por cable.
Concretamente, esas personas presumían que el Grupo Clarín podría hacerles una demanda judicial por los contenidos de La Apropiadora y que en ese hipotético caso correrían el riesgo de perder la licencia y que serían ellos –los consejeros- quienes deberían afrontar de su propio peculio las costas de una eventual demanda.
No puedo precisar si esa actitud respondió al temor de poner en riesgo sus patrimonios personales, si se trató de un resabio de los miedos impuestos por el Grupo Clarín o si medió alguna cuestión ideológica.
Le dije a Nocetti que me parecía un argumento absurdo el de esos consejeros, pero creí que las objeciones serían superadas habida cuenta de la fragilidad de sus planteos, particularmente porque no es el Grupo Clarín el que otorga las licencias para acceder a la televisión por cable sino que es el Estado el que tiene esa potestad. Y así quedó demostrado.
Hasta el momento de escribir estas líneas -a seis meses de haber llegado el libro a la CPE y sin haber recibido una comunicación oficial ni oficiosa desde que el tema trascendió a los medios-  no sé si finalmente la obra será distribuida y aunque tanto Nocetti como la mayoría de los consejeros apoyaron abiertamente la edición, no puedo pasar por alto que el absurdo planteo de esos integrantes del Consejo de Administración implicó un acto de censura que compromete a la propia empresa solidaria, tal como lo expresara, entre otros, la Asociación Pampeana de Escritores.
En verdad, no serán sólo los tres consejeros (*) que se opusieron a la distribución del libro los que cargarán con el mote de censores sino que será a la propia Cooperativa a la que se hará responsable de consumar un acto de censura. Censura que no solamente involucra al autor del libro sino a todas las personas que han colaborado con la obra.
Si las Madres y las Abuelas y quienes resistieron a la dictadura militar, unos a costa de su propia vida y otros cargando con enormes sacrificios y sufrimientos hubiesen pensando en su seguridad personal o en sus intereses particulares, por estas horas la Argentina aún estaría bajo el imperio del Estado terrorista y la democracia sería un sueño inalcanzable.
Las libertades individuales y colectivas nunca han sido obra de timoratos, especuladores ni oportunistas sino de hombres y mujeres que han entregado sus propias vidas para romper las cadenas del sometimiento y la esclavitud. Para vivir en libertad.
Impedir u obstaculizar la distribución de un libro, sea circunstancial o definitiva es, lisa y llanamente, un acto de censuraDoblemente grave si se produce en democracia.

¡Qué paradoja! Mientras se censura un libro que habla de los estragos que cometió la dictadura, el genocida Videla ocupa generosos espacios en los medios de comunicación para reivindicar sus crímenes.
Juan Carlos Martínez
PD: Agradezco las múltiples muestras de solidaridad que he recibido de colegas, amigos e instituciones como la Asociación Pampeana de Escritores y el Foro de Periodismo y Comunicación de la Universidad Nacional de La Pampa.
(*) Las identidades de los tres consejeros que se opusieron a la distribución del libro, es decir, los que promovieron la censura, según algunos medios de comunicación,  son José Carlos Piatti (vicepresidente), Miguel Ángel Evangelista y Martín Weiz, ambos vocales titulares.

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