El rabino Bergman, lamebotas del PRO

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FENÓMENOS

El rabino Bergman se lanzó como candidato pero sólo aspira a secundar en la fórmula del PRO al que sea: Macri, Rodriguez Larreta o Gabriela Michetti
El amigo judío
POR JUAN SALINAS / NOTICIAS URBANAS
El boticario y rabino Sergio Bergman (49 años, cuatro hijos) se especializa en aforismos a lo Narosky y en retruécanos a lo Quevedo. Sin disimulo, sus fuegos de artificio persiguen epatar a las personas desprevenidas a fin de seguir en el candelero –es decir en los medios– al precio que sea, como hacen Guido Süller y otros mediáticos. Su especialidad es una ofensiva deletérea contra el significado de las palabras, una verdadera demolición del lenguaje.

Así, a imitación de retruécanos célebres como «No es lo mismo que se avecine una tormenta que atormentar a una vecina», suele decir que hay tratar de que no pase como en las últimas elecciones «dónde los que perdieron ganaron y los que ganaron perdieron» acaso porque «el Mal trabaja bien y el bien trabaja bastante mal». 

                                                 Bergman. No es lo mismo un metro de tela de encaje negro…
                                

Tal es su gusto por los malabares verbales que hasta se atrevió al sacrilegio de reemplazar en el himno nacional la palabra «libertad» por «seguridad». Menos mal que Bergman es un probo ciudadano y no un gángster, porque hubiera podido sustituir a «la noble igualdad» por «la noble omertá».

Surgido en 1992 del Seminario Rabínico Latinoamericano que fundó Marshall Meyer, el ala más progresista del judaísmo religioso, en 1992, Bergman fue cofundador de Memoria Activa, el nucleamiento de familiares de las víctimas del atentado a la AMIA que todos los lunes pedía justicia en la Plaza Tribunales. Pero tan pronto se convenció de que con semejantes prédicas jamás concitaría la atención de grandes auditorios, cambió de tema. Y de bando.

Sojadicto. Durante «la crisis del campo» se abrazó con Alfredo Minga De Ángelis y compartió mesa de conferencistas de la Mesa de Enlace con Vicente Massot, director de La Nueva Provincia, reivindicador público del fallecido ex almirante Emilio Eduardo Massera y de la «necesidad» de la tortura.

Un año después, en la Plaza de Mayo, lanzó un incendiario discurso contra el gobierno, y en obvia referencia a Néstor Kirchner y autoerigiéndose en custodio de las esencias justicialistas que jamás le importaron ni antes ni después un varenike, llamó a no confundir «el legado de Perón con la locura de Nerón».

 «Los incontables exabruptos del rabino Sergio Bergman fueron ayer tan desmedidos, tan asombrosamente rabiosos (…) los permisos que se tomó para segregar de esa plaza a todo aquel que no esté infectado de odio hacia el Gobierno son sencillamente inconcebibles (…) Todo lo que dijo solamente echó más leña al fuego», comentó entonces azorada Sandra Russo en una columna previsoramente titulada «Ojo con Bergman».

«Mi know how es conciliar, hablar y acercar a las partes» dice ahora. Su voz suena tan meliflua como la del lobo disfrazado de abuelita.

Como te digo una co te digo la o. Hace poco Bergman decía que era «de centro, del justo medio de la ley» e incluso que «soy de izquierda, pero del estilo de la izquierda uruguaya». También decía que únicamente consideraría la posibilidad de postularse a un cargo electivo «»si los valores de la Constitución estuvieran en serio riego».  ¿Llegó ese momento? Porque el rabí lanzó su candidatura a la jefatura del Gobierno porteño por un fantasmagórico Movimiento Ciudadano con el eslogan «Me decidí por vos», que es como decir «a pedido del público». Ahora bien ¿quién se lo pidió? Y en ese acto dijo sin ponerse colorado que su movimiento está en avanzadas conversaciones con, entre otros, los partidos socialista y radical.  Pero no había allí dirigentes de ninguno de los dos.

Por el contrario, Bergman lanzó su candidatura acompañado por  Mauricio Macri – su teórico rival–, el ultramenemista Alberto Kohan, y el impresentable «Rey de la soja» de perenne campera amarilla, Alfredo Olmedo, a cuyo acto de cierre de campaña para las recientes elecciones de gobernador de Salta viajó. «Defiendo lo inefendible», terminó reconociéndole a Iván Ruiz, el periodista de La Nación que lo entrevistó y puso en entredicho su apoyo a esa candidatura..

¿Centroizquierdistas? Otros presentes en su lanzamiento –decididamente noventista– fueron Horacio Rodríguez Larreta (a quien el rabino se ofrece indisimuladamente a secundar en una eventual fórmula del mismo modo en que lo había hecho antes con Gabriela Michetti), los ministros Esteban Bullrich y  Guillermo Montenegro; el jefe de la Policía Metropolitana, Eugenio Burzaco; el ex ministro de la Producción bonaerense Carlos Brown por el duhaldismo; Emilio Perina, Jorge Castro y Pascual Albanese (ambos en nombre del Instituto de Planeamiento Estratégico) por el postmenemismo; la diputada nacional evangélico-cobista Cynthia Hotton y Guillermo Alchourón.

Por lo demás, Bergman se apunta en cuanto  think-thank de derecha hay. Por ejemplo a la Fundación Libertad que cobija a Mario Vargas Llosa, José María Aznar y Marcos Aguinis, un alma gemela.

Bergman se contradice permanentemente pero parece importarle un pito circuncidado o no: se diría que está convencido de que el electorado es una recua de descerebrados que jamás le pedirá que rinda cuentas.

Así, en la referida entrevista que publicó La Nación el pasado domingo dijo que una de sus virtudes es «la coherencia entre lo que digo y hago».

Tanta vergüenza ajena provoca que el mensuario progresista Nueva Sión de marzo llevó en su tapa a tres figuras universales del judaísmo, Maimónides, Baruj Spinoza y Martin Buber tomándose la cabeza y preguntándose a coro: «¿Qué hemos hecho para merecernos a Bergman?»
Recuadro
AMIA: ¿Se repetirá la historia?
En pocos días, el jueves 12 de mayo, una asamblea de 90 representantes –una especie de colegio electoral surgido de las recientes elecciones– elegirá una nueva conducción de la AMIA. Es decir, tendrá que resolver si la mutual seguirá en manos de los ortodoxos religiosos o regresará a las de los laicos. Para eso hace falta reunir a la mitad más uno, es decir 46 votos.

Los ortodoxos (Bloque Unido Religioso) tienen 37, Acción Plural, el sector más liberal en materia religiosa, 32; Lajad 3 (se supone que votarán con el BUR) y el Frente Comunitario 18, de los que 5 responden al subloque AMIA para todos, de Bergman. Por lo que es posible que sus votos vuelvan a ser decisivos.

Que Bergman le diera el control de la AMIA a los ortodoxos tuvo consecuencias tan paradójicas como resonantes. Paradójicas porque ellos no reconocen las ordenaciones «conservadoras» (como se llama en el judaísmo al sector progresista) y por lo tanto que Bergman (ni su cuñado, el empresario periodístico y ex tesorero de la AMIA Sergio Szpolsky) sean verdaderos rabinos. Resonantes porque hace unos pocos días los directivos de la AMIA días negaron el entierro en La Tablada al bebé nonato de una oficiante religiosa del templo de Florida porque la madre de ella (es decir, la abuela del bebé) no era judía de nacimiento, sino que se había convertido. Por lo que a pesar de que tanto el padre como el marido de la cantante litúrgica sean judíos, no consideraron que ni ella ni su hijo sean judíos «genuinos».

Si eso no es racismo puro y duro que baje Yavhé y lo vea.

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