ESMA: El testimonio de Juan Gasparini

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DESAPARECIDOS

El botín de Graiver y Montoneros era deseado por la Armada, según un sobreviviente de la ESMA


BUENOS AIRES, sep 30 (DyN) – El periodista y escritor Juan Gasparini aseguró hoy a la Justicia que fue interrogado insistentemente sobre el banquero David Graiver y los fondos monetarios de la organización de origen peronista Montoneros, al ser torturado en el centro clandestino de detención de la dictadura Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

«Me preguntaban mucho por cuestiones financieras: David Graiver y las inversiones de los Montoneros en Cuba. También me interrogaban por unos supuestos ‘Doctor Paz’ y ‘Doctor Peñaloza’ que según ellos presuntamente iban a retirar dinero a las oficinas de Graiver», dijo el testigo al prestar declaración en el llamado juicio de la ESMA contra 18 marinos que lleva adelante el Tribunal Oral Federal 5 (TOF5).

Gasparini, que se identificó como «militante de lo que se llamaba Tendencia Revolucionaria del peronismo», confió a los jueces que «yo no sabía nada de lo que me preguntaban sobre dinero y les decía a los marinos lo que se sabía en la militancia: que Montoneros tenía acuerdos con la Confederación General Económica (CGE) del José Ber Gelbard, que en ese momento estaba exiliado en Estados Unidos».

El autor del libro «Graiver, el banquero de los montoneros» recordó que fue secuestrado el 10 de enero de 1977 por una ‘patota’ de la ESMA , comandada por el entonces jefe de ese centro clandestino de detención capitán Jorge «El Tigre» Acosta, y sometido a tormentos desde ese mismo día en la sala de torturas que «en la puerta tenía el número 13 y un cartel que ponía Avenida de la Felicidad «.

Lo llamativo del testimonio de Gasparini es que destapa el interés de la Armada por conocer en enero de 1977 sobre el patrimonio de Graiver y de los Montoneros, es decir tres meses antes que lo manifestara el Ejército al secuestrar a partir de abril de 1977 a la viuda del banquero, Lidia Papaleo, y otros miembros de su familia del banquero en el centro clandestino «Puesto Vasco».

Gasparini, quien recordó que dentro del centro clandestino de detención «yo era el número 774 y me llamaban por ese número», identificó y señaló en el banquillo de los acusados a los capitanes Juan Carlos Rolón, «Juan» y Ricardo Miguel Cavallo, «Sérpico», como ejecutores del operativo en que asesinaron a su esposa, Mónica Jáuregui, en el departamento de la calle Sánchez de Bustamante 731, noveno.

«También intervino un tal Suárez, que vino y me dijo que él le había dado el tiro de gracia a mi mujer para matarla», añadió.

El testigo aseguró haber visto dentro del sector llamado «capucha», el altillo donde permanecían atados los prisioneros, en enero de 1978 cuando «la sacan moribunda a Norma Arrostito (ndlr: fundadora de Montoneros) porque la habían envenenado con una inyección que le provocó la muerte» e identificó al autor como «el mismo médico que controlaba mis paros cardíacos en las sesiones de tortura».

También contó que al ser trasladado al único baño que había en la tercera planta donde estaba «capucha» pudo observar a través de un espejo a «una mujer alta y delgada asomarse desde una ducha y mucho después al ver fotos publicadas en la prensa supe que ella era la monja francesa Alice Domon», la religiosa gala desaparecida con su compañera Leonie Duquet.

Gasparini relató que padeció el encadenamiento de los tobillos durante casi un año «desde enero a diciembre de 1977…tengo el récord de grilletes» e incluso exhibió en la audiencia las cicatrices que ello le dejó en sus piernas, así como otra en un codo, producto ésta de sus golpes contra la ‘parrilla’, un elástico metálico de cama, donde recibió los tormentos.

Además, sacó de su bolsillo una prenda de color negro y la exhibió con la mano en alta: «Acá traje el tabique con que me vendaban los ojos en mi cautiverio. Lo saqué de la ESMA y conservé todos estos años para aportarlo al juicio».
JII


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