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GAUCHESCAS. Acerca de los dichos del Pepe Mujica sobre Néstor y Cristina. Polémica Collazo-Boot

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Traiciono a estos dos gauchos, uno oriental, el otro porteñoentrerriano, porque el primer hizo pública entre una o dos decenas de personas escogidas un texto en el que, paradójicamente, pide que no se difunde, y el segundo del que acaso haya sido su más persistente editor y agente literario, ha solido confiarme otros textos más comprometidos que éste. JS


Por Alejandro Collazo

«Pepe Mujica: el presidente pobre que los ricos aman», dice el Pibe Trosko en su página. Una frase muy ocurrente que encierra la actitud que los «ricos» argentinos tienen hacia Pepe (en algunos otros lugares lo difunden pero nada más); no pasa lo mismo con los «ricos» uruguayos, quienes lo detestan. Pero la vida tiene sus paradojas;  compañeros de ruta de Pepe y del Frente Amplio, que hasta no hace mucho lo ensalzaban desmedidamente,  han empezado a utilizar esa frase  (antes y después del desafortunado micrófono abierto) a raíz de discrepancias, desencuentros comerciales, canales no dragados  y litigios varios.

¿Es responsable Pepe de que la derecha argentina lo use para pegarle a Cristina? La pregunta se responde  sola.

¿Qué debería hacer Pepe? ¿Mudarse de la chacra? ¿Vender el fusca y comprarse un audi? ¿Cambiar de pilchas? ¿No hablar en Río sobre la sociedad de consumo? ¿ ¿No donar el 80% de su sueldo? Aunque en esto no es original, pues Tabaré donaba todo su sueldo, como presidente y como intendente; por concepción pero fundamentalmente porque podía hacerlo, porque tiene sus ingresos por su profesión. La diferencia es que Tabaré jamás lo dijo ni lo propagandeó.

Pero volviendo a Pepe y la utilización que hace la derecha argentina, no es para nada original. Acá en Uruguay la derecha también usa a gobiernos o líderes de otros países para pegar; el problema es nuestro si le damos pelota.

Si algo nunca logró Pepe, por suerte, es que los ricos uruguayos lo quisieran o lo elogiaran. Él lo decía el otro día en la radio: cuando buscó caminos de encuentro con Argentina después del conflicto de los puentes lo trataron de genuflexo (calificativo feo si los hay), de no defender los intereses uruguayos, etc. Cuando se le escapó el micrófono le pegaron por no cuidar «la hermandad» y «debía disculparse», con signos de exclamación; cuando habló por la radio y mandó la carta, también le pegaron.  Y así con todos los temas; le han pegado sin descanso. No solo le han pegado sino que también han combatido las políticas que implementa como también pasó con Tabaré; sin ir más lejos recientemente presentaron un recurso de inconstitucionalidad del ICIR, que es un impuesto que se votó el año pasado para que los grandes terratenientes (individuos o empresas) pagaran un impuesto cuya recaudación estaba destinada a la rotura de la caminería rural; tampoco lo quieren ahora que se diseño un adicional al Impuesto al Patrimonio (en reemplazo del ICIR) para que los mismos pongan esa guita. Y así con prácticamente todas la medidas de gobierno que ha tomado.

Por eso lo que es una frase divertida en un página de humor, se convierte en descalificativa cuando se utiliza en la discusión política.

Tabaré tuvo la misma suerte desde que apareció en  1989, palo y palo sin parar; con un breve período de descanso: los 4 meses en que Pepe fue candidato a presidente. La derecha decía «Mujica no es como Tabaré, etc»; obvio, Tabaré no competía y elogiarlo no significaba mayores costos  y ayudaba a pegarle a Pepe. Eso sí, apenas abrió la boca cuando ya no era presidente y es un posible competidor en las próximas elecciones, le dieron para que tenga.  Y dale que va.

El problema no son Pepe ni Tabaré ni Cristina ni Lula ni Néstor ni Chávez ni Evo ni ninguno de la larga lista de presidentes de América Latina. El problema lo tenemos las fuerzas progresistas y de izquierda cuando nos dedicamos a comparar «quien hizo esto y quien hizo aquello», en tal país se hizo tal cosa y en el otro no lo hicieron, si fulano dijo tal cosa o mengano contestó tal otra, como si fuera una competencia entre unos y otros, sin entender (o entendiendo pero soslayando)  que los procesos políticos y sociales de cada uno son diferente, porque diferente fue nuestra historia social y política durante el  siglo XIX y XX y porque diferente han sido los procesos que cada uno ha vivido y sufrido. Cuando se buscan diferencias entre un proceso y otro, no se hace más que abonar el camino de la desunión y la consecuente destrucción de los gobiernos de izquierda

Desde siempre pero con más razón desde 2005, Pepe y Tabaré le caen muy mal a la derecha uruguaya, que es la que vive y sufre las políticas llevadas adelante por el Frente Amplio. A la derecha uruguaya no le cae bien este ciclo de crecimiento económico con distribución de la riqueza, no le gusta que se convoquen los Consejos de Salarios (Paritarias) que habían desactivado en 1990 y que el gobierno vote (cuando no hay acuerdo) en el 96% de los casos con los trabajadores; la derecha uruguaya recurrió ante la OIT la Ley de Negociación Colectiva del gobierno de Tabaré; la derecha uruguaya no festeja la Reforma Tributaria, ni la de la Salud, ni el Plan de Igualdad y el resto de la políticas del Mides, ni la entrega de tierras a colonos, ni las leyes de derechos ciudadanos,  y el largo etcétera que podría aplicar. Hace  un tiempo que aparecieron indicios ciertos de que hay petróleo en Salto y en el Atlántico; la derecha uruguaya se calló la boca, ni la más mínima expresión de alegría porque puede significar que no debamos importar el 100% del petróleo que consumimos y la consiguiente independencia energética. La derecha uruguaya combate  las políticas del Frente Amplio con todo lo que tiene y como puede, especialmente los medios de prensa (ninguna originalidad). Con su caballito de batalla a nivel continental que permea a cierta izquierda: la inseguridad.

Por eso resulta digamos, risueño, leer que Mujica y el Frente Amplio fuimos derrotados ideológicamente; y sobre todo que se fundamente enumerando las pasteras (hay una funcionando, otra terminándose y el anuncio no confirmado de una tercera), «las nuevas mineras» (es una), sobre los capitales y los paraísos fiscales (cuando se ha ido desmantelando el andamiaje jurídico montando en décadas),  etc.

¿Solo en Uruguay hay pasteras y mineras? Obviamente no ¿Cuál es la razón de que quienes fugan capitales de Argentina, no tienen en Uruguay uno de sus principales destinos como antes? ¿No será que no encuentran las ventajas para lavar que tenían antes? Las realidades de cada país merecen un poquito más de análisis antes de emitir juicios tan terminantes y descalificativos.

Pero lo más insólito es que se hable de los marginados y la desigualdad social, cuando en 2004 la pobreza alcanzaba el 40% y hoy es el 12%, la marginación era el 5 % y hoy es el 0,5% y cuando el índice de Gini mejora año a año: Uruguay es el país de América que tiene el menor, 0,38.

¿Hay pobreza y marginación en Uruguay?  Claro que sí !!  ¿Alguien pensaba que se acabaría de un día para el otro? Se equivocaba. ¿O acaso el neoliberalismo y sus peores consecuencias se acaban por la sola expresión de deseo? Vamos, ¡por favor!

Para los que conocen Montevideo, yo vivo en La Teja, el barrio del Club Progreso y de Tabaré. Es una zona que era un barrio fabril, que vio cerrar a la mayoría de ellas; a mediados de los 90 entre los vecinos y la Intendencia abrieron un  buen número de comedores y merenderos, producto de la marginación que fue cerrando fuentes de trabajo y empujando a la gente a los asentamientos. Hoy han empezado a cerrarse uno tras otro (aunque subsisten algunos) porque ya no hay población para atender porque los padres de los gurises tienen trabajo y comen en sus casas. El año pasado Tabaré y Pepe, en una ceremonia conjunta con la Directiva de Progreso, cerraron el más antiguo de todos: el que abrió Tabaré en 1982 en la sede del Club; y en el mismo lugar y momento abrieron una Escuela Técnica que da clases de Informática y Gastronomía.

El tema es cuál es el rumbo del gobierno y cuáles son las políticas que se aplican para combatir la pobreza y la marginación y avanzar en procesos de distribución de riqueza; en los gobiernos del Frente Amplio se aplicaron políticas de emergencia social pero fundamentalmente políticas de promoción del empleo y la búsqueda de inversiones. Porque hasta 2004, Uruguay era (después de Haití) el país del continente con menor inversión en relación a su PBI (menos del 2%) y hemos logrado que el año pasado sea el 22%. ¿Cualquier inversión? No. Se ha priorizado aquella que agregue valor, que genere puestos de trabajo y dentro de los stándares mundiales en el cuidado del ambiente.

Hoy la desocupación está en el mínimo histórico, girando en torno al 6% (6,1 el mes pasado, 5,8 en diciembre), en el momento en que la tasa de empleo es la más alta desde que se mide (65%) y estamos en el mayor grado de formalización del trabajo (trabajo informal 40% en 2005 y 27% en 2012).

Todo esto pueden ser números y números que digan poco para algunos. El tema es verlo en el conjunto de las políticas que se desarrollan y que han hecho que Uruguay mantenga un ciclo que no conocía desde por lo menos 60 años.

Hoy el debate en la izquierda uruguaya es como consolidar lo logrado y superar la etapa de emergencia para pasar a una etapa de desarrollo y profundización del proceso. Hay diferentes opiniones que se expresan y debaten abiertamente para la preparación del programa para el próximo período de gobierno. Ese debate, hasta ahora incipiente, gira respecto a si seguir con las políticas actuales o complementarlo con políticas activas hacia determinados sectores que agreguen valor a nuestra economía.

Por eso, mirar la realidad con anteojeras que no van más allá de si Pepe es bueno o Pepe es malo, si fue derrotado o se derrotó solo, no va más allá de un análisis «literario» de la realidad, que busca la frase más ocurrente para el aplauso rápido o la cadena festiva que diga «lean esto, bo» o «leelo, viste», según sea la orilla.

Hay un tema que menciona que no voy a omitir: la posición del MLN (no solo de Pepe) respecto al juicio a los torturadores. No comparto la «lógica de los combatientes»; discrepé siempre con los tupas en ese tema y lo sigo haciendo, porque omite el terrorismo de estado y reduce la historia a «dos bandos que se la dieron, uno ganó y el otro se la banca». Mujica nunca escondió lo que pensaba, desde antes de ser diputado y senador; el que quiso, lo oyó. Y se discutió en los Congresos del FA con suerte dispar en cada momento, y se sometió a plebiscitos, etc. Pero eso no tiene patente uruguaya; es una lógica de muchas fuerzas de izquierda en América. El debate entre esas concepciones respecto a las dictaduras tiene más de 30 años y seguirá. Y lamentablemente, en varios países que ha habido dictaduras y las consecuentes violaciones a los derechos humanos, ese debate se mantiene.  Por eso tienen mayor valor, tienen un valor político que no siempre se valora, las políticas de Néstor y Cristina al respecto, porque no es moneda corriente en el barrio.

En Uruguay el mayor avance se dio en el gobierno de Tabaré (donde fueron en cana casi todos los que están presos), que cumplió con lo resuelto en el Congreso del FA de 2003. ¿Falta? Demasiado para mi gusto. Y a pesar de la actual integración de la Suprema Corte de Justicia y su resguardo a la impunidad, esto no se acaba.

Ahora bien, una cosa es discrepar con compañeros que tienen una concepción diferente y otra muy distinta es tratarlos de traidores que transaron con los milicos como algunos suelen hacer con una facilidad asombrosa.

El sentimiento de derrota va en proporción a las expectativas que cada uno tiene para cada etapa. Si se tenían  para un  futuro inmediato, expectativas de cambio de sistema con un chasquido de dedos, obvio que se sentirá derrotado; pero quien así pensaba y votó al Frente Amplio lamentablemente votó equivocado. Tanto Tabaré como Pepe, se aburrieron de decir que aquel que pensara que se iba a transformar todo de un día para el otro, que mejor no los votara porque no era lo que proponía el FA. Sin embargo, los hechos mostraron que el proceso pudo ser  mucho más rápido y profundo que lo que muchos pensábamos, habida cuenta de la situación del país el 1º de marzo de 2005.

Si el sentimiento de derrota pasa por lo ideológico pienso que refleja una concepción cortoplacista o de ritmos más acelerados para los cambios; difícilmente pueda (yo) conocer las políticas que se han desarrollado (en su detalle) en todos los países de América Latina, pero de lo que conozco, nada me hace pensar que en lo ideológico estemos derrotados.

Por otro lado, ¿quién se erige en guardián de la pureza ideológica? ¿quién define quien fue derrotado ideológica o políticamente? ¿Alguien más que los ciudadanos de cada país, el pueblo, puede abrogarse esa facultad? La experiencia demuestra que no nos fue muy  bien cuando algunos se sintieron por encima de las voluntades de las mayorías.

En todos los países del continente donde gobierna la izquierda, hay desprendimientos de sectores políticos de la llamada «ultraizquierda» a los que les parece poco lo que se hace; sin dudas, con todo derecho. Lo que no comparto es que se mate a los propios (a los que critican a «nuestro» gobierno),  ante la menor discrepancia, pero se considera «compañeros» a los «ultras» de los países vecinos; porque cuando uno ve el relacionamiento internacional de esos grupos, andan juntos los propios y los ajenos. Para ser más claro: las críticas que recibe el FA de la Asamblea Popular o sectores afines son las mismas que recibe el Frente para la Victoria del PO, del PST y toda la fauna circundante.  El izquierdismo sigue siendo la enfermedad infantil de los procesos de cambio y nadie tiene la vacuna contra ello.

Lo otro que es difícil de entender es el sentimiento de derrota para quien tuvo que cerrar los ojos para votar al Pepe; vaya uno a saber si al cerrar los ojos, no le erró a la papeleta. El sentimiento de «asquito» que expresa en el primer párrafo es de lo más clasista y discriminador que he leído «en nombre de la revolución».

Hago mía la frase del general Líber Seregni: «Yo les he dicho a mis compañeros que importa, por supuesto, la decisión que tomamos, pero importa por sobre todas las cosas, la mañana siguiente. Todas nuestras decisiones deber estar pensadas, calculadas y jugadas con la responsabilidad, por sobre todo, de la mañana siguiente».  Con ese ánimo van estas líneas, sabiendo que no alcanza con quedarse con la última palabra, ni encontrar el argumento más ingenioso para discutir, sino que lo que importa es el camino y quienes van con nosotros.
Finalmente, en la cadena donde se pasa la nota hay una sucesión de invitaciones a pasarla para reflexionar y debatir. No es mi intención que se haga lo mismo con esto; es más, les pido que no la pasen. Escribí porque Carlos me lo mandó y expresé  lo que pienso. Pero me gusta discutir mano a mano y con fraternidad y saber con quienes lo hago (cosa que el ciberespacio no permite). Cuando me sumo a discusiones vía internet, es por decisión propia y en ámbitos que elijo. Si lo hago en este grupo es porque están  Carlitos (el editor Carlos Benítez, N. del E.)  Agustín (nom de guerre de Teodoro Boot. N. del E. ) y con eso me alcanza.

Saludos orientales,
                                    
Alejandro


 

Por Teodoro Boot

Estaría bueno saber qué es una bosta para Collazo, pues la nota que comenta desarrolla dos líneas de argumentación diferentes: una, que Mujica y el Frente han sido «ideológicamente», derrotados. La otra, que Mujica y varias de sus características son usadas como coartadas políticas tanto por la derecha como por cierta pretendida centroizquierda argentinas.

Respecto a lo primero, me gustaría leer una explicación algo menos sintética y tajante como que la nota «es una bosta». Ansío una explicación de la política de Mujica y del Frente en general (que no son la misma cosa, ya que Mujica expresa una de las líneas del Frente) que refute razonablemente comentarios de orientales amigos míos que lo putean en chino y en francés. A veces me doy cuenta de lo sesgado y extremadamente subjetivo de sus observaciones, pero no puedo refutarlas. Otras, esas observaciones me parecen razonables, aunque a primera vista, ninguna me parece de peso suficiente para haber abandonado el Frente, tras tantas décadas de militancia y exilios. Yo mismo puedo llenar un libro de quejas respecto al kirchnerismo, sin por eso dejar de apoyar a Cristina. Pero no puedo saberlo ya que carezco de información suficiente del Uruguay y los adjetivos (des) calificativos mucho no aportan al esclarecimiento de nadie.

Pero la segunda línea de razonamiento del autor de esa nota no me parece para nada desacertada: Mujica, el Uruguay, y Chile y hasta Brasil son usados como excusa, tanto por derecha como por «centroizquierda» para denostar al gobierno argentino, en un mecanismo que de tan habitual ya aburre por parte del cipayismo vernáculo (y creo que el de otras semicolonias también). De ser uruguayos, quienes aquí ensalzan a Mujica para denostar a Cristina, dirían que Mujica es sucio, malentrazado, impresentable y borracho. Así como sus pares brasileros decían que Lula era curda y ladrón.

Ni Lula ni Pepe tienen ninguna responsabilidad en ese mecanismo cipayo, más viejo que la injusticia, de ensalzar lo ajeno para descalificar lo propio.

Siempre me resultó sospechosa la aparente unanimidad que conseguía Tabaré: si de movida no puede haber unanimidad en ninguna sociedad, mucho menos ha de haberla cuando de transformarla se trata, para hacerla menos injusta y más igualitaria. No parece ser el caso de Mujica, al menos en lo referido a la política exterior. En ese plano, que es el único que uno puede calibrar con más elementos, Mujica me parece de lo mejor que ha producido y puede producir el Frente. Y creo que por eso le pegan tanto blancos y colorados.

Y en cuanto al supuesto insulto, tendrían que dejarse de joder con taradeces, como si fueran españoles, que se toman las cosas al pie de la letra: ningún rioplatense puede tomarse a mal lo de la vieja o el tuerto. Son  términos inadecuados para el trato diplomático y aunque no hubieran sido hechas en ese ámbito, es razonable que la cancillería argentina presente una protesta y finja enojarse, porque eso se espera de una Cancillería, pero tratándose de modos de hablar habituales, es increíblemente ridículo que los que no son diplomáticos se lo tomen en serio.

Lo que es en serio es lo que subyace: la bronca uruguaya por algunas políticas comerciales argentinas. En algún caso, la bronca se justifica ya que Guillermo Moreno suele sobreactuar, pero convengamos también en que la dirigencia del Uruguay (por no decir «los uruguayos», una generalización muy injusta) se la pasa llorando la carta, pero nunca deja de remar para adentro. Entonces, cuando por una vez un gobierno argentino rema para adentro, no es cuestión de ponerse en víctima.

¡Y a ver Collazo si se me espabila y deja de comentar como barrabrava porteño!


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