Gonzalo Chaves: «López Rega no fue el jefe de la Triple A»

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Buenos Aires, 10 de junio (Télam).- José López Rega fue «un asesino serial pero nunca fue el jefe máximo de la la Triple A», señaló el investigador Gonzalo Leónidas Chaves, en referencia al cabo de la Policía Federal que ascendió a comisario general tras ser secretario privado de  Juan Perón y ministro de Bienestar Social.
Gonzalo Chaves es un veterano dirigente político y sindical cuyo padre, Horacio Ireneo, y su hermano Rolando, fueron asesinados por los escuadrones de la muerte paraestatales que tuvieron su auge durante el gobierno de María Estela «Isabel» Martínez de Perón.
Horacio Chaves fue  un suboficial del Ejército que participó del incruento levantamiento militar que el 9 de julio de 1956, hace 55 años, encabezó el general Juan José Valle contra la dictadura del general Pedro Eugenio Aramburu, que había derrocado a Perón.
Como Julio Troxler, el padre de Gonzalo Chavez logró sobrevivir a la impiadosa represión que incluyó una treintena de fusilamientos, pero fue asesinado 18 años después por la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) también llamada «las Tres A» o «Triple» A.
Gonzalo Chaves postula que las escuadras de sicarios de la Triple A siempre estuvieron bajo el control operacional de los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas.
Chaves (La Plata, 1939) no es un improvisado: participó de lleno en las luchas de los años ’70, conoció el exilio y luego se dedicó luego a la investigación histórica. «La masacre de Plaza de Mayo», publicado en 2005 por Ediciones de la Campana, acaso sea su trabajo más logrado.
Al cumplirse 55 años del fusilamiento del general Valle y sus infortunados compañeros,  Chaves adelantó a Télam parte del contenido del libro que está terminando de escribir.
«La Triple A siguió funcionando después de López Rega, el comisario Juan Ramón Morales, el inspector Rodolfo Eduardo Almirón y el suboficial Miguel Ángel Rovira se fueran del país, el 28 de julio de 1975. Se suponía que ellos eran el Estado Mayor de la Triple A, pero la Triple A siguió funcionando hasta el último día de democracia», destacó Chaves en respaldo de su tesis.
«Y es que la creación de la Triple A fue parte de la doctrina militar francesa. Está en los manuales de los militares argentinos que fueron adoctrinados en Francia y en las clases de los militares franceses que vinieron a la Argentina», adelantó.
Chaves señaló que una de las cosas que más llaman la atención de la Triple A es que entre sus víctimas no hay ningún jefe guerrillero. «¿Por qué? Porque esa no era su misión. Su misión era otra: ir por la retaguardia. Porque la doctrina francesa postula que no hay que ir detrás de los combatientes sino golpear a la retaguardia, sacarle el agua al pez».
«Por eso las víctimas de la Triple A fueron dirigentes políticos, sindicales o sociales. Peronistas o de izquierda, siempre con representación social», agregó.
«La Triple A no tenía un jefe nacional -explicó. “En cada provincia tenía una conformación distinta. En la Provincia de Buenos Aires estaba integrada mayoritariamente por personal retirado de las policías federal y bonaerense y de las fuerzas armadas. Que contaban con la colaboración de grupos de ultraderecha del peronismo, porque tuvieron la picardía de trabajar por líneas internas adentro del movimiento».
En cambio, «en Córdoba, el Comando Libertadores de América estuvo en su mayoría integrado por oficiales del Ejército en actividad, y por policías, también en actividad» y  «en Tucumán, el accionar primario de la Triple A dejó de existir cuando comienza el Operativo Independencia, porque (la Triple A) se incorporó a esa estructura.
“A partir de entonces, en Tucumán la Triple A fueron directamente las Fuerzas Armadas», aseguró Chaves.
«¿Qué unificaba a estos grupos?», se preguntó retóricamente. «Una doctrina y la provisión de recursos para operar».
«La doctrina militar francesa -continuó- dice que el arma más importante en la lucha contra la subversión es la  información. Por eso todo el accionar de la Triple A estuvo dirigido por la inteligencia de las Fuerzas Armadas, que ponía los objetivos».
Chaves dijo que primero se implementó la doctrina francesa y más tarde la estadounidense. “La Doctrina de la Seguridad Nacional la importó el general (Juan Carlos) Onganía (dictador entre 1966 y 1970) ya en 1964. Luego ambas se fusionaron, pero la base fue francesa. Como explica el general Martín Balza, a esa base se le añadió después el aporte de los Estados Unidos”.
Chaves afirma que la doctrina francesa ya se puso en ejecución durante el gobierno de Arturo Frondizi  con el Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado) que en los años 1960 y 1961 reprimió huelgas y protestas populares sometiendo a los activistas a tribunales militares.
“Sus primeros difusores llegaron en 1957. Los trajo el general Pedro Eugenio Aramburu  (que tras el derrocamiento de Perón, era presidente de facto) y fueron los tenientes coroneles  Patrice de Naurois y Pierre Badie».
Destacó además que el coronel Horacio Ballester, fundador del Centro de MIlitares por la Democracia (Cemida) reconoció que en el año 1958 él y otros oficiales que habían viajado a Francia implementaron dos planes en las fuerzas armadas y de seguridad: Hierro y Hierro Forjado.
«Hierro propagó la doctrina y Hierro Forjado cuadriculó el país, estableciendo zonas, subzonas y áreas. Es decir que lo sustancial de lo que se aplicó a partir de marzo de 1976 ya se había aplicado en con el Plan Conintes. Básicamente, se trata de la misma planificación», puntualizó.
«La Triple A fue parte integrante de la doctrina francesa. Los escuadrones de la muerte ya se habían hecho en Argelia. También existieron en Brasil, no es que se inventaron en Argentina», insistió.
Chaves dijo que hay libros, artículos «e incluso compañeros bien intencionados que consideran equivocadamente que López Rega fue el jefe máximo de la Triple A, lo que contribuye a difuminar el papel determinante que tuvieron las Fuerzas Armadas».
«López Rega fue un asesino serial, una pieza importantísima. Pero no fue quien inventó la Triple A, ni su jefe. Fue, sí, una especie de coordinador general, pero sólo en la Capital y Gran Buenos Aires», concluyó. (Télam)

EJEMPLOS (CON TRIPLE A-HISTORIA)

CRIMENES QUE SÓLO PUDIERON EFECTUARSE CON VENIA MILITAR 

Buenos Aires, 10 de junio (Télam).- Entre los ejemplos que ofrece el investigador platense Gonzalo Chaves para respaldar su hipótesis de que la Triple A siempre estuvo controlada por los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas, hay algunos producto de su observación directa.

Se trata de acciones de Terrorismo de Estado inmediatamente previas al golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976.

El 13 de enero de 1976 en Propulsora Siderúrgica, lo que después sería Siderca, en Ensenada, fueron secuestrados dos delegados, Salvador «El Pampa» Deláturi, de 32 años y Juan Carlos Scafide, de 28, supervisor, militante del Partido Socialista de los Trabajadores (PST).

“Aparecieron muertos al otro día en un arroyo de Ignacio Correa, cerca del Pozo de Arana. Deláturi hacia poco tiempo que se había ido del Partido Comunista e ingresado al PRT. Al otro día hay asamblea en la fábrica y se decide hacer un paro. La coordinadora de gremios y comisiones internas en lucha de La Plata, Berisso y Ensenada llaman a un paro regional. Pararon los astilleros (Río Santiago), la Petroquímica General Mosconi, Indeco, Kaiser Aluminio, las empresas más importantes”, relata Chaves.

Al otro día, cinco mil trabajadores fueron al entierro de Carlitos Scafide. A la salida, camiones del Ejército los pararon, revisaron y detuvieron a algunos. Tres de estos detenidos, de los astillleros, fueron llevados a la U-9 de La Plata, la Cárcel Modelo. Fueron liberados recién el 19 de febrero. Fueron Ángel «Gogo» De Charras, de la sección montaje, Silvio Marote, de maniobras, y el técnico Alcides Méndez Paz. Inmediatamente son secuestrados y desaparecidos.
“Cuando ocurrió –recordó Chaves- ya estaba en ejecución el decreto de aniquilamiento (de la subversión, firmado por el presidente provisional Ítalo Luder y sus ministros) y todas las fuerzas policiales y de seguridad estaban subordinadas a los militares y bajo su estricto control. El presidente de los astilleros era el capitán Enrique Carranza. Los llamó, les pidió disculpas por lo que había pasado y les dio dos meses de licencia. Marote y De Charras evitaron volver a sus casas, Méndez Paz no y esa misma noche lo secuestraron”.
“Ensenada era territorio de la Marina”, continuó Chaves. Y agregó: “El 19 de marzo, a menos de cinco días del golpe, secuestraron a tres trabajadores de los Astilleros, Fortunato Agustín «Nato» Andreucci, de 55 años; Jorge Pedro Gutzo, de 40, delegado, y José Luis Lucero, de 29. Al día siguiente aparecieron acribillados en Abasto, a la salida de La Plata”.

Por último, Chaves recordó que el 22 de marzo, dos días antes del golpe, un grupo fuertemente armado fue a la casa de Rodolfo Agoglia, en City Bell, dónde había –y hay– un cuartel del Ejército.

“Como Agoglia, que  había sido delegado interventor en la Universidad Nacional de La Plata, puesto por el presidente (Héctor) Cámpora, no estaba, relató Chaves, “sacaron a la calle a su hijo a la calle, un  pibe que militaba en la Juventud Peronista, y lo mataron delante de su familia. Después pusieron una bomba que tiró media casa abajo y se fueron”.
A su juicio, tamaño despliege sólo se pudo hacer gozando de un “área libre” o “zona militar” por parte de las autoridades militares. (Télam)

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