Hagamos como que

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Me gustaron estas dos notas de Millás. La segunda, que ya tiene unos cuantos días, demuestra como los alcaldes derechistas de Madrid y Buenos Aires son igual de brutos y al mismo tiempo despreciativos de la educaciòn y los educadores.

Finjamos que

JUAN JOSÉ MILLÁS

Finjamos que las elecciones se han convocado de buena fe, como si no hubiera habido ya un traspaso de poderes ni Rajoy hubiera sido tocado por el dedo de Zapatero como en su día fue tocado por el de Aznar. Simulemos que Zapatero no ha transmitido al electorado la idea de que la solución a la crisis es de derechas, incluso de extrema derecha. Hagamos como que no hemos oído decir a Felipe González, por poner un ejemplo, que el mejor Zapatero es el anti-Zapatero de los últimos meses. Comportémonos como si a Rubalcaba no le hubieran hundido el barco desde la mismísima Moncloa apenas iniciada su singladura. Aparentemos que el PSOE ha apurado su programa electoral hasta las heces y que no ha tomado ninguna decisión importante que se encontrara fuera de él. Proclamemos que la reforma fraudulenta de la Constitución fue de verdad para calmar a los mercados (que siguen de los nervios) y no para decirnos de forma subliminal quién manda aquí. Guardemos las formas, por favor. Acudamos a las urnas como si quienes se presentan son quienes se presentan y quienes ganan son quienes ganan, procedamos como si fueran a mandar aquellos a los que votamos, como si viviéramos en una democracia en la que la política da órdenes a la economía y no la economía a la política. Vamos a imaginar que el heredero, al que llamaremos vencedor, no será el chico de los recados de un Gobierno de facto formado por especuladores. Que a nadie se le ocurra tirar de la manta, poner las cartas boca arriba, aguarnos la fiesta. Creámonos que los candidatos pueden decir al pueblo la verdad. Afrontemos en fin la campaña con el espíritu entre resignado e ingenuo de quien se dispone a jugar una partida de parchís en un día de lluvia. Respetemos las reglas, por estúpidas, bobas o arbitrarias que parezcan. Sale el que saca cinco y si te como cuento veinte. Venga.

Profesores

Por Juan José Millás

Lo lógico es que el cojo sea partidario de las muletas, el miope de las gafas y el dispéptico del Almax. ¿Quién no intenta mitigar sus carencias? Solo el ignorante contumaz se revuelca feliz en su pocilga. Si no logra disfrutar de Shakespeare, lo borra de la historia de la literatura. Si no ha podido con el Quijote, lo califica de coñazo insufrible. Si no comprende la filosofía, la tacha de entretenimiento inútil para vagos. Millán Astray, uno de los burros más notables y peligrosos de la historia de España, sacaba la pistola cuando escuchaba la palabra cultura. Nos recuerda un poco a Procusto, el célebre personaje de la mitología griega que cortaba o estiraba las piernas de los huéspedes que no se adaptaban a la longitud de su cama. El uno estaba convencido de que la medida canónica de todos los cuerpos era la de su lecho; el otro no soportaba que hubiera alguien con más conocimientos de los que poseía él.

Viene esto a cuento de la carta que Esperanza Aguirre ha dirigido a los profesores de la enseñanza pública de la Comunidad de Madrid. Plagada de faltas de ortografía, les anuncia en ella los recortes que ha decidido aplicar a la educación. La cama de Procusto. Si yo no sé colocar los acentos, que nadie de mi entorno sepa hacerlo. Es probable que Aguirre no haya escrito esa carta, quizá ni siquiera la leyó antes de darle curso (así están las cosas), pero seguro que fue revisada por la Consejería responsable de enseñar a escribir a los madrileños. No pasa nada, tenemos también un responsable de transportes que desconocía la existencia del Metrobús. Cuando saltó el escándalo, Aguirre resistió la tentación de eliminar ese billete a fin de adaptar la realidad al tamaño de su consejero, pero en lo de la ignorancia contumaz parece dispuesta a sacar la pistola. Dice que hacen falta más policías que profesores.


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