Pocas cosas más previsibles (en los grandes trazos, no en las tácticas en las que ojalá siga habiendo sorpresas) que la fórmula que gobernará el próximo cuatrienio. Como dijo Cristina y tantas centenas de miles tan pronto murió Néstor Kirchner, todos supimos en esa hora aciaga que el próximo presidente sólo podía ser ella. Y cuando ella escogió al tándem Filmus-Tomada para disputarle la Ciudad de Buenos Aires a la derecha menefreguista y berlusconiana, todos los que quisieron se enteraron de que a Amado Boudou se le reservaba la vicepresidencia.
Es verdad que después se entró a correr la bola de que también podía ser Juan Manuel Abal Medina (h) y eso desconcertó un poco, pero a la postre la elección fue aquella, una jugada cantada.
En fin, que nada más previsible que la compañera Presidenta.
Los gorilas lloran por los rincones sus frustraciones y se quejan de no se sabe qué. Hay mucha seguridad jurídica y previsibilidad en la Argentina. Pero todavía falta. Por ejemplo, en el campo de la justcia. Ojalá llegue la hora de que quién las haga las pague.