Libia: Ingleses emulan a James Bond y les sale para el tujes

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¿Por qué no ocurrirán las cosas como en las películas? 

IÑIGO SAEZ DE UGARTE

El Gobierno británico ha hecho un ridículo de proporciones épicas al ver fracasar una misión secreta de infiltración en la zona oriental de Libia. Un equipo de militares y espías fue depositado el viernes por un helicóptero a unos 30 kilómetros de Bengasi, aunque algunos medios dijeron que se habían lanzado en paracaídas. Este es el tipo de misiones que se recuerdan de la Segunda Guerra Mundial y que no dejan de aparecer en los medios de comunicación, sea por un libro, un aniversario o simplemente porque a los lectores les encanta volver a verlas. Los tabloides ponen la palabra SAS en un titular y ya saben que van a vender como locos.

Con independencia de cuál fuera el objetivo de la misión, no tardaron mucho tiempo en ser detenidos por un grupo de rebeldes. El equipo estaba compuesto por seis militares de los SAS (Fuerzas Especiales) y dos agentes del MI6. Su indumentaria, todos vestidos de negro, y equipaje los delataba: armas, explosivos y pasaportes falsificados.
El Gobierno había intentado que la noticia no trascendiera y poder así negociar en secreto su liberación. Sin embargo, The Sunday Times dio la noticia esta mañana y horas después la televisión gubernamental libia emitió la grabación de una supuesta conversación entre el embajador británico y un líder rebelde. El diplomático pedía que se solucionara pronto el problema al que llamó “malentendido”. El ridículo iba creciendo porque ahora era una pieza valiosa para la propaganda libia.
Un dirigente del Consejo Revolucionario de Bengasi explicaba así la detención a un periodista de The Guardian: «Llevaban material de espionaje, múltiples pasaportes y armas. Esto no es forma de actuar en una rebelión. Gadafi ha traído a miles de mercenarios para luchar contra nosotros, y la mayoría usa pasaportes extranjeros. ¿Cómo sabemos que estos eran quienes decían ser? Ellos dicen que son británicos y algunos de sus pasaportes son británicos. Pero los israelíes usaron pasaportes británicos cuando mataron a ese hombre en Dubai».
A lo largo del domingo, y contra toda evidencia, el Gobierno ha insistido en que se trataba de un «equipo diplomático». Por la tarde, el grupo ha sido liberado y ha abandonado el país en la fragata HMS Cumberland.
«El equipo fue a Libia para entablar contacto con la oposición», ha dicho después el ministro de Exteriores, William Hague. «Han pasado por dificultades que ya han sido resueltas». El Gobierno pretende enviar otra delegación, aunque es de suponer que esta vez lo coordinará con las autoridades de Bengasi y no empleará métodos tan espectaculares como poco efectivos. Atravesar la frontera en coche será un método menos complicado que un viaje nocturno en helicóptero.
Ningún Gobierno occidental ha tenido muy claro cómo enfrentarse a los acontecimientos de Libia, que han evolucionado desde una protesta popular hasta una probable guerra civil. David Cameron ha querido ejercer un protagonismo más activo que otros países europeos y se ha encontrado con que cada iniciativa terminaba en fracaso.
En primer lugar, fue la evacuación de los ciudadanos británicos en Libia, definida por la mayoría de los medios de comunicación como un fracaso embarazoso que llevó a Cameron a pedir disculpas. Hace una semana, el primer ministro se mostró muy agresivo en la Cámara de los Comunes con un llamamiento claro para la imposición de una zona de exclusión aérea. Además, no descartó entregar armas a la oposición libia.
Al día siguiente, Cameron tuvo que plegar velas ante la falta de interés inicial de Washington en las medidas militares. La respuesta a la crisis ha provocado fisuras en el Gobierno. El ministro de Educación, Michael Gove, pidió en una reunión del Gabinete un apoyo más decidido a los rebeldes y criticó la política más cautelosa de Hague. Algunos ministros calificaron la intervención de Gove de “mesiánica”.
Por resumir: evacuación problemática, la vergüenza por las inversiones en la Libia de Gadafi realizadas por empresas, el apoyo a Gafafi del anterior Gobierno laborista, el dinero recibido por la London School of Economics y sus tratos con el hijo de Gadafi, belicismo que se va apagando a lo largo de la semana, divisiones en el Gobierno y por último el papelón de la presunta élite militar.
No lo está pasando tan mal como Gadafi, pero Cameron tiene que estar deseando que esto acabe cuanto antes.
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Esta portada del Sunday Herald escocés lo dice todo de la cobertura de los medios británicos sobre temas militares. Patriotismo desatado, ignorancia, confianza ciega en que los soldados solucionarán cualquier problema sin saber exactamente cómo… Los Black Watch son un regimiento escocés que está preparado por si tiene que intervenir en Libia. ¿Salvar vidas? Bueno, eso es lo que decían cuando estaban ocupando el sur de Irak y acabaron encerrados en sus bases. 

Sobre lo de poner a los soldados a posar con sus armas como si fueran modelos de suplemento dominical, bueno, eso no tiene precio.


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