Loores y maldiciones
Este crimen, como todos los que cometen los imperialistas, cuyo objetivo es someter a pueblos y territorios a la voracidad de sus saqueos, cuenta con el apoyo de los esbirros locales y un sinfin de estúpidos que se acoplan a los calificativos sobre los perseguidos.
Se convierten en indiferentes o en opinadores de ocasión, porque, en definitiva, en algo andarían los perseguidos. En este caso, Gadafi, buena pieza sería.
No pensarían lo mismo si en la televisión mostraran a un joven norteamericano con el zócalo rezando, «este es el joven que remató a Bush» o «a Obama» o «a Sarkozy», o «a Berlusconi».
Y están los que presumen de neutrales y centrados «…yo no celebro la muerte de nadie» o su otra versión «…También esos son una porquería», con cierta pretensión Ddscepoliana, por aquello de «todo es igual, nada es mejor…!.
Gadafi fue asesinado como un héroe al permanecer junto a su pueblo en la lucha aún pese a la desigualdad de fuerzas. Junto a la lealtad de algunos y frente a la traición de otros.
Será un ejemplo mas para quienes levantamos las banderas de liberación.
Durante su liderazgo, Libia, país soberano y rico en petróleo, fue un bastión de los No Alineados, a la par que mostraba muy bajos niveles de desocupación y un supervit educativo.
No se plegó a las políticas de relaciones carnales ni a los dictados del consenso de Washington.
Estas líneas ya no tienen el contenido de vivas y apoyos, como otras anteriores, porque Gadafi, lamentablemente, está muerto.
Simplemente son nuestro testimonio de bronca e indignación, con la esperanza que en un futuro próximo ese territorio hoy invadido y saqueado, con el vergonzoso silencio de la comunidad internacional, nos anuncie que nuevamente ese suelo ha sido la tumba definitiva del imperialismo.