Estoy muy sorprendido con algunas repercusiones de la actitud de Gabriela Cerruti de subir a Facebook una foto de una planta de marihuana. Hace 25 años publiqué una nota en El Porteño titulada “El sueño de la plantita propia” con la volanta, sin mal no recuerdo, “Hogar y jardín” donde ofrecía instrucciones para el autocultivo. Por supuesto, no la firmé con mi nombre sino como “Robert Marley”. La ironía se le debe haber piantado a un juez paparulo que inició acciones de oficio contra la revista, que era entonces editada por un “cooperativa de periodistas (verdaderamente) independientes”, la que contestó a su oficio (a través de su abogado, que era Aníbal Ibarra) diciendo que RM era un marino de Singapur que nos había dejado esa nota antes de hacerse humo, y que no sabíamos cómo ubicarlo.
Hace 25 años. Ahora, en Uruguay, se ha legalizado el autocultivo e incluso el Estado cultivará plantas hembras de cannabis o dará licencias para que agricultores la cultiven por su cuenta.
En este contexto, hay gente que atrasa un siglo o dos. Por supuesto que la marihuana no le hace bien a los chicos que están en edad de tener que fortalecer su voluntad, concentrarse y estudiar. Pero tampoco les hace bien tomar cerveza, y a nadie se le ocurre prohibirla. Me parece muy bien que se prohiba fumar en lugares públicos cerrados y dentro de las instituciones educativas, que se desaliente su consumo excesivo, extemporáneo o irresponsable que, supongo, hasta puede derivar en brotes paranoicos. Pero así como me parece ridículo que el clero de consejos acerca de como practicar relaciones sexuales, también me lo parece que gentes que nunca han disfrutado de la música, la amistad y el sexo bajo los benéficos efectos de un buen porro derrochen saliva condenando a los que tuvieron la dicha de hacerlo.
Yo casi no fumo porque tengo la garganta muy delicada, pero recuerdo con nostalgia algún porrito que fumé en circunstancias memorables, por ejemplo con el gran Luis Alberto. Tampoco tengo plantas en casa por la sencilla razón de que tengo gatos, y los gatos aman la marihuana y se la comen tan pronto la huelen.
Yendo a cosas prácticas; desde ahora en Uruguay, es de esperar, se fumará una hierba mucho mejor que la paraguaya prensada. Habra flores y cogollos. Habrá más alegría. Quien sabe, los orientales, que suelen ser tan amargos, se suelten un poco mas. Pienso en el gran Alfredo Zitarrosa. Capaz que si le hubiera dado al porro en vez de al faso y al whisky, todavía lo tendríamos entre nosotros.