Migraciones: «Mentalidad de filipino»
Trabajó en el San Francisco Chronicle, se graduó de la Universidad Estatal de San Francisco con licenciaturas en Ciencias Políticas y «Black Studies», chambeó después en el Philadelphia Daily News y el Washington Post lo reclutó al graduarse, en 2004.
Sus reportajes sobre el SIDA en Washington los convirtieron en un documental llamado «The Other City», y su cobertura de la balacera en la Secundaria Virginia Tech le hicieron ganador del premio Pulitzer, algo así como el Oscar del periodismo. El Washington Post lo nombró reportero político para cubrir la campaña de Barack Obama porque «veía YouTube todos los días y estaba en Facebook».
Dice Krikorian que no hay que darle la residencia porque «solamente se debe legalizar a jóvenes cuyas identidades se hayan formado aquí, que no tengan memoria de otros países, que realmente sean americanos en todo menos los papeles». Y sigue: «Este hombre tiene habilidades y capacidades reales. Debe irse al país de donde es ciudadano, al país donde vivió la mayoría de su infancia»
Se candidateó para diputado local en 1969 y ganó, y después ganó la elección como Congresista pero renunció para dedicarse al periodismo. Para 1872 ya había comprado dos periódicos y fundó otro, el The New York World, que tuvo la mayor circulación en el país en 1895. En 1892 le ofreció fondos a la Universidad de Columbia para fundar la primera escuela de periodismo.
Murió en Carolina del Norte, en 1911, y sus últimas palabras fueron «Leise, ganz leise» (tranquilo, muy tranquilo), pronunciadas en su alemán natal.
Para mí ahí está la cosa. ¿Si un chamaco vino de Hungría a Estados Unidos y se convirtió en el gran potentado del periodismo y se estableció el premio nacional del periodismo en su honor, por qué otro chamaco que se ganó el premio no puede quedarse? ¿Porque tiene «mentalidad de filipino»?
Joseph Pulitzer ha de estar revolviéndose en la tumba con las imbéciles consideraciones de Krikorian, y ha de estar maldiciéndolo… ¡en alemán!