Orletti: Carla Artés refundió a su apropiador

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Escuché el testimonio de Carla el viernes pasado. Carla, que es una cocinera profesional, tiene tres hijos y vive en Madrid desde que fue rescatada por su abuela Sacha. Vino a la Argentina despues de 23 años (es una española hecha y derecha)y quiso describir ante el tribunal los abusos sexuales a que «papa» Ruffo la sometió cuando era una niñita pero el el tribunal se lo impidió, instándola a abrir una causa por separado. El testimonio de Carla fue de una enorme entereza, muy claro y valioso. Ella miraba a los ojos a «Zapato» Ruffo, que le rehuyó en todo momento la mirada. Después de la noticia, va una reciente entrevista que le hizo Diario de Sevilla donde adelantó lo que se aprestaba a hacer.

http://masquenoticiasblog.blogspot.com/2010/08/nieta-declaro-contra-su-apropiador.html

http://www.diariodesevilla.es/article/entrevistas/717947/torturador/se/encapricho/mi/agosto/declaro/contra.html

Nieta declaró contra su apropiador

Después de 23 años Carla pudo volver a Argentina para declarar contra su apropiador Eduardo Ruffo. El caso de Carla Graciela Rutila Artes se enmarca, como el de otros niños apropiados durante la última dictadura militar Argentina, dentro del conocido Plan Cóndor.

Luego de 23 años, Carla ha decidido visitar Argentina para testificar contra su apropiador y reconocido represor Eduardo Alfredo Ruffo, en el juicio por crímenes de lesa humanidad perpetrados en el centro clandestino de detención (CCD) de la Capital Federal Automotores Orletti, el destino de los detenidos-desaparecidos del Plan Cóndor. Desde que Carla recuperó su identidad en 1985 jamás había vuelto a la Argentina por temor a recibir represalias del siniestro Ruffo. Sin embargo, el nuevo escenario en materia de justicia por los crímenes cometidos durante la última dictadura la impulsaron a testificar y dar a conocer los delitos que sufrió por parte del siniestro represor, miembro de la Triple A y agente de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE).

El viernes Carla brindó con entereza su doloroso y valioso testimonio ante el Tribunal Oral Federal Nº 1 (TOF Nº1) y antes de regresar a España, donde reside desde que recuperó su identidad, quiere dar a conocer su historia. Para nosotras es una inmensa alegría volver a abrazarla y que esté en nuestra casa.La historiaCarla es hija de Enrique Joaquín Luca López, asesinado el 19 de septiembre de 1976, y de Graciela Antonia Rutila Artés quien aún se encuentra desaparecida. Enrique era de nacionalidad uruguaya y Militaba en el MNL-Tupamaros. Vivieron durante un tiempo en Bolivia donde ambos militaban en el ELN. El 28 de junio de 1975 nació Carla en Miraflores, Perú.

Graciela fue detenida junto a su pequeña hija el 2 de abril de 1976 en la localidad de Oruro, Bolivia. Según consta en un radiograma oficial, el 29 de agosto de ese mismo año las autoridades bolivianas entregaron a Graciela y a Carla a las fuerzas de seguridad argentinas. Tiempo después, ambas fueron entregadas a la Gendarmería Argentina, que las trasladó al CCD Automotores Orletti. Carla fue apropiada e inscripta como hija propia con el nombre de Gina por el matrimonio de Amanda Cordero y Eduardo Ruffo, uno de los represores responsables de ese centro.

Tras una nueva campaña de Abuelas en la que se publicó la foto de Carla, llegaron las primeras denuncias a la Asociación. Su abuela materna, Matilde Artes Company, más conocida como “Sacha”, era actriz y militante política. Al momento del secuestro de su hija y su nieta estaba en Cuba, desde donde se fue a España. Sacha ya había sido perseguida en varios países por su militancia. Ella misma llevó adelante el caso de su nieta junto con Abuelas.

La denuncia por la apropiación de Carla se radicó ante el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N° 5. Los apropiadores, luego de estar un tiempo prófugos, fueron detenidos. La verdadera identidad de Carla fue comprobada con los análisis de sangre y en septiembre de 1985 pudo reencontrarse con su Abuela Sacha. El encuentro se produjo en Tribunales, luego de que el juez le contara toda la verdad a la pequeña. Sacha y su nieta se fueron a vivir a España, y desde allí Carla nos escribía con frecuencia: “Quiero que nunca olviden que soy Carla Rutila Artes y que ustedes ayudaron a mi abuela a encontrarme, y que gracias a ello estoy aquí”, escribió con su fortaleza característica.

Hoy Carla ya es una mujer y con la misma entereza de aquella niña vino a testimoniar su historia para seguir construyendo el lento camino de la memoria, la verdad y la justicia. Buenos Aires, 19 de agosto de 2010.

Carla Artés Chef de cocina, hija de desaparecidos argentinos

«El torturador se encaprichó de mí, en agosto declaro contra él»

Carla Artés (Lima, 1975) es chef de cocina. Los hijos que sus padres no tuvieron se encarnan en los nombres de los nietos que no conocieron. Graciela (como su madre), 14 años; Anahí, 11. Enrique (como su padre), 6 años. Admira al juez Garzón. Su realidad se mezcló con la ficción de la novela de Charo Fernández-Cotta ‘Un nombre distinto’. La conoció por Facebook. En agosto hace 25 años del rescate por su abuela, andaluza que movió Roma con Santiago.

Francisco Correal | Actualizado 05.06.2010 – 13:25

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Carla Artes, chef e hija de desaparecidos argentinos. /José Ángel García

-¿Dónde nace?

-En Lima. Podía haber nacido en cualquier país de Suramérica, mis padres iban donde la lucha les llevaba. Eran estudiantes y tenían 24 años cuando desaparecen. A mi padre, Enrique Lucas López, uruguayo, lo asesinan el 19 de septiembre de 1976 en Cochabamba. Tres hombres contra todo un regimiento. Hicieron detonar una bombona de butano para que no cayera en malas manos documentación comprometida. Salvaron a mucha gente. A mi madre, Graciela Rutilo Artés, argentina, la detienen en abril de ese año por participar en una huelga minera en Oruro (Bolivia). Yo tenía diez meses y me llevan a un orfelinato.

-Todo esto lo puede contar gracias a su abuela.

-Se llama Matilde Artés Company, originaria de un pueblo de Almería, aunque nació en Argentina. Sus padres se conocen en la Casa Andaluza de Buenos Aires.

-¿Cuándo le pierde la pista a su madre?

-De Bolivia nos trasladan a Argentina en agosto de 1976. A un centro clandestino de detención, Automotores Orletti. Resultado del Plan Cóndor, coordinación represiva de todas las dictaduras del Cono Sur.

-Hija del amor y la lucha.

-Mis padres se conocieron en la universidad. Fui el proyecto de cinco hijos, los que pensaban tener. Formaban parte del Ejército de Liberación de Bolivia. Eran dos gotas de leche en el café. Mi padre rubio, ojos azules, 1,85 entre indios.

-¿Qué tiempo permaneció usted en ese centro?

-El único que lo sabe a ciencia cierta es el que me agarra. El torturador, el asesino, el agente del Ejército argentino Eduardo Alfredo Ruffo, que se encaprichó de mí y me inscribió como hija suya. Su mujer, Amanda Cordero de Ruffo, no podía tener hijos. Un año antes le habían vaciado el aparato reproductor. Tenían otro chico más, que desgraciadamente sigue con ellos y es totalmente afín. Los defiende a capa y espada y es imposible hablar con él. La diferencia es que a mí me buscaba mi abuela y a él no lo busca nadie.

-¿No padeció el síndrome de Estocolmo?

-Para nada. Toda mi infancia son malos recuerdos. Lo denuncié por abusos sexuales de los 3 a los 10 años.

-¿Cómo reaccionan ante la tenacidad de su abuela?

-Vivía en Bolivia cuando detienen a mi madre. Mi padre, antes de que lo maten, le hace saber que perdió a lo que más quería. Empecé a recibir señales externas de que me buscaban. Cuando mi abuela sale por televisión, dicen que es una vieja bruja que quiere sacarme la sangre.

-Su abuela es un personaje de novela…

-Cuando fue a ver al secretario del Vaticano, éste le preguntó que cómo era posible que de los cinco continentes se hubieran recibido denuncias del caso.

-¿Cómo consigue salir?

-Cuando llega Alfonsín a la presidencia en 1983, mi torturador se declara prófugo y un mes después a su familia. Cada mes cambiábamos de casa.

-Otra vida itinerante, pero bien distinta…

-Mis padres iban donde la lucha les llevaba; esta gente iba huyendo de la Justicia. Hasta que lo cogen en el departamento del Tigre.

-¿Cómo llega a España?

-Fue un tormento. Apareció el ex marido de mi abuela, el torturador pleiteaba aunque había perdido la batalla genética. Al final, en 1987, nos escapamos. En casa del periodista José Luis Martín Prieto estaban nuestras maletas. Él puso el coche para coger el ferry hasta Colonia (Uruguay). En Montevideo cogimos un avión a Madrid con escalas en Asunción y Sao Paulo. Venía con nosotras Vicente Romero, que hizo para Informe Semanal un reportaje, El alma de los verdugos, que se emitió el mismo día que llegamos a España.

-¿Ha vuelto a su país?

-Hace 23 años que no voy a Argentina. Tengo que a ir en agosto a declarar contra ese señor y otros cinco detenidos por el centro Automotores Orletti.

-¿Conoció a Sábato?

-Su nuera, Elena Sábato, me ayudó mucho.

-Del Mundial de Videla al de Mandela. ¡Qué cambio!

-El Mundial de 1978 y la guerra de las Malvinas fueron herramientas para desviar la atención. En el Mundial de fútbol era una niña. Había en Argentina 365 centros de detención clandestinos, más que en la época nazi.

-Ganaron el Mundial y perdieron la guerra…

-Los soldados no sabían ni limpiar un fusil.


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