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PATRICIA BULLRICH, Macri, la DEA y el FBI protegen a grandes narcotraficantes

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Recomiendo leer los detalles de la despedida de Patricia Bullrich (en la foto, con el embajador Edward Prado) de su función de gran sheriff de la Argentina arropada por los agentes estadounidenses supuestamente destinados a combatir el narcotráfico, aquí, en la excelente crónica que escribió Claudio Mardones para Letra P, en la que se revela que se confirma que hay una base de agentes gringos («fusion center» la llama ella) en Puerto Iguazú y que espera establecer en estos últimos días el tercer «centro de operaciones conjuntas» con la DEA aqui, en la ciudad de Buenos Aires, luego de haberlo hecho en en Misiones y Salta. «Para Patricia, este brindis fue más emotivo que otros, porque entre quienes alzaron sus copas con ella había casi cuarenta representantes de la DEA y el FBI en el país. Así despidió a sus comisarios políticos tras cuatro años de acatamiento a la doctrina norteamericana de las ‘nuevas amenazas’, un modelo de gestión escrito con sangre», opinó Ricardo Ragendorfer, autor de Patricia, la reciente biografía no autorizada de la tránsfuga que pasó de Montoneros por una larga serie de partiditos y sellos hasta desembocar en los próximos días en la presidencia del PRO, partido al que, por cierto, hasta hace muy poco no pertenecía. Por cierto, Mardones y Ragendorfer no sabían que anoche en ADN, Tomás Méndez deschavaría la complicidad de Patria Bullrich (y presuntamente, de todos o al menos parte de aquellos festejantes) con la exportación de toneladas (sí, toneladas) de cocaína (ver video). Fue el dedo de Mauricio Macri quien puso a Patricia al frente del PRO. Según Méndez, Macri no puede ser ajeno a estas exportaciones no tradicionales. Patricia Bllrich deja a las dos fuerzas supuestamente destinadas a combatir el narcotráfico, la Gendarmería y la Prefectura, en manos de instructores de la CIA, el FBI, el Mossad y demças servicios de inteligencia israelíes. Mientras, el desembarco con bombos y platillos de la DEA en Bolivia pone en evidencia que Washington ha resuelto ejercer un estricto control de un mercado que tiene en Colombia (donde hay nada menos que siete bases militares estadounidenses) el principal productor. Ahora, si los golpistas logran estabilizarse en Bolivia, puede temerse que pronto Bolivia pueda volver a convertirse en un narcoestado como lo fue brevemente desde mediados de 1980 y casi todo 1981, cuando el país estaba controlado por la brutal dictadura del general Luis García Meza. Pero entonces, el presidente James Carter les hizo la guerra. Hoy, Trump festeja a los golpistas, obscenamente racistas y filonazis. JS


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