PATRICIA BULLRICH Y NOCETI. Macri no atina a desprenderse de dos salvavidas de plomo

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«Comerse al caníbal», es una expresión que echó a rodar el ingenioso Jorge Asís en relación a la desaparición de Santiago Maldonado y la provocación montada por los servicios (entiendo que por la estructura de «plumas» y no por la AFI ex SIDE, ya que en este caso, barrunto, ya sabríamos quienes eran los enmascarados) con la que no estoy de acuerdo por los mismos motivos por los que discrepo con la llamada teoría de los dos demonios a la que acaba de adscribirse impúdicamente la ex montonera renegada Patricia Bullrich. Sin embargo, y más allá de sus ingenuidades (como pedirle a Macri que disuelva la AFI, es decir que se prive de poder meter la mano en una caja negra, la de «gastos  reservados» que carece de control alguno), esta nota acerca mucho el bochín. Macri pagara un alto costo por encubrir a Patricia Bullrich, obscena encubridora de Pablo Noceti y de los gendarmes que han de haber asesinado a Santiago Maldonado y deshecho de su cadaver.

Ayer veía a un descarado funcionario del gobierno negar que hubiera la más mínima hipótesis de que la Gendarmería hubiera detenido a Maldonado. Unas horas después, esa cerrada negación se ha resquebrajado. Y no sólo porque ya Patricia Bullrich se ha quebrado (ver noticia siguiente) y su reemplazo por Eugenio Burzaco parece inminente, sino porque hasta el poder económico concentrado (¡incluído Magnetto! uno de cuyos plumíferos difundió hoy la ¿hipótesis? que llamó de «El sacrificio»: que «Maldonado acordó  pasar a la clandestinidad para beneficiar… al lonko Facundo Jones Huala») pidió hipócritamente por la aparición con vida de Santiago Maldonado a la vez que consideró «los inadmisibles incidentes de violencia ocurridos el viernes». Y es que saben que quienes armaron los incidentes son «plumas» y no anarquistas redivivos. Y que Macri corre el riesgo de perder las elecciones en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe (donde hasta ahora llevan la delantera) si se obceca en mantener a su lado a una protectora de desaparecedores y promotora de inverosímiles insurgentes ácratas que tiene como consigna gritar ¡Uno! (¿mismo?) y pintar boutades como  «Macri hetero», «La vida es corta, hacete torta», «Trava que se organiza no recibe mas palizas», «Puta pero no tuya», «Jarolaski (sic) pedófilo», «Muerte al macho», «Verga violadora a la licuadora». Más que anarquistas, parecen obsesos sexuales dispuestos a travestirse de lo que no son.

(El responsable de la seguridad en la ciudad es -además de Rodriguez Larreta- el secretario Martín Ocampo. El ex cadete de Angelici casi casi es otro desaparecido. Ubicado por un periodista apenas dijo: «No estoy hablando» (sic). Da vergüenza ajena)

Macri está en lo que hace al Caso Maldonado más solo que la una. Igual que cuando se empecinó en mantener al frente de la Policía Metropolitana al comisario Jorge «El Fino» Palacios. Al final tuvo que desprenderse de él. Entonces balbuceó: «Consulté con las Embajadas de Estados Unidos e Israel y me dijeron que Palacios era el mejor policía». Ahora la historia vuelve a repetirse. Bullrich aguantó hasta ahora gracias al apoyo de ambas embajadas. Pero nada es para siempre. 

 

Santiago Maldonado y el problema de comerse al caníbal

La respuesta del oficialismo al caso del artesano y a las movilizaciones que reclaman por su aparición es peligrosa, e ignora un problema central de la política argentina: ¿quién vigila a quien nos vigila?

 

Falduto, Facundo

POR FACUNDO FALDUTO / PERFIL

Santiago Maldonado no fue apuñalado por un puestero el 21 de julio en Epuyén. Así lo afirman las pruebas de ADN difundidas hoy por la Fiscalía Federal de Esquel. Y sí estuvo en el corte de la Ruta Nacional 40 de Chubut el 1 de agosto, el día de la feroz represión de Gendarmería Nacional, fuerza señalada por varias versiones como responsable de su desaparición. No lo dicen encapuchados: lo declararon hoy bajo juramento dos mujeres (una mapuche y una militante de la causa) que ubicaron al artesano de 28 años en el predio donde comenzó la protesta, según informó TN  (lo que quiere decir que no se trata de «versiones» sino de testimonios. N. del E.).

A un mes de iniciada la búsqueda, cada vez quedan menos teorías en pie: o fue detenido por Gendarmería, o está «perdido» o «escondido» -vivo o muerto- en algún lugar del Sur, o lo abdujeron los aliens (que son más asiduos de Córdoba, pero capaz se desviaron para la Patagonia).

Llama la atención que justo este lunes, los medios de comunicación y el gobierno nacional coincidieran en virar su discurso sobre el caso hacia una versión más ajustada a la evidencia disponible. Periodistas que en cinco semanas difundieron versiones sobre Maldonado que solo embarraron la cancha comenzaron a apuntar el foco sobre Gendarmería. Y el propio oficialismo comenzó a marcar matices que no concedió desde un primer momento, cuando cerró filas para defender el operativo de la ruta 40 (donde fue visto Pablo Noceti, jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad).

«Estamos trabajando y colaborando con la Justicia todo lo posible», dijo Macri. Con 34 días de reclamos de organizaciones sociales, medios independientes, y organismos de derechos humanos -nacionales e internacionales-, tuvo gusto a una excusa. Como cuando se escribe «estoy yendo» y todavía no se salió de casa. Si ahora están «trabajando», ¿qué pasó en el mes previo? Los funcionarios de Seguridad se limitaron hasta ahora a desvincular a Gendarmería del paradero de Maldonado, y a ellos mismos del accionar de Gendarmería.

Será difícil determinar qué provocó el cambio discursivo de Cambiemos. Acaso sea el crecimiento de la evidencia; acaso la creciente presión internacional; acaso quieran aplacar las aguas antes de las elecciones de octubre. Tal vez la masiva movilización del viernes, con una foto de la Plaza de Mayo colmada en varios medios del mundo, haya generado inquietud; tal vez sea el rechazo a la feroz represión generada después de los incidentes provocados por unos supuestos anarquistas, cuando menos sospechosos, que terminó con 30 detenidos que fueron liberados después de estar 48 horas incomunicados, sin imputaciones. (Duda: si los policías detuvieron a 30 personas, muchos de ellos periodistas, y no pudo presentar pruebas contra ninguna de ellas, ¿no sabían a quiénes se llevaban? ¿Por qué no capturaron a quienes iniciaron los disturbios? ¿Quiénes iniciaron los disturbios?) Pueden ser varias de las anteriores, o ninguna. En cualquier caso, el viraje será solo relato si no se profundiza la búsqueda, si no se atiende las acusaciones que pesan sobre Gendarmería, si no se cambian las políticas sobre las fuerzas de seguridad.

El caso Santiago Maldonado se politizó, porque es político, y ensanchó un poco más la grieta. Será tema de campaña y slogan opositor, incluso si, de milagro, el joven aparece con vida. Pero el tema de fondo es el control del Ejecutivo Nacional sobre sus fuerzas de seguridad, y hay que ser necio para negar que es un problema que concierne a todos los argentinos. Es un dilema que aqueja a los gobiernos argentinos desde 1983 y a la humanidad toda desde Juvenal: ¿Quién vigilará a los vigilantes? Alfonsín sufrió la «mano de obra desocupada» mientras los levantamientos lo obligaban a firmar la obediencia debida y el punto final. Menem firmó los indultos pero no pudo (o no quiso, o no supo cómo) controlar a las fuerzas que engendraron a Carrasco, Bulacio, Cabezas, Ramallo. De la Rúa declaró el estado de sitio: le respondieron con 35 muertos. A Duhalde le vendieron una toma del palacio del invierno de 2002 y el resultado fue Kosteki y Santillán. Felipe Solá intentó la reforma Arslanián en la Bonaerense y Scioli la deshizo con Granados. Es una aporía: si se habilita la «recaudación», se pierde el control político de las fuerzas; si se cortan las cajas, la réplica es más violencia y muerte. Lo sabe María Eugenia Vidal, que vive en una base militar de Morón en parte por intentar la segunda vía.

El primer kirchnerismo intentó el camino de no reprimir -la mayor parte de- la protesta social, de cierto control civil sobre las fuerzas de seguridad, de castigar los excesos en el monopolio estatal de la fuerza. Las fuerzas no dejaron de ser lo que son en Argentina, un poder que desafía al poder, pero la idea dio resultados razonables, al menos hasta 2009. La gestión Berni (que también usó a Gendarmería y Prefectura para seguridad interior) y la capitulación de Scioli ante la Bonaerense (que generó a Luciano Arruga, uno de los casos más parecidos a Maldonado) diluyeron el entusiasmo inicial; pero perduró unos años más la idea de que no se podía hacer cualquier cosa, al menos sin represalias. La gestión de Patricia Bullrich en Seguridad deshizo esa postura desde el primer día, cuando habilitó el regreso del «documentos por favor» sin justificativo. Desde enero de 2016 crecieron los reportes de excesos policiales, en particular en barrios humildes y asentamientos, en especial contra menores. «Les soltaron la cadena», fue la idea que se instaló en esos días. Volvió la noción de ir con cuidado a los recitales, de tomar precauciones en las marchas.

Es entendible que un gobierno de primera minoría, que «no controla la calle» y tiene opositores con poder de movilización, busque recostarse en las fuerzas de seguridad. Incluso es perdonable que los empodere en la lucha contra el narcotráfico (aunque esa lucha tenga el enfoque erróneo del prohibicionismo y de perseguir al consumidor además del proveedor). Pero dar vía libre a las fuerzas, aún por necesidad política, implica ignorar la historia argentina reciente y engendra riesgos peligrosos para todos. Más aún si se confirma que el gobierno evalúa apelar a las fuerzas armadas para combatir el narcotráfico y el terrorismo, como publicó la semana pasada Infobae. Más aún si el concepto de «terrorismo» es cada vez más elástico para el oficialismo. Si los militantes mapuches -que en muchas ocasiones son violentos, sí- son «terroristas», ¿cuánto falta para que quienes reclaman por ellos (o por Maldonado) también lo sean? El cambio de Cambiemos no debería modificar consensos que la democracia construyó sobre sus tragedias.

El gobierno nacional debe prepararse para el escenario que debió haber previsto el día 1, no el 34: que la evidencia apunte sin dudas hacia Gendarmería. En ese caso, debería sancionar y denunciar a los agentes involucrados, y separar de sus cargos a la ministra de Seguridad y a su jefe de Gabinete. Los nuevos funcionarios de la cartera harían bien en encarar un programa de control civil sobre todas las fuerzas de seguridad, y en instalar la idea de castigos a los excesos represivos. Y Macri debería disolver la AFI, como le pedía Carrió el año pasado. Continuar con el rumbo actual no solo ampliaría la crisis política, también escalaría el nivel de violencia que se vio en la movilización por Maldonado del viernes pasado. Una marcha que fue mayormente pacífica y terminó con incidentes sospechosos que sirvieron de excusa para una represión salvaje, para policías que pateaban a fotógrafos, para 30 detenidos al voleo. «Estamos en un momento en el que no queremos violencia», dijo el presidente este lunes. Tiene razón en pedirlo, pero él también debe hacer su parte. Comerse al caníbal mata a un caníbal, pero engendra otro.

La confesión de Patricia Bullrich, a puertas cerradas, sobre Santiago Maldonado

Lo dijo una diputada nacional en uno de los programas más importantes de TN (ver video), ante la repregunta y sorpresa de Joaquín Morales Solá, que escuchó lo que la ministra de Seguridad habría dicho en esta reunión a puertas cerradas y a pocos días de la desaparición de Santiago Maldonado. Sus posteriores declaraciones hacen que la supuesta afirmación tenga más gravedad aún.

Patricia Bullrich, la misma que días después de la desaparición de Santiago Maldonado afirmó que no tiraría a ningún gendarme por la ventana, en una postura completamente unilateral, habría barajado la posibilidad de que a un efectivo, quizá, se le haya «ido la mano» con Maldonado.

Así lo comentó la diputada nacional, Victoria Donda, cuando le contaba a Joaquín Morales Solá sobre la falta de criterio y la forma malintencionada con la que la ministra de Seguridad manejó el caso desde el principio.

Los empresarios más importantes del país pidieron por Santiago Maldonado

Dueños y ejecutivos de las compañías más poderosas de la Argentina expresaron además su preocupación por los últimos hechos de violencia

Luis Pagani, Paolo Rocca, Aldo Roggio, Cristiano Rattazzi y Miguel Etchevehere, entre los empresarios que pidieron por la aparición de Santiago Maldonado
Luis Pagani, Paolo Rocca, Aldo Roggio, Cristiano Rattazzi y Miguel Etchevehere están entre los empresarios que pidieron por la aparición de Santiago Maldonado

Las asociaciones de empresarios más importantes del país expresaron en un comunicado conjunto su preocupación por la desaparición de Santiago Maldonado y abogaron por una «pronta solución» a través de los mecanismos institucionales.

Los ejecutivos de las compañías más poderosas del país rechazaron además los últimos hechos de violencia, especialmente los del viernes, tras la marcha a Plaza de Mayo, y resaltaron que ese camino «jamás puede ser un recurso idóneo para realizar reclamos de tipo alguno».

El comunicado fue difundido por el Instituto para el Desarrollo Empresarial de Argentina (IDEA) y lleva las firmas de la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), la Asociación de Directorios Asociados (ADIRAS), la Asociación Empresaria Argentina (AEA), Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO), Cámara Argentina de Comercio Chilena, Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), Cámara de Sociedades Anónimas, Confederación Cooperativa Agropecuaria (CONINAGRO), Consejo Empresario de América Latina, Fundación Libertad y Progreso, Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF), el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, Unión Argentina de Entidades de Servicio (UDES) y la Sociedad Rural Argentina.

Jaime Campos, presidente de la Asociación Empresaria Argentina, una de las entidades firmantes.

Jaime Campos, presidente de la Asociación Empresaria Argentina, una de las entidades firmantes.

La Comisión Directiva de AEA está integrada por Luis Pagani (Arcor), Paolo Rocca (Techint), Héctor Magnetto (Grupo Clarín), Sebastián Bagó (Laboratorios Bagó), Aldo Roggio (Grupo Roggio), José Cartellone (Cortellone Construcciones), Alfredo Coto (Coto), Enrique Pescarmona (IMPSA), Cristiano Rattazzi (FCA), Alberto Grimoldi (Grimoldi), Eduardo Elsztain (IRSA), Gustavo Grobocopatel (Los Grobo), Julio Saguier (La Nación), Federico Braun (La Anónima), Marcelo Arguelles (Sidus), Alberto Hojman (BGH), Jorge Félix Aufiero (Medicus), Enrique Cristofani (Santander Río), Teodoro Karagozian (TN & Platex), Pablo Roemmers (Roemmers), Horst Paulmann Kemna (Cencosud), Norberto Morita (Southern Cross Group), David Lacroze (Control Union Argentina), Jorge Ferioli (San Jorge Emprendimientos), Marcos Galperín (Mercado Libre).

 Claudio Cesario, presidente de la Asociación de Bancos de la Argentina (Foto: Adrián Escandar)
Claudio Cesario, presidente de la Asociación de Bancos de la Argentina (Foto: Adrián Escandar)

Integran la Comisión Directiva de ABA Enrique Cristofani (Banco Santander Río), Martín Ezequiel Zarich (BBVA Banco Francés), Gabriel Diego Martino (HSBC), Julio Figueroa (Citibank), Alejandro Ledesma (Industrial and Commercial Bank of China), Facundo Minujín (JP Morgan), César Blaquier (Banco Itaú), Tullio Linari (BNP Paribas), Takashi Uchino (The Bank of Tokyo-Mitsubishi), Javier Hernán Fernández Paredes (Banco de la República Oriental del Uruguay) y Luciana De Martin Lucas (Banco Bradesco Argentina).

Guillermo Lipera, presidente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires.

Guillermo Lipera, presidente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires.

Javier Goñi, presidente de IDEA y CEO de Ledesma

Javier Goñi, presidente de IDEA y CEO de Ledesma

El directorio de Idea está conformado por Gastón Remy (Dow Argentina), Gabriel Martino (Santander), Sergio Kaufman (Accenture), Juan Vaquer (Dupont), Oscar Andreani (Andreani), José Aranda (Grupo Clarín), Facundo Frávega (Grupo Frali), y Hernán Dietrich (Grupo Dietrich), entre otros.

Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina

Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina

El comunicado:

La historia contemporánea de nuestro país nos ha enseñado que la violencia jamás puede ser un recurso idóneo para realizar reclamos de tipo alguno.

Nuestra sociedad ha confirmado inalterablemente su vocación de vivir en paz y en libertad en un todo conforme con los principios de la Constitución Argentina.

Ese ideario, se ha visto seriamente afectado por los inadmisibles incidentes de violencia ocurridos el viernes 1 de septiembre en espacios de la vía pública.

Es por tal circunstancia que las entidades aquí firmantes consideran que la preocupación que todos compartimos por Santiago Maldonado y su familia, debe encontrar una pronta solución por los caminos institucionales y evitar todo tipo de acción violenta y/o manipulación político partidaria.

Firman:

ASOCIACIÓN DE BANCOS DE LA ARGENTINA (ABA)

ASOCIACION DE DIRECTORIOS ASOCIADOS (ADIRAS)

ASOCIACIÓN EMPRESARIA ARGENTINA (AEA)

CAMARA ARGENTINA DE LA CONSTRUCCION (CAMARCO)

CAMARA DE COMERCIO ARGENTINO CHILENA

CAMARA DE IMPORTADORES DE LA REPUBLICA ARGENTINA (CIRA)

CAMARA DE SOCIEDADES ANONIMAS

COLEGIO DE ABOGADOS DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

CONFEDERACION COOPERATIVA AGROPECUARIA (CONINAGRO)

CONSEJO EMPRESARIO DE AMERICA LATINA

FUNDACION LIBERTAD Y PROGRESO

INSTITUTO ARGENTINO DE EJECUTIVOS DE FINANZAS (IAEF)

INSTITUTO PARA EL DESARROLLO EMPRESARIAL DE ARGENTINA (IDEA)

SOCIEDAD RURAL ARGENTINA (SRA)

UNION ARGENTINA DE ENTIDADES DE SERVICIO (UDES)


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5 comentarios

  1. Anoche los animales sueltos volvieron a servir carne podrida …
    Hoy se renueva el menú de operetas …
    Voy a creer en algo serio cuando el juez disponga la detención de Noceti.
    Lo de los empresarios es humo.

  2. El mensajes es intencionamente ambiguo. Cuando se refiere a la violencia seguramente NO alude a la policial.

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