PRECIOS. La clave está en la aplicación a rajatabla de la Ley de Defensa de la Competencia y en las retenciones

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… además de producir cambios drásticos en la política comunicacional


Ayer estuve conversando con una compañera que del tema precios y mercado la sabe lunga y me dijo, palabras más, palabras menos, lo que dicen estas notas. Que una de las claves es la aplicación a rajatabla de la buena Ley de Defensa de la Competencia que se dio este Gobierno y que nunca se aplicó debidamente, y de retenciones a todos aquellos que quieran exportar su producción o venderla a precio dolar en el mercado interno  cuando todos o casi todos sus costos están en pesos. Después, lo que me dijo está, palabras más, palabras menos, en las notas que a continuación transcribo. Por ejemplo, el enorme grado de concentración -cuando no de monopolio puro y duro- que existe en casi todas las áreas de la producción.

Esta compañera me sorprendió al decirme que el Papa está trabajando con mucho ahinco para que las cosas no se desmadren… y el próximo presidente sea peronista.

Con respecto al tema comunicacional, a veces hay que escuchar a nuestros adversarios. Ayer, Pablo Sirvén escribió en La Nación una columna titulada «El problema insoluble de la comunicación K» que termina señalando que «El error garrafal en la comunicación K consiste en negar cualquier dificultad por nimia que sea. Consideran que es mejor ocultar o disimular los problemas para no alarmar a la población. El efecto que consiguen es exactamente el contrario: la negación persistente de todo lo que anda mal inquieta o enoja más a la sociedad porque interpreta que o bien el Gobierno no se da cuenta de lo que sucede o, peor todavía, que no tiene voluntad de solucionarlo».

Me escribe un compañero editor. Me comenta que los fabricantes de papel para libros han dolarizado por las suyas su producto, aunque no utilizan insumos importados.

«El problema es la ausencia de competencia. Hubo una posibilidad cuando los trabajadores recuperaron la papelera Massuh con apoyo de Moreno, pero la justicia incautó las máquinas y se las devolvió a Massuh. Y nadie le pidió el juicio político cuando está claro que esas hijoputeces no pueden quedar impunes. Porque si quedan im impunes, los jueces siempre van a favorecer a los poderosos, por acomodo o por miedo.
«Lo de Moreno pudo haber servido al principio, pero si simultáneamente no se tomaban medidas para ‘democratizar’ la economía (necesitás una ley, como la de medios, pero además necesitás financiar y proteger a las competencias de las grandes), era una estrategia que se iba a volver en contra. Y así ocurrió, ya que lo de Moreno finalmente sirvió para concentrar mucho más el mercado. 
Pero la culpa no es de Moreno, sino de la imbecilidad kirchnerista (militancia, medios y gobierno) que endiosaron a la receta de Moreno sólo porque la oposición la criticaba».

¿Qué me disarli?

Ahora si, los dejo con las dos notas prometidas.

Hasta la médula

Por Alejandro Quijano

Siempre el discurso de la derecha, el discurso de la ANTIPOLÍTICA se termina imponiendo en algunas cabecitas. El problema no ha sido, ni es, ni nunca será el enriquecimiento o no de los políticos, es irrelevante aunque no por eso justificable en ningún sentido. Pero de la mano de esa acusación siempre se cuela el cuestionamiento a la política sin hacer la distinción de políticos buenos y malos. Y la política ES SIEMPRE BUENA, siempre.

Disiento totalmente con el planteo de derechas. Es un discurso maniqueo, antiguo y obsoleto, que en realidad esconde detrás del cuestionamiento generalizado la negación de la OPCIÓN POLITICA como la única herramienta con la que cuenta el pueblo para su auto defensa.

Cuando el ESTADO está copado por los representantes del poder económico real, cuando desaparece el Estado, el pueblo queda indefenso, entonces aumenta el desempleo, la mano de obra es re-barata, baja el consumo, se cierran las fábricas, la gente pierde el trabajo y con eso, la dignidad. Ya lo vivimos. Eso ocurrió en la década menemista y siguió hasta que se fugaron en helicóptero con el país explotado.

Siempre la disputa de poder se da en el rol que se le asigna al estado, para que esté ausente, o para que tenga una gran injerencia regulando los poderes.
Ustedes se llenan la boca cuestionando al gobierno por el tema de la inflación pero NUNCA son capaces de identificar a los responsables porque tienen hecha la cabecita en el facilismo de achacársela al gobierno. ES TAN FÁCIL REPETIR ESA CANTINELA. Y se repite, y se instala esa repetición, ahora yo repito, para evitar identificar a los verdaderos responsables.

El fenómeno de la remarcación de precios de los principales bienes de la economía en los últimos meses,  se ha intensificado en estos días. Y se lo correlaciona con “el abuso de posición dominante” de parte de grandes empresas, que ocupan un lugar privilegiado “en una estructura productiva altamente concentrada y extranjerizada”. Son pocas las firmas que controlan los precios y las cantidades producidas de una gran variedad de bienes. En el rubro alimentos, en el mercado del pan elaborado, una sola firma concentra el 80 por ciento de la producción; las cervezas son producidas en un 82 por ciento por dos empresas, las galletitas son fabricadas en un 78 por ciento por tres empresas. En lácteos, 2 empresas concentran casi el 80% de todo lo que se comercializa y exporta en el país. En diversos rubros de insumos básicos se repite el mismo grado de concentración: Dos empresas copan el 79 por ciento de la elaboración de fertilizantes, el 93 por ciento de la producción de etileno está en manos de una sola firma, el 85 por ciento del mercado del acero lo concentra una firma y el aluminio está monopolizado en un ciento por ciento por una sola empresa. O sea, la ojalata la produce una sola firma que a su vez se la vende casi toda a ARCOR que es el principal productor de productos enlatados habiendo adquirido a casi todos sus competidores. El poder de estos monopolios,  atenta contra la estabilidad económica y constituye claramente, la principal causa de la inflación, de la restricción externa y de la imposibilidad de avanzar en las mejoras distributivas.

Fuente: http://lasmejoresnotaspublicadas.blogspot.com.ar/2014/01/hasta-la-medula-impactante-nota-de.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed:+LasMejoresNotasPublicadas+(Las+mejores+notas+publicadas)

La batalla de fondo

Por Ricardo Aronskind / Página 12

En los últimos años la vieja tradición argentina de la especulación y el rentismo obtuvo un triunfo instalando en la vida diaria de los argentinos al “dólar blue”, como si se tratara de un indicador muy relevante en torno del cual deben estructurarse las principales decisiones económicas. Contó para ello con un gigantesco aparato mediático que opera en un contexto social-cultural-ideológico neoliberal. Pareciera que la lucidez no es un dato que caracteriza a importantes sectores locales, cuyo comportamiento oscila entre la rapiña y la reacción de manada.

Las reservas del Banco Central, un valioso reaseguro para la autonomía estatal que supo construir Néstor Kirchner, han estado sometidas a un proceso de fuerte presión, tanto por defectos de la estructura productiva argentina como por la aversión a la inversión productiva y la adicción a la fuga de capitales de numerosos actores locales y extranjeros. Además, parte de las reservas se fueron debido a los pagos de la deuda externa generada en los anteriores gobiernos neoliberales. De continuar la evaporación de las reservas del Central se pondría al Gobierno en una situación similar a la de Alfonsín de comienzos de 1989: carencia de recursos para controlar el tipo de cambio, lo que permitiría que poderosos intereses privados detonen una hiperinflación.

Si bien en el mediano y largo plazo la respuesta a tensiones cambiarias no extremas –como es el caso argentino– es el mejoramiento del perfil exportador, la sustitución genuina de importaciones y el acceso al crédito internacional con fines productivos, en el corto plazo se debía enfrentar la situación, que tiene un altísimo componente político.

Era necesario quebrar la burbuja especulativa –verdadera expresión de la política por otros medios– que es utilizada a su vez para crear un clima de descalabro, descontrol y aceleración de los diversos precios de la economía, buscando un desmadre institucional. La rápida suba del dólar oficial lo acercó a valores de menor vulnerabilidad frente a las presiones especulativas del “mercado”. El posterior anuncio de la venta de dólares oficiales para atesoramiento quitará buena parte del impulso timbero del dólar blue y sus sucedáneos, al canalizar fondos bien habidos por la vía oficial.

El Gobierno hace una apuesta fuerte porque deberá estar dispuesto a perder una fracción de las reservas hasta que pase la actual fiebre del dólar, que mezcla incitación, precaución y especulación. Seguramente las autoridades estarán trabajando en despejar un conjunto de factores que permitan fortalecer las reservas y mejorar la provisión de divisas al mercado local. Es muy probable que el Gobierno logre quebrar el festival mediático-especulativo. Sin embargo, la gran batalla se dará en el terreno de los precios: no faltan precedentes de comportamientos abusivos, prácticas colusivas, o simplemente remarcaciones “para cubrirse” por parte de diversas fracciones empresarias. Si en vez de aumentar precios según los incrementos de costos, lo hacen según la evolución del dólar y “un poquito más”, aparece el riesgo de erosión del salario real, aumento de la conflictividad social y evaporación del efecto “competitividad” que puede tener la reciente devaluación. Se equivocan quienes desde el sindicalismo y la izquierda ven –con algarabía– la cuestión como un problema del Gobierno. Se trata de otra batalla entre un capitalismo cortoplacista e irresponsable y los intereses de las mayorías nacionales.

Si no se logra resolver un problema de equilibrios macroeconómicos mediante consensos políticos y sociales razonables, el liberalismo conservador podrá decir que es el único que sabe manejar la inflación. No dice que lo logra arrasando el aparato productivo y el empleo. Lamentablemente, ha logrado instalar en la cabeza de las víctimas que el único problema relevante es la inflación y la libertad cambiaria.

La reciente exhibición de poder político-cultural del capital más especulativo (ya sea financiero, agrario, industrial o comercial) sumió a las mayorías en el temor, a los sectores realmente productivos en la incertidumbre y distrajo a los funcionarios de sus tareas para enfrentar el festival de los especuladores. Esto debería promover una reflexión sobre la necesidad de cambios institucionales que pongan a la sociedad a permanente resguardo de las maniobras de los extorsionadores, salteadores y depredadores privados.

Lo que se está jugando en nuestro país es el mantenimiento de una política autónoma de las imposiciones de la globalización versus la “reconducción” de la Argentina al redil de la división internacional del trabajo: exportación de materias primas escasamente elaboradas, reendeudamiento generalizado, desmantelamiento productivo y aguda fractura social.

* Economista UNGS.


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