PSOE: El descenso a las simas del infierno no encuentra límite alguno

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Mi abuelo Constantino y mi padre Antonio fueron caracterizados militantes del PSOE, y yo mismo fui en Barcelona afiliado a la UGT en los gremios de metal y gráficos (dónde incluso, fugazmente, estuve en su dirección por invitación de unos trotskistas amigos). Aunque me dió a leer el manual guerrillero del Che, mi padre era, más que rojo, medio rosa. Pero aún así,  que cuando fue a visitarme, a fines de 1981, luego de entrevistarse con el encargado de las relaciones con los viejos militantes del PSOE histórico (desplazados por el tándem Felipe González-Alfonso Guerra en el Congreso de Suresnes, 1974), un tal Yañez, lleno de amargura, rompió el carnet del partido. Cenamos esa noche en el restoran Agut (el más popular de ese nombre, ya que había otro más caro) del Gótico y me lo contó con la entrada: endivias con Roquefort. Los dos nos manchamos de vino al intentar beber vino con el porrón catalán. El menos que yo porque bebía de la bota desde joven. Fue la última vez que cené con mi padre.
Me lo manda Montse, que aclara por los legos que los caricaturizados son Felipe y Rubacalba.

«Bajo control» viñeta de Alfons López para Público.es


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