Un testimonio estremecedor. Graciela Geuna habla sobre La Perla
El primer testimonio largo sobre un ccd que leí fue el de Graciela Geuna sobre La Perla. En base a a él y en medio de un mar de lágrimas escribí una larga nota que publicó El Viejo Topo de diciembre de 1980 como dossier o separata central. Pasaron casi 33 años, toda una vida.
La sobreviviente de La Perla Graciela Geuna señaló al imputado ‘Palito’ Romero
«Me bajó la venda y me dijo: ‘Mirame bien. Cuando te mate lo último que verás serán mis ojos'»
TÉLAM, MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA
Córdoba. -Graciela Geuna, sobreviviente del centro clandestino de detención La Perla, afirmó hoy que cuando estuvo secuestrada en él, uno de sus captores, Héctor Raúl Romero, alías «Palito», imputado en el juicio, le dijo: «Mirame bien, porque cuando te podamos matar, te voy a matar yo, y cuando te mate, lo último que vas a ver son mis ojos». Geuna, que fue la primera denunciante exhaustiva de los horrores que había presenciado en La Perla tan pronto pudo exiliarse, declaró en el juicio oral y público que tramita el Tribunal Oral Federal número 2 de Córdoba.
Palito Romero fue un agente civil del Ejército que durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón integró el «Comando Libertadores de América», equivalente cordobés de la Triple A, pero que dependía directamente del Destacamento de Inteligencia 141 en el que revistaba.
Romero, dijo Geuna, «me levantó la venda (con la que tenía tapados los ojos) y después de pegarme, me dijo: ‘Mirame bien porque cuando te podamos matar, te voy a matar yo, y cuando te mate, lo último que vas a ver son mis ojos.»
La testigo, que militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) fue secuestrada el 10 de junio de 1976 en su domicilio junto a su esposo, Jorge Omar Cazorla, por un grupo de entre 20 y 30 personas armadas. Intentaron fugarse del auto dónde los llevaban, ocasión en que él fue asesinado.
«Me metieron en el auto y se acostó un tipo encima mío y al otro lado q ue creo que era Palito (Romero) y me dijo: ‘Tu marido es boleta'».
Geuna dijo que seguidamente «me metieron en el baúl de otro auto y ahí ya estaba Jorge , al que le salía sangre del pecho».
Después dijo que por lo que pudo reconstruir entre sus secuestradores se encontraban estaban los oficiales Jorge Exequiel Acosta, Héctor Pedro Vergez, el ya mencionado Palito Romero, Arnoldo José López, otro represor de apellido Pereyra y un grupo de militares catamarqueños y riojanos.
Consultada por el fiscal, Facundo Trotta respecto de si sabía quien mató a su esposo, dijo que fue López.
«Yo no lo vi pero adentro lo decían, López me odiaba, quería que me mataran porque él sabía que este momento iba a llegar», dijo.
En otro tramo de su impactante testimonio Geuna relató que «hace poco se publicó un libro, ‘La Perla’ (de la sobreviviente Ana Mariani) y a raíz de eso un señor tomó contacto conmigo, lo que fue para mi una gran alegría». Explicó que hablaba de Simón Dasensich, quien» fue director de EPEC (la Empresa Provincial de Energía de Córdoba) y vio todo», y lo recuerda con detalles, por lo que solicitó que lo citen como testigo.
Geuna dijo que «gracias a la democracia y a los juicios» es posible compartir estos recuerdos y reafirmar que «eso pasó y no debe volver a suceder».
Destacó que en La Perla «lo peor era cuando se escuchaban los autos que llegaban porque ahí empezaban las torturas y los secuestros».
Matarlos de pichones
«Hubo una época -añadió-, que era como la vida misma, que hubo vida en La Perla. Fue cuando secuestraron adolescentes, del (colegio) Manuel Belgrano. Me acuerdo particularmente de Diego Hunziker y de una chica pelirroja, creo que de apellido Delfino. Los adolescentes se reían, hacían bromas. En esa época los militares decían que iban a pasarlos a la cárcel. López decía que eso era positivo para enderezarlos y nosotros le creímos.»
«Pero luego pasó algo terrorífico. Porque empezaron a cambiar el discurso, empezaron a decir que mejor era matarlos de pichones», que fue lo que hicieron.
Recordó Geuna que mientras estuvo en La Perla, en algunas oportunidades llevaban a algunos detenidos a la casa de familiares por un breve tiempo y luego los regresaban al campo.
«A mi en junio de 1977 me llevaron a la casa de Piero (Di Monti). Estábamos tan impotentes… Le agradezco a Piero y su familia que me hayan recibido. No se me ocurrió llamar a mi familia, porque temía que la mataran».
Más tarde, sin embargo, pidió que la llevaran a casa de sus padres. «Fue muy triste. Me dejaron pasar la noche. Mi papá me dijo: ‘¿Qué vamos a hacer Graciela? no puedo dejar que estos tipos te lleven de nuevo. Yo te llevo a un juez…’ y yo le dije: no papá, nos van a matar, los van a matar a ustedes».
Empresarios y gremialistas
Dijo seguidamente que «nunca le dije a mi papá que estaba en La Perla. Él sabía que estaba secuestrada pero no en dónde». Explicó que estaba convencida de que ante cualquier inconveniente, los matarían a todos.
La testigo dijo que sus captores tenían fluido diálogo con las direcciones de varias fábricas de la zona. «Tenían un proyecto fascista corporativista, no me consta que tuvieran negocios comunes pero se jactaban de que los empresarios eran amigos, que les entregaban zurdos».
Si le consta, dijo, que trajeron a un dirigente de ATSA (Asociación de Trabajadores de la Sanidad) al que unicaron en la primera oficina a la derecha y llevaban a prisioneros a verlo, y le bajaban la venda a ver si lo podían identificar.
En realidad, continuó diciendo, el sindicalista no estaba esposado a la espalda, tal como fingia, y a los que llevaban ante él -varios, miembros del PST- no era para que lo reconocieran, sino para que él, que colaboraba con el Ejército, los reconociera a ellos.
«Les bajaban la venda para que lo identificaran supuestamente, cuando en realidad el que los estaba identificando era él», insistió.
«Muertos vivos»
Ayer hubo una sola declaración testimonial, la un sobreviviente que fue secuestrado a fines de 1976 a la salida de su trabajo en una pinturería y sometido a terribles tormentos. Por videoconferencia desde España, donde vive, Carlos Pusseto dijo que sintió un «gran alivio» cuando los represores le dijeron que lo iban a fusilar.
«El muerto vivo no es una metáfora, una figura literaria. Es un estado real muy difícil de describir», dijo ante los jueces.
«La tortura es algo permanente, no se trata sólo del momento de los apremios. Puede parecer casual pero no lo es, es parte del método», manifestó Pusseto y recordó actitudes de los represores militares como que «de pronto me festejaron el cumpleaños, que le entregaron regalos a las compañeras el día de la madre, el día de la novia, todo eso era parte de la tortura para quebrarte», señaló.
Happy Birthday
Recordó que en una oportunidad, en febrero de 1977, estando secuestrado en La Perla, un suboficial del Ejército le dijo que lo iban a fusilar. «Mme prepararon para el pozo y en ese momento sentí un gran alivio, no tuve terror, ni siquiera miedo. Fue uno de los pocos minutos de tranquilidad que tuve a lo largo de esos dos años» de cautiverio, insistió. Sin embargo, agregó, cuando esperaba que lo llevaran a fusilar «me levantaron la venda y me cantaron el feliz cumpleaños».
El tribunal dispuso un cuarto intermedio hasta el próximo martes a las 9.30, donde se continuará con el juicio en esta causa que tiene como principal imputado al ex general Luciano Benjamín Menéndez.