DESDE CARACAS, POR ROSAURA AUDI* / PÁJARO ROJO
Las primarias de la oposición, realizadas el domingo con transparencia y una concurrencia de 2,9 millones de personas, fueron clara evidencia de que aquí hay un fortalecimiento democrático propiciado por el Estado, y que los sectores que en 2002 intentaron derrocar a Hugo Chávez con un golpe militar, hoy recurren a las urnas.
La Constitución bolivariana, cuyo texto el presidente venezolano lleva en el bolsillo a todas partes, es el marco en el que se realizaron las internas de las fuerzas opositoras al gobierno nucleadas en el Movimiento de Unidad Democrática (MUD). Su artículo 293 establece la facultad del poder electoral de organizar las elecciones de los movimientos, partidos o sindicatos que lo soliciten.
En los 13 años que lleva Chávez en el poder, la oposición venezolana intentó diversas vías para deponerlo: golpe, abstención en los comicios, acusaciones contra la transparencia del orden institucional. Pero nunca había conseguido establecer una alianza duradera. Parece haber aprendido, se unió, y el año pasado el MUD le pidió al Consejo Nacional Electoral (CNE) que organizara sus primarias.
«La unión hace la fuerza», proclamó, levantando las manos de los otros contrincantes, el vencedor, Henrique Capriles, el domingo por la noche. Él será el candidato presidencial opositor en los comicios generales del próximo 7 de octubre, cuando Chávez intentará ser reelegido.
Las primarias fueron organizadas por el CNE y una comisión electoral de la Unidad Democrática. A diferencia de la modalidad que suele adoptarse cuando alguien pide al consejo que le brinde la estructura para realizar elecciones, esta vez la oposición no dio su lista de afiliados sino que solicitó el padrón nacional, más de 18 millones de venezolanos habilitados para votar. Y ellos mismos establecieron la concentración de las mesas, 7.691, en vez de las más de 34.000 habituales.
El CNE se encargó de ofrecer garantías, de generar confianza en el proceso. Invitó a 42 “acompañantes extranjeros”. La oposición invitó a representantes del Partido Popular y el PSOE españoles, de la OCDE y de la Internacional Socialista.
Los convocados por el Estado tuvieron detallado acceso a las explicaciones sobre el funcionamiento del sistema de votación electrónica, e incluso se los llevó a la planta en la que se ensamblan las máquinas para sufragar.
Los acompañantes internacionales –y no observadores, una diferencia sustancial sobre el rol de estas personas– asistieron también a un encuentro con el MUD, un día antes de los comicios. Los dirigentes antichavistas se encargaron de afirmar que el CNE -compuesto tanto por chavistas como por opositores- prestaba sólo apoyo técnico, que ellos corrían con los costos y que debido al temor de los electores en 48 horas se quemarían los cuadernos de votación, como se llaman aquí los padrones utilizados por cada mesa.
En un encuentro con la vicepresidenta del CNE, Sandra Oblitas, todas estas declaraciones fueron desestimadas. «Estas elecciones no se podrían realizar en las dimensiones y características que se están realizando sin la participación del CNE», dijo. También afirmó que la desconfianza «es parte del discurso político» y aseguró que no responde a la falta de garantías.
Las autoridades se enteraron por los acompañantes de que iba a haber una quema pública de cuadernos, en los que no sólo constaban los datos de sus electores sino los de todos los ciudadanos.
¿Qué habrá pasado con esos datos en 48 horas?. La oposición aseguró que ella era la garante de esa información. Y si bien es cierto que quienes convocan las primarias suelen disponer de este material, en este caso, los padrones fueron suministrados por la CNE. ¿A quién pertenecen? La discusión seguirá en los tribunales luego de que la Justicia interviniera a último momento a raíz de la queja de un candidato del MUD que denunció fraude en su perjuicio.
El domingo por la mañana, cuando se abrieron las mesas, hubo una considerable concurrencia, y no sólo de las clases altas o medias, también de ancianos de clase baja estaban también allí, votando por la oposición, y jóvenes de extracción popular que sin embargo optaron por la derecha.
“Bravo, bravo, que el mundo se entere que Venezuela ha despertado”, gritaban eufóricos los opositores cuando los acompañantes internacionales entraban en los colegios designados para sufragar. Hablaban sin tapujos. Algunos manifestaban que si el gobierno no aceptaba las internas “se la verían gorda”. Otros se mostraban convencidos de que en octubre Chávez será derrotado. “Entró con un golpe y se irá por las urnas”.
El entusiasmo recorría las filas formadas por los opositores. Pusieron testigos (fiscales partidarios) y todas las autoridades de mesa. Ellos mismos hicieron la auditoría del 54 por ciento de las mesas, contando las papeletas, a fin de estar seguros de que coincidían con los datos del CNE. Esta cifra altísima de recuento fue requerida por el MUD, aunque no se sabe si por desconfianza al Consejo o entre las mismas fuerzas internas que lo componen y compitieron en el acto electoral.
Las mesas cerraron una hora más tarde de lo previsto porque aún había votantes en las filas. Las máquinas funcionaron bien. A algunos les costó más que a otros entenderlas a pesar de que estos aparatos fueron incorporados hace tiempo a los procesos venezolanos.
No hubo quejas. La sintonía de funcionamiento entre el MUD y el CNE funcionó a la perfección. Y también el Plan República: el despliegue de las fuerzas armadas bolivarianas para dar seguridad al comicio.
Capriles, que durante el golpe a Chávez de 2002 encabezó un grupo que intentó tomar la Embajada de Cuba, será el líder del espacio opositor. Con un discurso prolijo, dirigido a explotar los puntos flojos del gobierno, es definido por el diario El Universal como «el muchacho del jean y la franela».
Quedan siete meses hasta octubre, cuando se celebrarán las elecciones nacionales, y el presidente conserva más del 60 por ciento de popularidad, por lo que es amplio favorito. Pero esta vez habrá una oposición unificada que le ofrecerá batalla.
*Periodista, acompañante internacional de los comicios primarios del MUD.