Estuve obsesionado con el atentado de la AMIA durante más de una década. Y recién caigo que para entonces, el 18 de julio de 1994, habían pasado 103 días desde el comienzo del genocidio en Ruanda: la matanza -a machetazos, garrotazos, macanas con clavos que perforaban los sesos- de casi 800 mil hombres, mujeres y niños. Mayoritariamemente tutsis, aunque también hubo entre las víctimas numerosos hutus "moderados", es decir, opuestos al exterminio. Si las potencias occidentales aprobaron en silencio una matanza de casi ocho mil personas diarias ¿por qué no habrían de tolerar poco más de ochenta?