CASO MILANI / 1. Los remilgos extemporáneos de Horacio González por el ascenso del general Milani.

Un tiro en el pie. Esta vez estoy en desacuerdo con Horacio González, a quien no sólo respeto y admiro: considero un privilegio ser su contemporáneo. Sin embargo, no entiendo para qué escribió estas líneas. ¿Para salvar su alma? Las publicó en Página/12 cuando ya era tarde para influenciar la votación en el Senado de modo de impedir su ascenso a teniente general, y basta ver el enorme despliegue que le dio la reproducción en la edición de papel de La Nación para sospechar que sus palabras fueron recibidas con exaltada alegría por la oligarquía. Como bien decía David Viñas -al que Horacio tanto apreció y aprecia- en caso de duda siempre hay que ver que es lo que destaca La Nación para saber si lo que estamos haciendo sirve al pueblo o a sus enemigos. Esta vez, me parece, Horacio se pegó un tiro en el pie.

Recomiendo leer la nota completa, en Página/12 (ver al final), sobre todo su final, sobre el que volveremos.    

Sábado 21 de diciembre de 2013 | 12:58

Horacio González, de Carta Abierta, «disconforme» con el ascenso de Milani

El director de la Biblioteca Nacional se expresó hoy en contra del nombramiento de César Milani al frente del Ejército

Horacio González, director de la Biblioteca Nacional y miembro de Carta Abierta, se expresó en contra del ascenso de Milani. Foto: Archivo 

Horacio González, director de la Biblioteca Nacional y miembro de la agrupación oficialista Carta Abierta, se expresó hoy en contra de la designación de César Milani como jefe del Ejército, aprobada en el Congreso Nacional esta semana.

«Si están bien encaminadas estas reflexiones, nos apoyamos en ellas para manifestar nuestra disconformidad con el nombramiento del nuevo jefe del Ejército». Así concluye una nota de opinión firmada por González y publicada en la edición impresa de Página 12 de hoy.

La columna, titulada «La culpa», versa sobre la culpa y el perdón. «El perdón es un acto de gran majestad. Lo pedimos o lo damos, pero va en él una dosis de costumbrismo muy grande, pues la esencia del perdón es algo de lo que nunca tendremos entera garantía: ¿dejaré de ser el que era cuando fui culpable? ¿Algo me garantiza la imposibilidad de que se reitere el mal? Ante las dudas filosóficas que origina el perdón, que ni da enteras garantías el transe espiritual que implica reclamarlo ni hasta la convulsión corporal que pueda acompañarlo, el perdón suele transformarse en un acto político, en actos consensuales, en amnistías de Estado. La justicia corriente, siempre necesaria, poco tiene que hacer aquí», planteó.

Inmediatamente se preguntó: «(…) ¿qué es saber? ¿Alguien estaba dentro de la maquinaria y no sabía? ¿La conciencia tiene tantos planos sigilosos y signos de autoexculpación que logra convertir en no-saber lo que se sospecha saber? ¿En verdad se puede vivir en estado continuo de pretexto? ¿Haciendo excepciones a nuestro favor? No son estos asuntos de Estado, sino del estado de las conciencias, con sus repliegues que pueden ir anulándose en cascada a cada acto que concebimos infausto.

«A pesar de eso, todo puede comprenderse en medio de la tensión última del conocimiento, la que nos lleva a acercarnos a lo que es una época, sus condiciones políticas, sus urgentes inmediatismos y el llamado siempre silencioso de las grandes arquitecturas que a lo largo de los tiempos adquiere el sujeto culposo, forma interna, a veces complementaria, a veces contradiciente del Estado. Si están bien encaminadas estas reflexiones, nos apoyamos en ellas para manifestar nuestra disconformidad con el nombramiento del nuevo jefe del Ejército», admite.

El texto completo, aquí: pagina12.com.ar.

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