¿Comenzó la «favelización» de las villas?
Publicado en la Revista Debate (17/12/2010)
Los graves disturbios que se produjeron en este mes de diciembre, durante 72 horas, en Villa Soldati, en la Capital Federal, deberán ocupar la atención del gobierno nacional, del de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de los partidos políticos genéricamente denominados «oposición» y de los movimientos sociales.
Era previsible que este tipo de «pueblada», en reclamo de tierras y de apoyo estatal para la construcción de viviendas, incluyera, como era inevitable, los peligrosos componentes signados por la presencia de redes de narcotraficantes, especuladores dedicados a estafar a los ocupantes, miembros de barras bravas, especializados en extender la violencia e incorporar a vecinos pacíficos que se oponen, con razón, a la ocupación de tierras, pero que lo hacen con ideas racistas y xenófobas.
La pueblada fue organizada por movimientos piqueteros que operan no sólo en Capital Federal, sino también en enclaves localizados en los municipios y territorios del Gran Buenos Aires, y en algunas provincias del interior.
Actualmente se observan en Capital Federal procesos de «favelización» en las villas 1-11-14 y en algunos otros lugares del sur de la ciudad. El epicentro ha sido Villa Soldati. Como era esperable, algunos pequeños partidos de izquierda «antikirchneristas» intentaron liderar la movilización en Villa Soldati, pero no lograron el apoyo ni de los ocupantes ni de los vecinos, y se retiraron.
Así las cosas, el espacio público de Villa Soldati, que se extiende sobre un gran parque despoblado, se convirtió en el escenario de una persecución puramente policial contra los ocupantes que, a las 72 horas, había producido cuatro muertes entre los miembros de las colectividades boliviana, paraguaya y peruana instalados ilegalmente en el predio.
Es evidente que el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires nunca tuvo como objetivo participar activamente para encontrar soluciones habitacionales, educativas, de trabajo cooperativo, etcétera. La administración de Macri concentró su interés en dos asuntos: conservar libres las tierras para iniciar emprendimientos privados, y, en caso de producirse incidentes, tratar de hacer pagar el costo político al gobierno nacional. De allí que, incluso, hayan participado barrabravas
ligados al macrismo y a sectores de las Policías Federal y Metropolitana.
Pero también es grave que el gobierno nacional no tuviese un plan especial para bloquear esta pueblada anárquica. Ese plan no se puede reducir a la intervención judicial y de la Policía Federal. Es posible que nuevas ocupaciones se produzcan en la Capital Federal y en el Gran Buenos Aires. Es necesario enfocar el problema con una visión estratégica.
¿Qué significa una visión estratégica? Se debe entender que existe un plan conservador y antidemocrático que ve con simpatía que se produzcan en diversos territorios puebladas de este tipo, que abran el camino al control violento del narcotráfico y a escuadrones de derecha,
formalmente «defensores de los vecinos».
Este objetivo es perfectamente funcional con un eventual fracaso del actual modelo de desarrollo kirchnerista de reindustrialización, generación de empleos genuinos y expansión de la demanda interna. La derecha se plantea su sustitución progresiva por un modelo liberal «a la chilena».
De ser derrotado en las elecciones presidenciales de 2011 el kirchnerismo, la derecha conservadora facilitará la formación de grandes espacios territoriales controlados por el narcotráfico y el crimen
organizado, con poblaciones cautivas y rodeadas por las fuerzas de seguridad. Es decir, un sistema de favelas brasileñas, pero «argentinizadas», distribuidas sobre territorios «planos» y coexistentes
con áreas urbanas donde habita la clase obrera y sectores de clase media.
Mutación
¿Puede haber una regresión neoconservadora? No será fácil, en condiciones democráticas. Pero de instalarse un régimen del estilo del que sueña Macri y el establishment empresario argentino, éste incluiría una mutación económico-social de la envergadura impulsada por la dictadura militar en 1976.
En un anterior artículo publicado en la revista Debate, he sostenido la tesis de que el éxito estratégico del peronismo se basa en su capacidad de refundar el Estado-nación entre 1944 y 1946. Esta refundación tuvo actores centrales: el ejército, liderado por Juan Domingo Perón, los
empresarios nacionales en formación y la clase obrera organizada en grandes uniones y federaciones. Nació así la «sociedad salarial».
Esta nueva Argentina nunca fue aceptada por el establishment conservador, que logró frenar el proceso con el golpe de Estado de 1955.
Pero la historia es «tozuda»: varias décadas después, catapultada por la crisis global de 2001, la vieja línea de fuerza peronista recuperó su fuerza y reconquistó el poder iniciando el ciclo peronista-kirchnerista.
La derecha no ha bajado los brazos, y ahora intenta recuperar posiciones dentro del propio Estado, al precio miserable de «favelizar» al país. La favela no es simplemente la ocupación de tierras, es un sistema social controlado por mafias. La respuesta popular debe ser contundente: no a la favelización.