Contra «la espiral de silencio»: Carta a un amigo que arruinó una fiesta por hablar bien del Gobierno
Me lo manda Caíto, que no es kirchnerista, con el siguiente texto, que reduje un poco. Después de la «carta» de autor hasta ahora anónimo, publico el último panorama de Luis Bruschtein, titulado «Corrupción» que me parece íntimamente relacionado con la «carta»… Que les aproveche.
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Violencia Rivas. Aunque hay que manetener el autocontrol, muchas veces tenemos ganas de mandar a tantos a la mierda… |
1. Escribe Caíto:
Debe ser una ficción, pero está buena. La leí en un facebook y le puse un título. Esto que dice la carta debe pasar seguido. No hay dudas que en estos días hablar bien del gobierno en una reunión compuesta por amigos, conocidos y otros (conformada casi unánimemente por integrantes de la denominada clase media), debe ser complicado. Hay que ser muy macho para hacerlo (o tomárselo en joda). Y además ser bastante ilustrado y tener una buena labia… Si no hay hacer la que dice Artemio: sumarse «la espiral de silencio…». Frase esta que parece ser un sinónimo otras tan argentinas como: «el silencio es salud» o «violín en bolsa» o «negociemos, Don Inodoro».
Por ejemplo: a solo quince días -solo 15 días- de las denuncias de Lanata sobre Baez (por supuesto lavado de dinero), que alcanzaron un 33% de rating un domingo por la noche – que después, por un motivo u otro, se reprodujeron en casi todos los medios- y que la clase media, mayoritariamente, asumió como ciertas, el gobierno no tiene mejor idea que enviar al Congreso un proyecto de ley de blanqueo de capitales…
Y aunque las causas para enviar al Congreso ese proyecto hayan sido puramente económicas, ¿como explica el amigo de la carta – un amigo que si bien está más o menos informado, no milita- y ante un monton de tipos que le quieren saltar a la yugular, que una cosa no tiene nada que ver con la otra? ¿O que el dólar blue que hasta ayer no era importante, hoy si lo es. Tanto que se emitirán dos o tres nuevos bonos en dólares, para intentar canalizar hacia ellos parte de los pesos que presionan a la suba permanente de la cotización de la divisa en mercado ilegal.
Que en la Argentina la inflación anual es solo del 10%, que hasta hace poco se hizo un kilombo bárbaro para aprobar a gran velocidad el tratado con Irán y que ahora ya no se habla más del tema (el parlamento Iraní todavía no lo aprobó), etc. etc.
Difícil la situación para el amigo de la carta. Convengamos que por estas horas la comunicación del gobierno no lo ayuda mucho…
2. Carta a mi amigo de clase media que cagó una fiesta por hablar bien del Gobierno
Querido amigo:
Te escribo porque sé que te estás sintiendo mal por lo que pasó el otro día. Sí, me contaron el momento de mierda que pasaron en la fiesta. Pucha, y es increíble. Allí entre los invitados estaban tus amigos, compañeros de laburo e incluso esa familia linda y ruidosa que te conozco. Ellos, que saben como pensás y (no hay vez que no lo hagan) empezaron diciendo cosas espantosas del gobierno. Vos no deseabas hablar de política. Como los quieres mucho, preferías no discutir con ellos. Hablaste de futbol, del clima, de Maravilla Martínez. Pero no hubo caso. Terminaron relacionando esos temas (ajenos y dispersos) con que este gobierno perverso está detrás de todo lo malo que pasa. Y lo hicieron de manera desafiante, emitiendo juicios con una sonrisa sobradora, según me dijeron. Seguro que, como siempre, repitieron textualmente lo que dicen los canales de televisión, las radios o los diarios…o todos a la vez, ya que todos dicen lo mismo. Y como lo repiten todos, en la masificación se sienten respaldados y portadores de una verdad incontrovertible. Verdad que vos no podrías ni discutir ni negar.
Allí es cuando, querido amigo, vos seguro pensaste que ibas a hacer. Si te quedabas callado (para no arruinar la reunión) o si hablabas. Y (te conozco de años) resolviste que callarte sería cobarde. Que si callabas sería porque tenías miedo a estar en desventaja, ya que eran todos contra vos. Y encima esos todos vieron Lanata el último domingo, y la tenias jodida. Vos no podías competir contra semejante showman en el oficio de adjetivar mal al gobierno. De la misma manera que no podrías competir con Tinelli en el oficio de divertir sin pensar.
Y allí fuiste, haciéndote el cruzado. ¡Que boludo! Empezaste a enunciar grandes acciones gubernamentales, pero te contestaron que estatizaron las empresas privatizadas y las AFJP para robar. Le contaste que hicieron la Asignación Universal por Hijo y te respondieron que eso es para que las madres pobres tengan más hijos que los voten y así siguen robando. Sostuviste que lanzaron una reforma del Poder Judicial. Si, de ese Poder Judicial del que ellos mismos se quejaban porque hace añares que no les sale el juicio y al Juez ni lo vieron, o que los delincuentes entraban por una puerta y salían por la otra, o que absolvían a proxenetas, o que nunca encontraban a los asesinos de niñas. Creíste que por eso te iban a dar la razón, al menos en esa. Pero no. Te contestaron que el Poder Judicial en realidad estaba bien, que ahora son independientes, y que el gobierno quiere hacer la reforma con el fin de seguir robando. Vos ya no querías hablar de cuestiones tan puntuales, y les expresaste que la pobreza y el desempleo descendieron. Te manifestaron que esas eran todas mentiras del INDEC, al que destruyeron para seguir robando. Vos les expusiste que tampoco le crees al INDEC, y que las cifras que usas para argumentar son de Naciones Unidas, de la CEPAL y hasta del mismo Fondo Monetario Internacional. Pero te dijeron que esas cifras no cuentan porque ellos ven por si mismos, con sus propios ojos, que todo está peor así que no les hace falta estadísticas, y que las cosas están así de mal porque el gobierno roba.
Uno de tus interlocutores visiblemente ofuscado por lo que vos sostenías, empezó a hablar del vecino de enfrente que está diabético y pobre y otros a relatar sus propias experiencias personales negativas, de las cuales todas el responsable es este gobierno que roba. Vos pensaste en ese momento argumentarles que, si de experiencias personales se trata, lo que vos veías de ellos (algunos todavía más crispados que el señor del vecino diabético) es que recientemente habían cambiado el auto, o que se iban de vacaciones, o que algunos acaban de volver del exterior. Pero no se los dijiste para no tensar más la cosa. Además, sabías que te dirían que todo fue producto exclusivo de que se deslomaron laburando. Y que si vos les decías que también hace diez años atrás se deslomaban laburando igualmente pero no podían ni cambiar el auto ni viajar, te iban a responder que eso no tiene nada que ver con este gobierno, que roba incluso más que el que estaba en esa época. Vos decidiste callar esos ejemplos personales ya que habías notado que, cuando más argumentos dabas vos, cuando más respaldabas tus dichos con datos concretos de la realidad, más se sulfuraban y se ponían agresivos.
Lo peor fue que, a pesar de que vos no los quisiste confrontar a ellos dando ejemplos de sus situaciones personales que mejoraron, ellos si te atacaron a vos y mal. Me chusmearon que uno de los de atrás te saltó diciendo que vos defendés al gobierno porque seguro que cobras un plan, o trabajas para el Estado y que también vos robas. Vos estuviste con mucha altura según me contó mi primo, al hacer un gesto como que ese insulto no lo ibas a responder, que la cosa terminaba allí. Y cambiaste abruptamente de tema volviendo a la pelea de Maravilla. Pero ya todo fue inútil. Se había generado un clima de mierda, con todos tus amigos y familiares indignados. Indignados con vos y con la vida. Un clima que no pudiste levantar en el resto de lo que quedó de la noche. Y la fiesta fue una cagada.
Ya te imagino. Debes haber estado patético sonriendo y tratando de tirar buena onda vos solo en medio de una bocha de invitados con cara de tuje. Creo que si yo hubiera estado y te veía, hasta yo te pegaba…
Bueno, en realidad no te escribía para sumarme a tus detractores. Lo hacía para que no te sientas tan mal por “haber cagado” la reunión. Eso nos pasó alguna vez a todos los que bancamos al gobierno. Vos pensá que estás dando una discusión en lo político y lo económico, cuando en realidad el resto de los invitados, que es tu gente, nuestra gente de la clase media, piensa lo que piensa no por motivos políticos ni económicos…sino por cuestiones psicológicas y antropológicas.
Veamos como es esto. ¿Vos viste a alguno de tus amigos que vayan a la villa 31 a ver como hablan allí para copiarles la tonada, los modismos y el léxico? ¿O a alguna de tus amigas que le imiten la manera de vestirse a las militantes de la Tupac Amaru? ¿ O a tus primos que se tiren la visera de la gorra atrás y usen bermudas con el propósito de parecerse al pibe urbano que se la rebusca en las esquinas? No los vas a ver. Nadie quiere parecerse a los villeros, a los militantes o al chabón de La Perito en Pompeya. Ellos son los perdedores del sistema. Los que están abajo. A nadie le gusta identificarse con ellos. Aborrecerían parecérseles. Amigo, amiga y primo tienen pánico que los confundan con ellos.
Ahora…¿cuantos amigos tuyos ves que imitan las pautas de comportamiento, los puntos de vista, los modos linguisticos, las manera de vestir y los gustos de los que viven en Barrio Norte, de las personas que aparecen en TV, o de los ejecutivos de las transnacionales?
¿Muchos no? ¿Pensaste porque van a Casa FOA o pagan fortunas por ver al Cirque du Soleil? ¿Viste como ellos usan el ingles hasta para nombrar cosas que tienen una palabra en español que son un significante mejor? ¿Se te ocurrió pensar por que el cuarteto cordobés era una música de porquería en nuestra adolescencia pero ahora a todos les parece redivertida? Se trata no de la independencia de criterio de tus amigos. Se trata de que ellos hacen lo que hacen porque siguen pautas imitativas. Tratan de imitar a los ganadores del sistema, que no es gente de la clase media precisamente. Es gente de la clase alta. Quieren parecerse a ellos, a los que están arriba. Los tipos de la alta sociedad van a casa FOA, vamos entonces todos para allá aunque no nos importe un carajo la decoración. El circo nos aburre pedorramente, pero como la farándula y personajes del mundo empresario fueron, nos gastemos una fortuna en una entrada del Cirque du Soleil. Decir ¨recreo” es más sencillo y preciso que decir coffee-break (quiebre-café en español, que expresión rebuscada) pero como la lengua de la potencia hegemónica lo dice así, por algo será, entonces lo copiamos. El cuarteto nos parece monótono y grasa, pero ahora como lo ponen en las fiestas que se hacen en el Palacio San Miguel, es una música redivertida… ¿viste?
Se imitan las pautas y estilos de los ganadores del sistema. Son como el equipo que salió campeón y al que todos se desesperan por ir a la cancha a verlos y decir que siempre fueron sus hinchas. La clase media tiene la necesidad imperiosa de imitar a los ganadores. Justamente porque están en la mitad de la tabla. Si no lo hacen, capaz que los confunden con los perdedores y se van al descenso…
Vos, querido amigo, pensá ahora. ¿Qué ideología tienen los ganadores del sistema? ¿Los de la clase alta? ¿Son peronistas de la tendencia revolucionaria? ¿Son nacionales y populares? ¿Son latinoamericanistas? ¿Simpatizan con el aborigen Evo Morales? ¿Hablan bien del gobierno? Buscá un sondeo de intención de voto en Recoleta. ¿Por quién vota esa gente? ¿No será a ellos a quienes quieren parecerse (conscientemente por imitación, inconscientemente por mimesis) tus amigos y familiares de clase media?
Es por eso que, por más que se los expliques con tiza y pizarrón que la Argentina está mejor y que lo respaldes con evidencia empírica, ellos no lo aceptarán. Porque, si lo aceptaran, eso los pondría cerca de un gobierno peronista, nacional y popular, latinoamericanista y con núcleo electoral en los más pobres y humildes. Un quemo total. Peor que andar por el Dot en chancletas y musculosa mientras te clavás un chori. Un clasemediero que se precie de serlo, puede celebrar y desear la muerte a sus mandatarios constitucionales (socialmente aceptable) pero jamás una caminata por el Dot en semejante estilo (socialmente sacrílego).
Y queda más mi amigo. Mi viejo me enseñaba que de cien tipos, hay uno que es un genio, otro que es medio lento, y los noventa y ocho restantes que quedamos somos todos estándar. Nos gustaría a esos noventa y ocho ser genios también, pero durante la vida no nos hemos distinguido mucho. El putear al gobierno nos da, no digo una solución, pero si un analgésico a nuestro drama.
En realidad dos. El primero, vos podés decir que no llegaste más lejos en la vida por culpa de este gobierno (y de los anteriores y de los que seguirán) que arruinan al país. De no ser por ellos, vos serías Gardel. El segundo, siempre te hace parecer más astuto el ser suspicaz. Cuando alguien dice “esto que está haciendo el gobierno esta bueno” vos quedás como un tipo agudo si retrucas diciendo algo como “no, eso que hacen es una mentira, lograron engañar a la mayoría pero a mi no (porque yo soy astuto) y en realidad lo hacen no para el bien de la gente sino para….robar”. Y así ganas tus treinta segundos de fama en la reunión, quedando como el iluminado del grupo que ve más allá y mas lejos que las mayorías.
Porque de eso se trata. De un gobierno con un nucleo popular, con mucho pobrerío que lo vota, con una mayoría electoral que lo respalda…mayoría plebeya de la cual el clase mediero necesita desmarcarse. Es que él quiere ser parte de la minoría, de la élite. Así que tiene que salir a pegarle al gobierno. Esto también se mezcla con el miedo del clase mediero a que los de abajo mejoren su calidad de vida y un día les invadan las playas, los barrios del Norte y el shopping que el clasemediero reivindica como su espacio exclusivo y excluyente de las lacras de abajo.
Así que, mi querido amigo, te acompaño en lo que te pasa y permíteme unas humildes recomendaciones. No odiemos a los clase media. Nuestros viejos a quienes adoramos vienen de allí. Nosotros somos de allí. Nuestras familias y mejores amigos que queremos entrañablemente son de allí. Lamento que hayas cagado la fiesta, pero todo se puede arreglar. Como ellos, a pesar de tus ideas de mierda, todavía te quieren, a la próxima fiesta van cometer la boludez de volverte a invitar. Y cuando te vuelvan a torear con temas como “Che, viste lo que el gordo Lanata dice”…no te quedes callado. Eso sería admitir que tienen razón, y sabemos que no la tienen. Pero tampoco le saltes con la vehemencia de la última vez. Acordate siempre que vos sos contra-cultura y ellos vienen a pelo, a favor de la corriente en una manera de pensar que se ha venido consolidando desde que empezamos como una colonia europea hace siglos. O desde que arrancó el capitalismo (cuya consecuencia fueron las colonias) como orden dominante en el mundo. En media hora de charla, si vos podes deconstruir más de medio milenio de hegemonía cultural, sos un genio.
Pero yo creo, aunque te ofendas, que vos estás conmigo en los noventa y ocho tipos estandar que decía mi viejo.
Lo que te aconsejo es que ante estos públicos difíciles (tan difíciles por lo muy equivocados que están al tiempo de lo mucho que los querés) no hagas afirmaciones taxativas. Si que plantees preguntas que los hagan reflexionar. No uses la ironía, sino sencillez para expresar que vos tampoco la tenés tan clara a las respuestas. Pensá que nadie te va a admitir (mucho menos en público) que estaba equivocado y que viene siendo engañado por un sistema creado por los ganadores (grupo al que él no pertenece ni arrima) desde que nació.
Por ejemplo, cuando te digan que Venezuela es una dictadura, vos expresá (como una pregunta que te hacés a vos mismo también) si en esa cruzada democratizadora de los EEUU no juega también el hecho de que la franja del Orinoco, la mayor reserva petrolera mundial, esté en suelo venezolano. Tiralo como un tema que habría que analizar. Si lo aceptan, preguntá luego como es que una dictadura ganó diecisiete de las dieciocho elecciones limpias en las que presentó, bacándosela como duquesa cuando le tocó perder por dos puntos míseros. Allí te van a querer matar, pero vos dejá la pregunta abierta solamente. No la respondas.
Creo, soy un optimista empedernido, que así meterás al menos la inquietud de pensar las cosas por uno mismo. Lo que a futuro puede ser una cuña pequeña en el bloque hegemónico comunicacional que nos imponen todos los días y del cual, tus amigos y familiares, no tienen la culpa de ser sujetos pasivos.
Te mando un abrazo, con el cariño de siempre.
P.D.: No obstante, si a la próxima fiesta que te inviten lo mismo la querés cagar… ¡llevame!
3. La Corrupción, por Luis Bruschtein
En forma esporádica pero recurrente la corrupción pasa a convertirse en la columna principal del relato crítico al Gobierno. Es un discurso que no llega a impactar contra los argumentos de los que lo apoyan, porque éstos se sostienen en otros temas, como los derechos humanos, las políticas sociales o la integración regional y varios más. En esas situaciones, los argumentos en contra y a favor no se cruzan y por lo tanto no dialogan ni se convencen.
El discurso antagonista salva esa distancia explicando que lo único que le interesa a este gobierno es robar y que todo lo demás es relato, cosmética, mentira. Pero los que apoyan son protagonistas de muchas de las medidas del Gobierno, desde comerciantes que estaban antes al borde de la quiebra, jubilados que habían sido desplazados por las AFJP y luego incorporados a la jubilación estatal, desocupados que consiguieron trabajo e incluso los que han visto juzgar y condenar a los represores de la dictadura o miembros de minorías de género u opción sexual. Para ellos cada una o alguna de esas medidas han sido muy concretas, les han cambiado la vida.
Se genera así un efecto de espejo. Si esas medidas de gobierno no son mentiras –el negocio está bien, tengo trabajo, tengo jubilación, los represores están presos–, entonces lo que sí son mentiras son las cosas que los críticos dicen que son verdad. Si se busca sensibilizar a partir de las denuncias de corrupción como único argumento, este discurso termina por generar descreimiento en un gran sector. No es que se consienta la corrupción, sino que no se cree en el torrente de denuncias que se difunde.
La poderosa intervención de los grandes medios afecta esa lógica en alguna medida y puede hacer daño por su efecto masivo y repetitivo. Pero los medios no necesitan probar una denuncia ante la Justicia para hacerla creíble. Daría la impresión de que les resultaría mucho más difícil si tomaran como eje para sus críticas a las políticas sociales del Gobierno, las de derechos humanos, de integración regional u otras, en vez de elegir la corrupción como eje. Cada vez que el discurso opositor derivó hacia alguno de esos temas puso al desnudo argumentos mezquinos, de baja calidad democrática y en general representativos de pequeños sectores. Cada vez que se dio, ese debate favoreció al Gobierno.
La elección de la denuncia de la corrupción es una decisión política, pero además tiene que ver con la calidad de la denuncia y los mecanismos de convencimiento que tienen los medios. En los otros terrenos el efecto de los grandes medios tiene menos penetración porque se trata de políticas masivas que tienen consecuencias masivas y verificables de manera individual. Cada quien puede conocer algún resultado de las políticas de inclusión, de distribución del ingreso o de ampliación de derechos. En esos casos, la realidad virtual puede ser confrontada con una realidad concreta y pierde fuerza, pasa a ser parte de una escenografía.
En cambio, la realidad virtual puede prevalecer en temas que son amenazantes o lesivos para un grupo social –lo cual lo predispone– y cuya existencia real o su escala no puede ser comprobada ni por cada persona ni por ese grupo sin la intermediación mediática. A diferencia de las políticas masivas, un acto de corrupción no puede ser conocido si no es a través de los medios. Pero si hay una decisión política tan enfática, porque en otros temas tiene menos ventaja, lo que puede aparecer, más que la comprobación de un acto de corrupción, es una construcción mediática, algo que está forzado, que está construido como si fuera la realidad, sin serlo. Así, un lenguaje mediático que sirve para interpretar y representar la realidad se utiliza esta vez para recrearla por la necesidad de explotar al máximo una temática. Y de esta manera la construcción mediática se transforma en operación política.
Antes del actual intento mediático de vincular a Néstor Kirchner con actos de corrupción a través del empresario Lázaro Báez se escribieron toneladas de papel sobre un supuesto acto de corrupción del vicepresidente Amado Boudou con relación a la empresa Ciccone Calcográfica. Si alguien cometió un delito de corrupción tiene que ser castigado por la Justicia. No se trata aquí de plantear la inocencia de Boudou ni de nadie. De lo que se trata es que la campaña periodística nunca pudo demostrar su culpabilidad y que la elección del vicepresidente para realizar esa campaña fue una decisión política. La investigación periodística parecía abrumadora por su volumen pero no terminaba de probar su hipótesis. En ningún momento pudieron probar que Boudou se hubiera favorecido en alguna transacción. Para eso hubieran tenido que demostrar que el vicepresidente o un testaferro suyo eran los dueños de The Old Fund o los financistas de Ciccone Calcográfica. No habían podido probar la parte más importante, pero el volumen de lo difundido y su repetición permanente en todos los grandes medios corporativos dejaba la sensación opuesta.
Finalmente, el Gobierno ejecutó la deuda que Ciccone tenía con la AFIP y estatizó la empresa para la fabricación de papel moneda. No pagó un peso de más. Quienes fueran los dueños no salían favorecidos en nada. Todo lo contrario. Algún obstinado llegó a afirmar que el Gobierno había tomado esa decisión estratégica solamente para tapar todo. Pero al poco tiempo, el banquero Raúl Moneta exigió una indemnización, ya que reconoció que era él quien había financiado a The Old Fund –un sello que sí pertenecía a Alejandro Vanderbroele– para controlar a Ciccone. La irrupción de Moneta terminó por neutralizar toda la campaña mediática, que fue languideciendo a partir de allí. De todos modos, cuando hablan de ese caso, la oposición y los grandes medios dicen que la investigación fue parada por el Gobierno cuando la defensa consiguió cambiar a un fiscal que había sido influenciable por los medios. Pero no dicen que cualquier presunción de culpabilidad de Boudou perdía fuerza con la estatización de la empresa y con la irrupción de Moneta como el verdadero financista.
Vanderbroele trabajaba para Moneta y no para Boudou. Los agujeros que tenía la investigación periodística eran evidentes desde antes, pero el caudal de notas y el ametrallamiento permanente por parte de los grandes medios los tapaba.
El disparador del caso anterior fue la ex mujer de Vanderbroele. El disparador del caso Lázaro Báez fueron dos testimonios que después se desdijeron: confesaron que mintieron para dirimir problemas de negocios, en un caso con supuestos deudores y en el otro para perjudicar a un ex empleador suyo. Y la única documentación fueron un papel a nombre del hijo de Lázaro Báez, la venta de la casa de los Kirchner en Santa Cruz a la empresa de Báez y una sociedad donde Kirchner puso el terreno y Báez construyó un edificio de departamentos. Si Lázaro Báez evadió al fisco, deberá ser juzgado y castigado. Pero todo el montaje no fue para encarcelar a Báez por evasión, sino para tratar de mostrarlo como testaferro de Kirchner. En realidad, demuestra lo contrario, porque si hubiera sido así, Kirchner se hubiera cuidado de no aparecer en ningún negocio con Báez. Y son dos negocios chicos (la venta de una casa y un terreno) sin ninguna relación con fondos públicos. Han gastado tinta y saliva para hablar de los negocios de Báez (que tiene muchos con su constructora) y no importa que no hayan podido comprobar que sea un testaferro, porque los grandes titulares y la multiplicación de cada artículo y de cada anuncio crean la sensación de que fue así. Cuando la Justicia no encuentre pruebas responsabilizarán al juez.
Estos dos casos son paradigmáticos porque no les interesa demostrar que existe corrupción pública, un problema que es necesario desterrar. Van más allá, porque buscaron involucrar al vicepresidente y a un ex presidente para instalar como paradigma ejemplar que cualquier política que transgreda los marcos estipulados por el poder económico es tan marginal que solamente puede estar motivada por el latrocinio. Cuando se elige la denuncia anticorrupción como herramienta central de cuestionamiento a un gobierno es porque cualquier otro plano no les sería favorable. Pero además, la moraleja de esta campaña de los grandes medios sería que el progresismo o las políticas de cambio están bien para exhibir en la vitrina del cristalero o para declaraciones testimoniales pero cuando alguien las impulsa en la realidad, sólo puede tratarse de un marginal y un ladrón.