
Los paréntesis son míos. JS
AMIA-Embajada de Israel
Los atentados según Cristina:
«¿Alguién puede decirme qué paso en la embajada?
«… quiero referirme a un tema que fue abordado, ríspidamente por cierto, en las últimas sesiones del Senado y la Cámara de Diputados. Sí, un tema que me toca muy de cerca. El tema del acuerdo, del Memorándum de Entendimiento entre la República Argentina y la República Islámica de Irán con motivo de la voladura o del atentado terrorista perpetrado contra la AMIA. (…)
Yo fui miembro de la Comisión de Seguimiento de la voladura de la Embajada de Israel y de la AMIA. La historia la conocen muy pocos.
La primera Comisión se formó aquí, en Diputados, porque la investigación no avanzaba. El primer atentado fue en marzo de 1992 y el segundo atentado fue el 18 de julio de 1994, en uno murieron 22 personas y en el otro, si mal no recuerdo, 84. De cualquier manera, los atentados terroristas no se miden, no hay inventarios de sangre: hay atentados terroristas. Y en uno fue la voladura de un territorio soberano –porque las embajadas son territorios soberanos– y como tal, por expresa disposición de la Constitución Nacional, es materia exclusiva y excluyente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Por lo tanto, la investigación quedó a cargo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Y hubo escándalos varios durante esa investigación porque hasta un ministro (Carlos Fayt) llegó a sugerir que no se trataba de una explosión –no sé si ustedes recordarán–, sino de una implosión, como que había explosivos adentro de la Embajada, y se armó un escándalo infernal, hubo pericias (de la Academia Nacional de Ingeniería, que concluyeron que la explosión se había producido en el hall de entrada. N. del E.) que… en fin…
Luego, el atentado de la AMIA. Y entonces, ante la lentitud de las investigaciones y la falta de resultados, la Cámara de Diputados primero, en el año 1995, decide hacer una Comisión de Seguimiento de ambos atentados; luego se une la Cámara de Senadores y se forma la famosa Comisión Bicameral de Seguimiento de los Atentados de la Embajada de Israel y de la AMIA, de la que fui parte desde que empezó hasta que terminó. Estaba integrada por muchos miembros, todos los presidentes de bloques, mucha gente. Pero en realidad, de los cinco que siempre íbamos y trabajábamos muy duramente sólo quedamos tres. Estaba su presidente, el gobernador (Carlos) Soria, entonces diputado Soria, fallecido; Melchor Cruchaga, un gran compañero de bancada de la Unión Cívica Radical, gran trabajador; Juan Pablo Cafiero, actual embajador en el Vaticano; Marcelo Stubrin, representante de la oposición en el AFSCA y quien les habla. Yo fui miembro, primero, como senadora y luego como diputada, porque el ex diputado, actual senador, (Miguel Ángel) Pichetto cuando me querían sacar de la Comisión me cedió su lugar porque para mí era un lugar de mucho compromiso.
Yo trabajé mucho y trabajamos mucho los cinco, con discusiones, con cosas muy complicadas y con posturas muy duras que yo tuve internamente, que nunca salieron afuera. Nunca especulé, nunca hice declaraciones a la prensa diciendo «sé tal cosa», «descubrí tal otra», porque era una cosa muy grave. Tuve, sí, dictámenes disidentes, sobre todo el último, después de escuchar el testimonio de un miembro del juzgado del doctor (Juan José) Galeano, donde pude armar ese rompecabezas que no se entendía de qué se trataba.
Tuve un dictamen muy duro donde sostuve que lo importante no era tener un juicio, lo importante era conocer la verdad. Y que yo estaba viendo que lo que se trataba de armar era un juicio, con el cual no se iba a llegar absolutamente a nada, porque se habían violado normas elementales que hacen al debido proceso legal.
Recuerdo que había testigos encubiertos a los cuales, por ejemplo, las distintas defensas no habían tenido acceso. Yo, que soy abogada, no soy penalista pero me daba cuenta de que en un juicio oral y público no había forma posible de condenar a nadie y que todo eso iba a ser nulificado prácticamente. Y además vi, sinceramente no quiero entrar en detalles, tal vez en las memorias pueda hacerlo, porque no quiero hablar de una cosa tan dolorosa, pero yo lo viví como un tablero de ajedrez. Así lo manifesté cuando me llamó a declarar el TOF, el Tribunal Oral Federal. Lo viví como un tablero de ajedrez de la política interna y de la política internacional.
Cuando se incluyó a las brigadas de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, y vino a declarar el entonces comisario (Pedro) Klodczy –que hoy está fallecido también–, cuando apareció ese anónimo involucrando a quien era jefe de la Dirección de Sustracción de Automotores, el comisario (Juan José) Ribelli, realmente uno tuvo la sensación de que se estaban jugando otras cosas, porque involucraba directamente a un sector, a la Policía Bonaerense, por decirlo más claramente, y al gobierno de la provincia de Buenos Aires /de Eduardo Duhalde), obviamente. Fue muy duro, fue muy difícil.
Me acuerdo que un día Melchor (Cruchaga) fue a visitar a Ribelli a la cárcel, porque quería hablar con él. Era tal el compromiso que todos teníamos con esa causa, de saber la verdad, que Melchor fue a entrevistarlo. «Yo no pienso ir» le dije, y allá fue Melchor solo a entrevistarse con Ribelli y cuando regresó nos contó que era un hombre brillante, muy inteligente –de hecho nosotros habíamos examinado toda la foja de servicios y tenía altísimas calificaciones– y propuso a la comisión que fuéramos a verlo. Creo que ellos fueron: Juan Pablo, Marcelo (Stubrin), el «Gringo» (Soria) y Melchor. Yo me negué a ir, dije: «Yo no voy», y no fui. Y luego seguimos tomando declaraciones, pero la verdad es que la causa era cada vez más complicada, y me acuerdo, como si fuera hoy, una reunión que mantuvimos con el doctor Galeano, él sentado ahí, donde íbamos a preguntarle –porque eran ya las partes finales, ya habíamos tomado declaraciones al doctor (Claudio) Lifschitz, que había sido miembro del Juzgado (y del servicio de informaciones de la Policía Federal)–, y me acuerdo que nos recibió en una sala en (los truibunales federales de la avenida) Comodoro Py con, no sé, habría 80, 90, 30 ó 100 cuerpos del expediente, que yo creo que lo hizo para impresionarnos, como si pudiera impresionarme con un montón de papeles. Y cuando comenzamos a preguntarle, fundamentalmente quien les habla –sé que soy un poco dura cuando pregunto, pero bueno, era mi obligación–, llegó un momento que se interrumpió y se terminó la reunión porque no había respuestas. Y no había respuestas porque prácticamente se había fabricado una causa que no tenía ningún tipo de anclaje legal. Y eso fue lo que dije, no ahora: lo dije en aquel momento, lo escribí en soledad y lo firmé. Porque, podrá decirse que no están de acuerdo conmigo o que están de acuerdo, pero siempre he tratado de tener consistencia y coherencia en lo que digo. Nunca pudimos tampoco averiguar lo de la Embajada, porque lo intentamos, pero aquella Corte se negó terminantemente a darnos información.
Me acuerdo que el doctor César Arias, el abogado que también era diputado, era el contacto con la Corte y el encargado de ir a pedirle a la Corte; bueno, hubo una pelea –Marcelo Stubrin se acordará– y nunca tuvimos información, ni aún en el día de hoy nadie tiene información de lo que pasó con la voladura de la Embajada de Israel. Y repito que a mí me llama poderosamente la atención que no se estén preocupando por lo que constituye una violación de territorio, como es la voladura de una embajada.
En cuanto al tratado también sé que hubo argumentos como que nosotros queríamos negociar compra de cereales o un reactor nuclear o no sé qué cosas. Yo acá tengo los datos de que las únicas negociaciones nucleares que hubo con la República Islámica de Irán fueron tres: el 4 de mayo del 87 se firmó el contrato TT 963 entre la AEOI, que es un organismo internacional en materia nuclear, la empresa INVAP y el Centro de Investigaciones Nucleares de Teherán. Tengamos en cuenta que a esta altura ya estaba el régimen del ayatollah Jomeini y se había producido la toma de rehenes en la Embajada de Estados Unidos. ¿Vieron la película Argo, a propósito? Yo la vi… Falta contar una partecita, que es que cuando intentaron rescatarla dos veces se cayeron unos helicópteros y murieron ocho marines. Pero la película es buena igual, porque cuenta una parte.
Cuando se hicieron estas negociaciones entre la República Argentina y Teherán –dos contratos en el 88 y uno en el 87 y todos finalizaron de común acuerdo en el año 1997, salvo otros que fueron rescindidos en el año 1991–, no escuché que nadie dijera nada. Este gobierno jamás negoció en materia nuclear, porque además la República Argentina es líder en materia de no proliferación nuclear. Somos país de consulta en esa materia. Mal podríamos negociar no solamente con Teherán, sino con ningún otro país que no tuviera uso pacífico de la energía atómica. Formamos parte del club muy selecto de países que pueden hacer gala de la no proliferación nuclear y de uso pacífico de la energía nuclear, teniendo desarrollo nuclear. Porque ser pacífico en materia nuclear sin tener desarrollo nuclear es fácil. Pero nosotros somos el país con mayor desarrollo de toda América latina. Hemos vendido reactores nucleares a Egipto, a Argelia y a Australia. Y nos presentamos en Holanda y la tuvieron que bajar (la licitación) porque, si no, se la ganábamos a Francia. En fin, todos saben lo que es la Argentina en materia de energía nuclear. Por lo tanto, el argumento es absurdo.
El otro argumento fue que queríamos venderle cereales. Acá tengo La Nación del miércoles 27 de diciembre de 2010. Esta es la tapa. Para los que no lo crean, he rescatado de la hemeroteca un ejemplar, todo amarillento, del diario La Nación. No… sin silbidos.
Hay una nota en un costadito firmada por un viejo conocido nuestro, sobre todo de Kirchner: José Claudio Escribano. Recuerdo la editorial que dedicó a Kirchner cuando asumió, donde le pronosticaba apenas un año de gobierno.
Aquí dice: «Alentador cierre del año para el campo. La carne argentina vuelve hoy a Estados Unidos». Y dice, refiriéndose a Irán, lo siguiente: «En 1999 los iraníes insinuaron un renovado interés por los productos argentinos». Lo dice como algo alentador. Y sigue: «después de haber desaparecido de nuestro mercado como derivación de las imputaciones …». Repito: «después de haber desaparecido de nuestro mercado como derivación de las imputaciones que se le formularon por la supuesta participación de su gobierno en el atentado contra la AMIA en 1994. Irán compraba trigo por un valor cercano a los 800 millones de dólares. La reinserción iraní entre los compradores de la Argentina ha preocupado, según fuentes oficiales, a la diplomacia israelí. El hecho no ha sido pasado por alto por el gobierno argentino. Tampoco este ha dejado de computar los signos que se han ido percibiendo el último año de una lenta recomposición de relaciones entre Washington y Teherán.»
Entonces, como Washington y Teherán estaban bien y había que vender el trigo, estaba bien. Pero quiero que toda la comunidad –y cuando hablo de comunidad me refiero a la comunidad argentina y también a la comunidad judía– escuche la expresión cómo se manifestaba: «después de haber desaparecido de nuestro mercado como derivación de las imputaciones –imputaciones– que se les formularon por la supuesta participación de su gobierno en el atentado contra la AMIA en 1994…».
Cualquiera que relea La Nación de estos días advierte que no habla de imputaciones ni de supuestos, sino directamente casi de condena firmada y sentencia pronta a ejecutarse.
¿Por qué la firma de este Memorándum? Me preguntaba Betty, ¿Por qué la firma? Primero, porque soy una persona que le gusta hacer frente a los problemas. La posición más cómoda para mí hubiera sido seguir todos los años monocordemente yendo los 18 de julio abajo del palco a escuchar el discurso de algún familiar, el dolor de algún familiar, los reclamos de alguna figura invitada; ir en setiembre ante la Asamblea de Naciones Unidas y pedir una vez más justicia. De hecho fuimos a pedir justicia y nos contestaron que querían cooperar.
Todos saben, además, que esta causa está prácticamente inmovilizada desde hace muchísimos años, por una cuestión muy elemental: sin tomar declaración ninguna causa penal puede avanzar. De hecho se le tomó declaración al ex embajador de Irán en la Argentina, Hadi Soleimanpour, en Londres, con las pruebas que habían sido remitidas por la justicia argentina, fue dejado en libertad. Se tuvo que pagar veinticinco mil dólares por parte de la Cancillería Argentina en concepto de costas y ya no integra la nómina de los que tienen tarjeta roja de Interpol que, por otra parte, todos sabemos que esa tarjeta roja de Interpol es tarjeta roja ma non tropo, porque esos funcionarios se mueven y se entrevistan con todos los funcionarios europeos: alemanes, franceses, etcétera; y también, algún día lo sabremos, tal vez, con todos los personajes menos pensados de la historia de este momento en el mundo. Y la verdad que mi personalidad no es para hacer la plancha. Lo más fácil hubiera sido hacer eso, lo que hacen muchos: la plancha. Repetir, quedar bien, sacarse la foto, total…, pasa otro año y todo sigue igual. Pero la verdad que mi compromiso con esta causa es encontrar la verdad, saber precisamente qué es lo que pasó, no solamente desde afuera, sino saber qué pasó adentro también. Yo quiero saber qué pasó adentro. Quiero saber quiénes fueron los que encubrieron, quiero saber quiénes fueron los que escondieron las pruebas. Quiero saberlo. Me lo merezco como argentina y se lo merecen las víctimas y sus familiares. Y así como vamos, nunca se va a saber la verdad.
Han transcurrido casi veintiún años, ¿será este marzo?, ¿calculo mal? Veintiún años de la voladura de la Embajada. Murieron veintidós personas, algunos ciudadanos israelíes que estaban en su territorio. ¿Alguien puede decirme algo de lo que pasó en esa Embajada? ¿Hay alguien acusado? ¿Hay alguien al que se le haya librado orden de captura? ¿Se sabe cómo fue, qué tipo de explosivo? Yo no lo sé, nunca lo pude saber ni siquiera en la Comisión. Eso está a cargo de la Corte. No lo podemos saber.
Van a cumplirse diecinueve años de la voladura de la AMIA y estamos igual que siempre. Teníamos que destrabar esto, ¿qué es lo peor que puede pasar si no cumplen? Primero, la condena internacional de no cumplir un tratado que fue firmado y aprobado por nuestro Parlamento y que deberá ser tratado y aprobado, eventualmente, por el Parlamento de ellos. Pero segundo, vamos a estar exactamente igual que ahora; entonces, cómo no intentar… Siempre hay que intentar en la vida resolver los problemas. Me niego a formar parte. Será que soy parte de una generación que veía la cosa y arremetía; iba con todo. Así les salió y así les costó. Pero me niego a ser esos pusilánimes vegetativos que están haciendo la plancha y que no les importa nada. ¡Me niego! ¡Me niego al protocolo!
Me niego, porque hablé con todos y cada uno de los familiares durante los años en que fui miembro de la Comisión. Por ahí discutía suavemente, no como en la intimidad con ustedes –con ellos, suave–; y decían: No; lo de Galeano es un desastre; Che, ellos lo defendían a Galeano. Entonces, no quiero hablar de algunas autoridades de la Comunidad, mejor quiero obviarlo Betty, porque su papel fue lamentable. Parte del movimiento se debe también a esa complicidad, es decir, una parte de la dirigencia comunitaria. Y hay que decirlo con todas las letras; guste o no guste, hay que decirlo con todas las letras.
Por eso, mi compromiso es intentar destrabar esto. Y ojalá que esas conversaciones que ahora ha iniciado el Grupo 5 más 1 del Consejo de Seguridad, más Alemania, con Irán, que están teniendo lugar en Kazajistán y creo que se van a volver a reunir en abril, ojalá puedan arribar a buen puerto, porque el mundo necesita paz. Si a este desastre económico, social y financiero que hoy atraviesa el mundo le agregamos guerra y enfrentamiento por cuestiones religiosas, militares o intereses armamentistas estamos definitivamente locos como humanidad.
Por eso yo quiero contribuir, en la medida de lo posible, a encontrar la verdad en este caso y no permitir bajo ningún punto de vista que esta desgracia terrible que nos sucedió a los argentinos pueda ser utilizada como una pieza de ajedrez en el tablero internacional. Yo no voy a permitir que nadie utilice la desgracia y la tragedia de los argentinos para fines de la geopolítica internacional.
Por eso lo hicimos Betty, y ojalá puedan trasladarse las autoridades judiciales a tomar declaración, para poder saber exactamente las cosas y conocer la verdad, pero también conocer aquí adentro qué es exactamente lo que pasó. Porque todos lo sabemos, lo sabe cualquier juez o cualquier penalista, que crimen que no se descubre en los primeros tiempos después resulta muy difícil por el tema de las pruebas. Hay muchas cosas que se dijeron y se hicieron que pueden ayudar a develar la verdad. Y con esa intención y en ese camino lo voy a intentar, como intenté todas y cada una de las cosas que hemos hecho en estos años, como intentamos en un momento tantas cosas que nos decían «No, están locos, les va a salir mal. No se puede porque el Fondo Monetario dice tal cosa». Pero bueno, siempre hay que intentar en la vida.
Entonces, lo queremos hacer con el mayor de los respetos. Entendemos el dolor, lo único que pido es que me entiendan a mí, que hipócrita no voy a ser nunca y voy a hacer lo que creo que tengo y que debemos hacer. Además, tampoco fue una decisión que tomé unilateralmente, por eso también la envié al Parlamento para que tomara parte, porque además corresponde en materia de relaciones exteriores.