No fue en este siglo sino en 1990 cuando quien escribe denunció los manejos de Omar «El Caballo» Suárez en el SOMU, sindicato que había asaltado manu militari ayudado por Aldo «El Ñato» Rico, Osvaldo «El Paqui» Forese y Carlos «El Indio» Castillo, asesinos seriales al menos los dos últimos. Sin embargo, atentos al frondoso prontuario de la interventora que Macri puso al frente del gremio, la hoy candidata a senadora por la Provincia de Buenos Aires Gladys González de Mosca, entonces diputada (sueldo que nunca dejó de cobrar, cagándose en la ley mientras se autoconcedía un sabroso salario como metereta en el gremio de los obreros marítimos) estoy escaldado frente a la unanimidad vociferante de quienes aplauden la captura, condena mediática y crucifixión sumaria del «Pata» Medina, a pesar de los muchos prejuicios que, como todos o casi todos, tenemos sobre él. Y no solo prejuicios, claro: Poco y nada tiene que ver Medina con Jorge Di Pascuale, Raymundo Ongaro, Agustín Tosco y tantos hernanos sindicalistas asesinados por la dictadura genocida.
En las redes circula este texto anónimo. No sé si tiene o no asidero pero si se que al no mover un dedo en la defensa del perseguido, los dirigentes de la CGT se autocondenan pues eligen la ceguera voluntaria de no querer darse cuenta de que los Ceos amarillos vienen por ellos, vienen por todo en su afán de convalidar y homologar una drástica reducción, una jibarización de los salarios y una conversión de los sindicatos en irrelevantes ong’s. En fin, que se trata de sino de esclavizar a los trabajadores, de reducirlos al papel de siervos de la gleba.
No sé cómo no se dan cuanta de que ahora vendrán por Víctor Santa María, y que a continuación vendrán por todos.
Hay que estar ciegos. Hay que ser cobardes.
Palazzo, Amichetti, Correa: ¡explíquenles!.
Transcribo el texto que me llegó por las redes. Sin firma pero con mucho sentimiento. Es incómodo. Molesta. Y, sin embargo…
En mi barrio, los chaqueños que se vinieron de trabajar explotados en el campo, vivían en casillas arribas de las vías, todos apretados. Comían en nuestros comedores, las compañeras se pasaban días enteros limpiando casas, los compañeros changueaban, juntaban cartones, diarios, vidrios y lo vendían. Los pibitos, nenes, salían de la escuela y se iban a 7 y 50 a pedir monedas en el cine, a estacionar autos, algo que le diera unos mangos más para la casa. Iban a los piquetes por un par de bolsones de comida, ellas se asociaban como manzaneras, se inscribían en todos los «planes sociales» que salieran para poder calmar la urgencia.
La reactivación económica, como le dicen los licenciados, llegó a mi barrio (y a todo el país) de la mano de Nestor y Cristina. Pero hay un actor igual de importante para la vida de mis compañxs.
«El gremio» como le dicen ellos, los incluye, los convoca, los hace parte. No les importa pasar horas en la puerta, ellos esperan cargados de esperanza que, el Pata llegué con obras nuevas y en asamblea definan quienes van a laburar.
A laburar y a tener dignidad.
Mis compañerxs, de la mano de Nestor y Cristina, pero sindicalizadxs en la UOCRA han construido dignidad. Han aprendido a defender lo suyo y no ser un peón explotado por el mega inversor que privatizó media ciudad.
Mis compañerxs llevan en sus espaldas con orgullo su nombre, llevan en su pecho la sigla que les significa DIGNIDAD.
Discutir modos del Pata Medina es hacerle lugar a los que vienen por todo. El Pata Medina es, el representante sindical que ha logrado que el rubro más explotado sea, en su seccional, el mejor pago. Al Pata Medina, hoy lo llevan -y no se esconden al decirlo- por «extorsiones sindicales». Denominan extorsiones a la defensa de sus laburantes.
En mi ciudad, no se ha parado una sola obra. Pero en todas las obras, los laburantes tienen la pilcha que se necesita, los días de descanso justos, la cantidad de trabajadores que se necesita, las herramientas y los elementos de seguridad. Trabajan dignamente. Y es porque el Pata Medina los defiende.
La «figura pública» que tiene el Pata Medina ha sido sobreexpuesta. Ha sido violenta, exagerada, llena de exabruptos. Debe tener en el legajo mil cosas por las que buscar. Pero no, el gobierno de Mauricio Macri y Maria Eugenia Vidal como representantes del poder real de nuestro país, no lo persiguen por su legajo.
Tienen en claro lo que buscan. Sitiaron una ciudad con todas las fuerzas de seguridad. Mientras que buscamos a Santiago Maldonado, desaparecido tras la brutal represión de Gendarmería, mientras la caratula de Johana Ramallo sigue siendo ‘averiguación de paradero’.
Se viene la reforma laboral, se viene la flexibilización laboral, vienen a precarizar el laburo y no quieren sindicalistas defensores de los trabajadores.
Dividen, logran que nos defendamos en bloques, como corporaciones y no como proyectos colectivos. Quiebran al campo popular. Lo atacan fragmentado.
Pero tienen un objetivo. Demonizar al sindicalismo. Fracturarlo y disciplinarlo. Eso es lo que quieren.
Acá no combaten mafias, mafias tiene en ellos con Ritondo como jefe de la policía. Mafias tienen ellos cuando adquieren todos los medios de comunicación. Mafias tienen cuando desaparecen y encubren. Mafias tiene Sturzenegger con Cavallo en el Banco Central. Mafia es lo que tiene Mauricio Macri en Panamá, Michetti con la fundación fantasma. Eso es mafia.
En mi barrio, los chaqueños que se vinieron de trabajar explotados en el campo, tienen casa de material, andan en auto, conocieron la playa y el mar, sus hijos terminaron la escuela y ahora militan, además, van «al gremio» para esperar su turno y entrar en alguna obra.
En mi barrio, Nestor y Cristina son amados. Igual que el Pata.
Ninguna discusión que quiera instalar un gil desde un escritorio podrá ponerme en la vereda de enfrente de quién, les significa para mis compañerxs, una vida digna.
Aguante el sindicalismo, aguante los laburantes sindicalizados, aguante la CGT.
Fijate lo que escribió Gabriel Fernández sobre cómo el Pata Medina ayudó a la clase media platense a sostener su nivel de vida. Vale la pena. El peor de los peores de los nuestros sigue siendo mejor que el mejor de los mejores de ellos. En el medio, por ahora callado y viendo lo que pasa, la masa del pueblo argentino prepara su veredicto.
Mi humilde punto de vista. El año de gracia que le ha otorgado el sindicalismo, principalmente el peronista, a este gobierno ha dejado a la mayoría de los gremios entre la espada y la pared. Ven con desagrado la inminente flexibilización laboral (implementada por rubros y ya puesta a prueba con los trabajadores mineros en el sur) pero saben que pararse de la otra vereda es poner la cabeza en la guillotina de los juzgados federales. Por otro lado, el desproporcionado aumento relativo de medicamentos respecto de los salarios ha dejado jaqueadas a todas las obras sociales. Naturalmente, ante la avanzada del gobierno en busca de cabezas sindicalistas opositoras, estos deberían huir despavoridos a los brazos de la oposición más consolidada (consagrando un escandaloso triunfo de CFK); pero el gobierno les tira un último salvavidas, la modificación de las prestaciones de las obras sociales como forma de supervivencia de las mismas (y por ende de la caja de los sindicatos), a cambio entiendo se hará del apoyo de la burocracia sindical al menos hasta pasar estas elecciones (y porque no para pasar por el Congreso la reforma de la salud pública como forma de bajar el déficit fiscal); y para las próximas ya tendrá tiempo de poner y sacar sindicalistas afines y opositores. En esto el peronismo se juega su carta más histórica, la que Perón decidió apoyar en los ’70, la que originalmente le cooptó al anarquismo y al socialismo, la que decidió aliarse con su propio verdugo parandose en la oposición al kirchnerismo (reeditando la disputa de los ’70 pero parados ahora fuera del poder), el sindicalismo argentino. No quiero pecar de trotskysta (dado que por lo general en la historia Argentina esta posición supo tener resultados funestos) pero si caen las cúpulas de entregadores de los trabajadores, quedará en la capacidad de organizarse del pueblo trabajador la búsqueda de nuevas dirigencias realmente proletarias y despegadas de toda patronal. ¡Por el surgimiento definitivo de dirigentes de la talla del Gallego Soto, de Tosco, de Ubaldini! ¡Por el olvido de los Rucci, Vandor, Benegas, Barrionuevo!
Tipos como el Pata Medina le escriben los libretos justificatorios a la derecha y al neoliberalismo. Moyano, Barrionuevo, Caló y los tantos sindicalistas empresarios hacen lo mismo. Todos ellos son indefendibles y le hacen un gran favor a la patria empresaria.
El Colorado Salinas es un tipo sensible y corajudo. Y además, un periodista siempre, bien informado. Gran sorpresa me llevé con lo que aporta sobre el Pata Medina al publicar un anónimo revelador. Fui de sorpresa en sorpresa porque la primera es haber leído de la actuación del Paqui Forese en una operación de fuerza para imponer a Medina al frente del gremio en La Plata. Paqui (apócope de Paquidermo) integró la banda de asesinos orientales que cruzó el charco para secuestrar, torturar y matar a Héctor Gutiérrez Ruiz, blanco, presidente de la Cámara de Diputados del Uruguay y al senador ex colorado y ya miembro del Frente Amplio, Zelmar Michelini, el mismo día de mayo de 1976, operación realizada con la cobertura del Plan Cóndor.