La campaña de blanqueo de Graciela García es un asco / 1
La vasta campaña para blanquear la imagen de Graciela García, alías «Dientes de leche», alías «La Negrita», alías «Graciela Bompland» (así figura en Recuerdo de la muerte, de Miguel Bonasso) iniciada por sectores del kirchnerismo (al que, huelga repetir, adhiero con toda mi alma) y por alguna amiga periodista, es un asco. G.G. fue una activa colaboradora voluntaria del grupo de tareas de la ESMA, integrante del llamado minstaff. Fue la mina del Tigre Acosta, con la que viajó por Europa; participó de varias operaciones del GT32/2 y no le alcanzaron los diez dedos para apuntar. Ofició de polea de trasmisión de Acosta al presionar a su hermana Emilia Marta, jueza, para que convalidara robos de la Armada a propiedades de detenidos-desaparecidos en la Esma (Chacras de Coria) por lo que se la suspendió (renunció para evitar su destitución). Su interesada conversión al kirchnerismo (al que le vende imagenes estática y dinámicas de los años ’70 de más que dudoda procedencia) no puede borrar estas cosas. Escucharla hablar de su presunta violación (sin discutir tecnicismos, queda claro que las relaciones sexuales en un ccd no son libres y voluntarias) por Acosta causa estupefacción, habida cuenta de la mucha gente que abandonó este mundo de una manera horrible gracias a su intervención, lo que parece un poquito más grave . Otras prisioneras detenidas-desaparecidas que formaron pareja con represores (por ejemplo, Mercedes Carazo con Antonio Pernías) contaron las cosas como son, al decir que no se trataron de relaciones establecidas en libertad y paridad de condiciones, pero sin pasárseles por la cabeza denunciar que fueron violadas. El foco no debe ser puesto en el sexo (puesto que entregarlo para salvar la vida no compromete a terceros) sino en la entrega voluntaria (no bajo tortura) de compañeros. Ese un límite. Si G.G. quiere contar su versión de los hechos, que comience por el principio. No abogo por su persecución, ni tampoco le deseo el mal, pero me resulta insufrible que quiera pasar por una pobre víctima mas.