LA NARIZ DE CLEOPATRA. La traición de Amodio Pérez y la derrota de la guerrilla tupamara.

Interesante reflexión de Jorge «Coco» Barreiro, un intelectual cabal, de oficio periodista. Bien podría continuarse (después de leer los comentarios) con un ensayo que se llamara «El karma de tener hermanos». Quizá Coco lo pueda escribir después que deje el luto por su hermano Javier, recientemente fallecido. Es muy duro, lo sé. Todavía hoy no puedo pensar en mi hermano Luis sin que se me piante un lagrimón. Pero hay hermanos y hermanos… ladillas… Como este cangrejito

La traición de Amodio Pérez (o la nariz de Cleopatra)

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En unas conferencias dictadas en 1961 en la Universidad de Cambridge, el notable historiador inglés E. H. Carr se refirió a los obstáculos que se interponían en el camino de la investigación y la interpretación del pasado por los historiadores: el «determinismo» (o «la perversidad de Hegel», que así lo llamaba) y el «azar» (o «la nariz de Cleopatra»). A la hora de comprender y explicar la historia, ambos eran, a su juicio, asuntos con los que había que andarse con sumo cuidado.
La segunda denominación la tomaba Carr de un artículo del historiador John B. Bury escrito en 1916 y titulado precisamente de ese modo, en el que sostenía que Marco Antonio había caído rendido ante la nariz de Cleopatra (metáfora obviamente de su al parecer irresistible belleza) y que de ese imprevisible flechazo, un verdadero accidente de la historia, se habrían derivado consecuencias políticas y militares relevantes que torcieron el curso de la historia: el deseo habría arrastrado insensatamente a Marco Antonio, previo pasaje por el lecho, a una alianza con la reina de Egipto y a un enfrentamiento con el Senado y el triunvirato del que formaba parte y, a la postre, a una catastrófica derrota militar.
Volví a releer las conferencias de Carr a raíz de la discusión suscitada estos días en torno al papel jugado hace cuarenta años por el extupamaro Héctor Amodio Pérez en la vida política de este país. Sus lúcidas observaciones (las de Carr, digo) son muy apropiadas para sopesar ese papel. De acuerdo con el historiador, el factor nariz de Cleopatra remite al papel del azar, de lo contingente en la historia, de aquello que no podía preverse, de lo accidental, de lo que interrumpe la secuencia cuya investigación interesa primordialmente al historiador. Y subrayaba: «¿Cómo podemos descubrir en la historia una secuencia coherente de causa y efecto, cómo podemos encontrar un significado en la historia, si en cualquier momento nuestra secuencia puede verse quebrada o desviada de su curso por otra secuencia, irrelevante desde nuestro punto de vista?». Cómo hacer, en suma, para que la historia no se convierta en una simple agregación de accidentes y episodios azarosos, que la harían ininteligible e inexplicable.
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