Loboalpha: La fiebre de guerra vista desde Irán / Trotsky, un hombre de estilo, por Eduardo Grüner

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La fiebre de guerra vista desde Irán

Posted: 23 Aug 2012 07:21 AM PDT

Ya que no existe la posibilidad de unirse al robot Curiosity en Marte, no hay dónde ocultarse de la histeria de «Bombardead Irán» que emana inexorablemente de Tel Aviv y de sus puestos avanzados en Washington. Ahora eso incluye a macheteros de tercera que sugieren que el presidente Barack Obama debería ir personalmente a Israel para calmar al dúo belicista Bibi-Barak [1].

Por lo tanto es hora de hacer algo completamente diferente y que está ausente de los medios corporativos occidentales: hacen falta mentes iraníes sanas que analicen racionalmente lo que realmente subyace bajo los tambores de guerra con respecto a Irán, Turquía, el mundo árabe y toda Eurasia.

Comencemos por el embajador Hossein Mousavian, académico investigador en la Escuela Woodrow Wilson de Asuntos Públicos e Internacionales en la Universidad Princeton, exportavoz del equipo de negociación nuclear iraní desde 2003 hasta 2005 y autor de The Iranian Nuclear Crisis: A Memoir.

En la web de Arms Control Association [2], Mousavian va directamente al grano: «La historia del programa nuclear de Irán sugiere que Occidente está impulsando sin darse cuenta a Irán hacia las armas nucleares».

En siete pasos cruciales, describe cómo sucedió, comenzando por «el ingreso de Irán al campo nuclear» debido en gran parte, a propósito, a Washington: «En los años setenta el Sha [de Irán] tenía planes ambiciosos de expansión del programa nuclear, planeaba 23 plantas de energía nuclear para 1994, con apoyo de EE.UU.»

Mousavian subraya que desde 2003 hasta 2005, durante el primer gobierno de Bush, Irán presentó diferentes propuestas [nucleares] que incluían una declaración de limitación del enriquecimiento al nivel del 5%; la exportación de todo el uranio poco enriquecido (LEU) o la fabricación de varillas de combustible; el compromiso de un protocolo adicional a su acuerdo de salvaguardas con el OIEA y al Código 3.1 de los ajustes subsidiarios del acuerdo, aseguraría el nivel máximo de transparencia; y permitía que el OIEA realizara inspecciones instantáneas de las instalaciones no declaradas. Esta oferta se hizo para responder a las preocupaciones de Occidente respecto a la naturaleza del programa nuclear de Irán al asegurar que no se desviaría uranio enriquecido hacia un programa de armas nucleares. También habría facilitado el reconocimiento del derecho de Irán al enriquecimiento según el TNP. A cambio de esos compromisos iraníes, el expediente nuclear iraní en el OIEA sería normalizado e Irán tendría una cooperación más amplia con la Unión Europea en la política, la economía y la seguridad. Además, Irán estaba interesado en obtener combustible para el reactor de investigación en Teherán y estaba dispuesto a enviar su uranio enriquecido a otro país para la fabricación de varillas de combustible.

El gobierno de Bush lo rechazó todo. Mousavian recuerda «una reunión que tuve en aquel entonces con el embajador francés François Nicoullaud, quien me dijo: «Para EE.UU., el enriquecimiento en Irán es una línea roja que la Unión Europea no puede cruzar».

Por lo tanto, «Occidente no estaba interesado en resolver el problema nuclear. Más bien Occidente quería que Irán abandonara por completo su programa de enriquecimiento». Esto solo podría llevar a Teherán a «cambiar su diplomacia nuclear y acelerar su programa de enriquecimiento, ya que quería lograr la autosuficiencia en el combustible nuclear».

¿Sin almacenamiento de reservas?

Avancemos rápidamente a febrero de 2010. Teherán propuso: «mantener sus actividades de enriquecimiento a cambio del suministro por parte de Occidente de varillas de combustible para el reactor de Teherán. Occidente rechazó esta oferta».

Luego, en mayo de 2010, «Irán llegó a un acuerdo con Brasil y Turquía para permutar sus reservas de LEU por combustible para el reactor de investigación. El acuerdo se basó en una propuesta preparada primero por el gobierno de Obama con funcionarios brasileños y turcos bajo la impresión de que tenían el apoyo de Washington para negociar con Irán. Lamentablemente, EE.UU. pisoteó su éxito al rechazar el plan; el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó a continuación sanciones adicionales contra Irán».

Todo observador imparcial que estudia el expediente nuclear iraní conoce estos hechos. Otro paso adelante, a septiembre de 2011, «cuando Irán había dominado con maestría el enriquecimiento al 20% y tenía un creciente almacenamiento de reservas, propuso detener sus actividades de enriquecimiento al 20% y aceptar las varillas de combustible suministradas por Occidente para el reactor de Teherán. Una vez más, Occidente se negó y creó la necesidad de que los iraníes se orientaran a la producción de sus propias varillas de combustible».

Pasando a las conversaciones de este año en Estambul y Bagdad, Mousavian subraya: «con cada bloqueo y acción punitiva occidental, Irán avanza en su programa nuclear».

Y la cosa empeora; «Una comparación de la declaración del 19 de junio en Moscú de Catherine Ashton, jefa de política exterior de la UE y principal negociadora por el P5+1, con su declaración del 14 de abril en Estambul revela una importante diferencia. El P5+1 da ahora más énfasis al cumplimiento iraní de sus obligaciones internacionales, es decir, las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, en lugar de concentrarse en las obligaciones del país según el TNP. Es un revés evidente en relación con la posición de Estambul. Indica un enfoque en la suspensión de las actividades de enriquecimiento de Irán, una demanda que ha imposibilitado acuerdos desde 2003».

El punto básico es que «Occidente no solo ha impulsado a Irán a buscar la autosuficiencia, sino que además en todas las ocasiones ha tratado de privar a Irán de su derecho inalienable al enriquecimiento. Esto simplemente a empujado a Irán a avanzar a toda velocidad hacia el dominio de la tecnología nuclear».

La conclusión es inevitable: «El progreso del programa nuclear de Irán es producto de los esfuerzos occidentales por presionar y aislar a Irán mientras se niegan a reconocer sus derechos».

Washington y sus seguidores europeos simplemente no pueden comprender que «las sanciones, el aislamiento y las amenazas no lograrán poner de rodillas de Irán. Al contrario, esas políticas solo han conducido a que el programa nuclear iraní avance». Con sanciones cada vez más devastadoras y la fiebre de «Bombardead Irán» que se convierte en un ataque, una consecuencia, dice Mousavian, es segura: «Sería probable que Irán se retirara del TNP y se concentrara en las armas nucleares».

Lo que hace que el asunto sea aún más absurdo es que existe una solución a esta locura:

Para rebajar las preocupaciones de Occidente respecto a las reservas del 20% de Irán, una solución mutuamente aceptable a largo plazo significaría una «reserva cero». Según este enfoque, un comité conjunto del P5+1 e Irán cuantificaría las necesidades internas de Irán para uso de uranio enriquecido al 20%, y cualquier cantidad más allá de esa cifra se vendería en el mercado internacional o se reconvertiría a un nivel de enriquecimiento del 3,5%. Esto garantizaría que Irán no poseyera nunca un exceso de uranio enriquecido al 20%, satisfaciendo las preocupaciones internacionales de que Irán quiera armas nucleares. Sería una solución que salvaría las apariencias para todas las partes ya que reconocería el derecho de Irán al enriquecimiento y ayudaría a eliminar la preocupación de que Irán busca armas nucleares.

¿Lo aceptarán algún día Washington y Tel Aviv? Por cierto no lo harán. Los perros de la guerra seguirán ladrando.

Un nuevo juego de seguridad

También es bastante refrescante hacer un examen de la visión de los analistas sobre Siria.

Mehdi Mohammadi, en la web IranNuc.IR [3] señala que «el temor que la mayoría suní tiene de una minoría salafista es una realidad muy importante, y a menudo censurada, de la situación sobre el terreno en Siria. Es la misma realidad que ha impedido que la oposición acepte cualquier forma de negociaciones o incluso elecciones libres». Este hecho es un anatema total en la cobertura de Siria en los medios corporativos occidentales.

Mohammadi evalúa correctamente las discrepancias entre diferentes facciones de la Hermandad Musulmana (HM) en Siria; una facción de la línea dura quiere la Sharia; otra está convencida de que el futuro de toda la región está en todo caso en manos de la Hermandad, por lo tanto están en una misión divina; pero la mayoría quiere extraer todo el dinero posible de Arabia Saudí mientras está aliada con Francia, EE.UU., los suníes en Líbano y Jordania; «esta parte forma la espina dorsal de la oposición armada en Siria».

El punto básico es que incluso en el mejor de los casos la Hermandad «está cometiendo un grave error estratégico… Incluso si cae el gobierno de Asad, los estadounidenses no permitirán que el gobierno sirio caiga en manos de la parte de la Hermandad Musulmana que trata de continuar e incluso profundizar el conflicto existente con Israel».

Mohammadi también describe, y da en el clavo, que EE.UU., Arabia Saudí y Turquía «llegaron a la conclusión de que la mejor manera de impedir que los eventos de la Primavera Árabe sirvan al creciente poder de Irán en la región es convertir la situación en un conflicto entre chiíes y suníes».

Esencialmente, ¿cómo lo ve Teherán? Según Mohammadi, «hay un elevado grado de confianza en que el gobierno sirio no caerá a medio plazo». Además, «es muy poco probable que Rusia y China lleguen a un acuerdo con Occidente sobre Siria», e «incluso respecto al expediente nuclear iraní».

Por lo tanto Teherán apuesta al logro estratégico de un «frente anti-occidental fiable consistente de Rusia y China». Su conclusión: «La ecuación estratégica de la región como resultado de los actuales acontecimientos en Siria no ha cambiado de ninguna manera en detrimento de Irán».

En una entrevista en la web Iranian Diplomacy (IRD) [4] el exembajador y analista estratégico Mohammad Farhad Koleini comenta que «algunos países árabes, que tienen antecedentes muy sombríos en el campo de los derechos humanos, han unido sus fuerzas a las de EE.UU. en la actual ecuación en Siria a fin de definir un nuevo juego de seguridad. Este juego de seguridad, sin embargo, se ha conducido tan mal que ciertamente dañará la imagen internacional de EE.UU.»

Koleini señala que mientras Occidente busca una nueva situación de seguridad en el Mediterráneo, Moscú trata de «impedir que Occidente imponga su monopolio geopolítico». De modo que la actitud rusa hacia Siria «no se concentra necesariamente en lo que ocurre realmente en el país, sino en un paquete regional y de qué manera Moscú quiere regular ese paquete en relación con sus interacciones con Occidente».

Eso explica por qué Rusia «nunca permitirá que los Estados occidentales impongan una zona de exclusión aérea sobre Siria». ¿Se trata de una confrontación? No realmente; «Rusia hace todo lo posible para evitar una confrontación directa. China también ha demostrado todo el tiempo que sigue la misma política».

Mehdi Sanaei, director del Grupo de Estudios Rusia en la Universidad de Teherán y exdirector del Centro de Investigación Irán y Eurasia (IRAS), en la web Tabnak News [5] va más lejos: Moscú trabaja ahora bajo «una sospecha sin precedentes de los objetivos e intenciones de EE.UU. en Medio Oriente y Eurasia».

Por lo tanto podemos olvidar el famoso «reajuste» entre Washington y Moscú.

Sanaei se refiere al famoso artículo de política exterior [6] publicado por Putin antes de la elección presidencial rusa: «Putin atacó directamente a EE.UU. al acusar a Washington de engaño y abuso de la estructura y resoluciones de la ONU, aplicando dobles raseros a varios problemas globales en diferentes países, así como de perseguir sus propios intereses bajo la cobertura de propugnar la democracia».

Sanaei también describe correctamente que los analistas rusos consideran que la política exterior del gobierno de Obama «se basa en dos teorías: ‘máximo realismo’ y ‘nuevo liberalismo’. Como resultado, los estadounidenses creen realmente que los países del mundo se dividen simplemente en amigos y enemigos de EE.UU. Por lo tanto hay que debilitar a los países hostiles y limitar e incluso suprimir su presencia en los escenarios estratégicos globales y regionales en términos políticos, económicos y culturales».

Por lo tanto, para Moscú, «una nueva ola de orden mundial ha sido iniciada por EE.UU. a fin de crear una nueva versión del pasado sistema mundial unipolar. Los principales objetivos de esta ola, sostiene Moscú, incluyen el Norte de África, Medio Oriente, Irán, Eurasia, y finalmente China y Rusia».

Koleini, esta vez en el periódico Tehran Emrooz [7], introduce el tema de los conductos de energías en la relación entre Irán y Rusia: «A pesar de su cooperación con el programa de energía nuclear de Irán, Rusia siempre ha estado dispuesta a cortar la mano de Irán en el mercado del gas natural en Europa. Por ello, Rusia ha estado interactuando con Turquía y ciertos países europeos orientales en el proyecto Blue Stream. Esto prueba más allá de cualquier duda que Rusia trata de tomar la delantera en la estructura de la seguridad de la energía en Europa mediante su política energética y la reducción de la dependencia de Europa de otras fuentes de energía».

Todo esto mientras «trata de jugar un rol de equilibrio en el caso nuclear de Irán».

Koleini también describe el principal desafío de la «política eurasiática» planteada por Putin antes de su elección: «Lo principal es que Occidente está elaborando nuevos juegos políticos, especialmente en Asia Central a fin de crear nuevos problemas a Rusia y desviar la atención de Moscú de Eurasia hacia esferas tradicionales de la antigua Unión Soviética».

Egipto e Irán se reconcilian

Los intelectuales iraníes monitorean cuidadosamente la vecina Turquía. El experto en Turquía y el Cáucaso Elyas Vahedi señala que «el gobierno turco planteó conceptos como ‘ni religión estatal ni Estado religioso’, ‘gobierno secular, no hombre secular’, ‘civilizar la constitución’, ‘apertura democrática / apertura kurda / apertura alauí’, y ‘control y supervisión civil sobre el ejército’ y los ha estado utilizando para fortalecer y mantener la influencia política del Partido Justicia y Desarrollo» (AKP).

Y por cierto, antes de la Primavera Árabe, se hablaba solo de «cero problemas con nuestros vecinos» y la doctrina de «profundidad estratégica» de Turquía.

Pero ahora que Turquía está atascada en Siria, el gobierno del AKP «trata de justificar su fracaso afirmando que la política de minimizar los problemas con países vecinos acaba de entrar a su segunda fase… Turquía cree que la característica principal de la segunda versión de esta política es la interacción con la gente en los países vecinos en lugar de la interacción con sus gobiernos».

Simplemente no tiene sentido, dice Vahedi: «Este punto de vista, a pesar de algunas imperfecciones, se justificaba de cierto modo en algunos países como Libia, Egipto y Túnez, pero no es el caso en Siria». Además, Ankara «mantuvo silencio ante la difícil situación de la gente de Bahréin, bajo el pretexto de que las protestas políticas en Bahréin no son populares».

Además, la política exterior de Turquía «también ha alimentado especulaciones de que Ankara se ha sumado al conflicto chií-suní que ha sido fomentado por Occidente. El daño que esta noción hará a la posición y al prestigio nacional e internacional de Turquía será demasiado costoso para Ankara».

Vahedi considera que Turquía, así como Arabia Saudí y Catar, solo sigue a Occidente, que dirige desde atrás, al estilo de Obama. «Al parecer [Turquía] ha comprendido las intenciones de Occidente y trata de aceptar ese papel por cuenta de Occidente a cambio de ciertas concesiones». Pero no servirá, por ejemplo, para facilitar el acceso de Turquía a la UE a pesar de las inmensas objeciones francesas y alemanas.

Además Ankara «enfrenta críticas cáusticas de personalidades nacionalistas. Afirman que mientras se ignoran los derechos turcos en Karabakh, así como en los Balcanes, bajo la supervisión de las potencias occidentales, el gobierno de Turquía ha convertido la defensa de los derechos del pueblo sirio en su prioridad».

Ali Akbar Asadi, del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Allameh Tabatabaei, explica con más detalle el evento clave de las próximas semanas: la renovación de las relaciones diplomáticas entre Irán y Egipto, que provoca la ilimitada ira de Washington; el Departamento de Estado, en una actitud infantil, incluso dice que Irán «no merece» albergar la cumbre del Movimiento de No Alineados (NAM) en Teherán, a la que asistirá el presidente de Egipto Mohamed Morsi [8].

Asadi va a la yugular, las petromonarquías del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) están aterradas porque «Egipto puede reanudar las relaciones con la República Islámica de Irán o incluso iniciar relaciones estratégicas con Turquía, trabajando así a fin de debilitar la influencia y el peso del CCG en el nuevo equilibrio del poder regional».

Por lo tanto el CCG hace lo usual: reparte dinero. «Quiere mantener a su lado a Egipto, uno de los principales actores políticos árabes».

Además, exige a Morsi y a la Hermandad Musulmana (HM) que «no den ningún paso para exportar su revolución y activen afiliados» de la HM en el CCG. Y «espera que El Cairo evite la adopción de una nueva actitud de fortalecimiento de Hamás contra Fatah, que no ayude a Gaza y a su población palestina y no adopte una posición inflexible contra el régimen israelí».

La política del CCG, apoyada por Occidente e Israel, es «mantener a Egipto sumido en sus desafíos interiores» e incapaz por ello de ejercer su «reivindicación histórica de liderazgo del mundo árabe».

Es solo un ejemplo del nivel de discusión intelectual que existe en Irán. En comparación con la histeria bélica de Tel Aviv y Washington, parece como si viniera de Marte.

Notas:
6. Vea Russia and the changing world , RIANOVOSTI

Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge . Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009).
Contacto: pepeasia@yahoo.com

(Copyright 2012 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/NH22Ak06.html

Trotsky, un hombre de estilo

Posted: 23 Aug 2012 06:58 AM PDT

EN EL 72º ANIVERSARIO DEL ASESINATO DEL FUNDADOR DEL EJERCITO ROJO

Por Eduardo Grüner

En uno de los films de la estupenda Tetralogía del Poder de Alexander Sokurov, Stalin visita a un Lenin ya casi agonizante en su dacha, y le entrega un bastón con el puño exquisitamente labrado, que le envía de regalo el Comité Central. Compungido (cínicamente, hay que entender: al ascendente Stalin no se le puede escapar la simbología de regalarle un bastón al declinante Lenin), le informa que se había pensado inscribir en él una dedicatoria: al más grande hombre de la URSS, padre del socialismo, héroe titánico de la revolución, cosas por el (deplorable) estilo. El problema es que una decisión tan importante (¿?) requiere el voto unánime de todos los miembros del Comité y ha habido un voto en contra. Lenin lo interrumpe sin vacilar: «Ya me imagino: Trotsky». La tragedia que ya ha empezado a atravesar a la Revolución Rusa está plenamente condensada en este episodio –sea verídico o imaginario–: poco tiempo después Lenin estará muerto, Trotsky será un paria, Stalin transformará el gobierno de los soviets en su personal dictadura burocrática y sanguinaria. La anécdota también pinta de cuerpo entero una posición política e intelectual de Lev Davidovitch Bronstein (a) Trotsky: los liderazgos son respetables y necesarios, pero la causa revolucionaria, llevada adelante por las masas en su conjunto, no puede ni debe reducirse al culto de la personalidad, así la «personalidad» sea el mismísimo Lenin. Cuando eso termina triunfando, se puede decir que ya está casi todo perdido. Las personas sin duda existen: no hay dos hombres que sean iguales, los «estilos» (políticos, literarios, lo que fuere) de los líderes pueden hacer mucha diferencia en la historia. Pero la diferencia es en la historia: los individuos y las masas la hacen, en condiciones que no pueden elegir –para hacer una cita canónica–. Tampoco pudo elegirlas Trotsky. Pero sí eligió no traicionar la parte de la historia de la que había sido un protagonista central. Y no traicionarse a sí mismo, ni siquiera –y quizá sobre todo– en el «estilo».

También elige, Trotsky, escribir su autobiografía (en 1929, ya en el exilio, del cual sólo saldrá con su asesinato por los esbirros de Stalin en 1940) en primera persona. Y titularla Mi Vida. Ese hombre se piensa a sí mismo como, nuevamente, persona: no deja de lado las singularidades de su existencia, sus pasiones, angustias, placeres, gustos. Sin embargo, lo que ocupa el centro de la escena, prácticamente en cada página, es su persona política: aquellas singularidades «existenciales» nunca dejan de serlo, pero están atravesadas y «sobredeterminadas» por el papel que cree le ha sido dado cumplir en la historia que, lejos de ser un «ya fue» (como reza cierta sintomática jerga actual), es una historia en curso, en la cual hay que «seguir participando», y en la primera línea. Con mucha frecuencia, y con razón, se ha señalado la pasmosa personalidad de alguien que, mientras dirige el Ejército Rojo en medio del fragor de la batalla revolucionaria, escribe Literatura y Revolución. Es decir: con una mano, apunta los cañones o diseña las cargas de infantería al mismo tiempo que debate la lógica política de las decisiones militares (porque no es un «militarista», sino alguien a quien la política y la historia han obligado a tomar las armas); con la otra –caso único de apertura intelectual entre los grandes dirigentes revolucionarios– teje palabras para hablar de Tolstoi, Maiakovski, Gorki o Gogol, pero también de Céline, de Silone, de Jack London o de Malraux, y para defender –con las reservas y matices que correspondan, pero defender al fin– cosas tan poco «proletkult» como el surrealismo, la literatura de vanguardia o el psicoanálisis, y en general la libertad más absoluta en el arte, la literatura, la filosofía o la ciencia.

El título mismo, Mi Vida, adquiere pues una nueva resonancia: es lo que se intuye que está en juego, que muy probablemente se va a perder, pero que sin embargo hay que defender –como un león– hasta el último aliento: no sola ni principalmente por un comprensible instinto de supervivencia, sino porque está indeleblemente inscripta en toda una historia que debe ser defendida contra la barbarie.

En ningún momento se escucha, en esa escritura, ni una nota de arrepentimiento (que no es lo mismo que «autocrítica»), mucho menos de autoconmiseración: no se permite la indulgencia consigo mismo que hubiera significado salirse de su posición protagónica en el campo de batalla. Esa también es, para él, una cuestión de «estilo»: otra vez, el mismo estilo vital que lo sostiene en ese campo de batalla es el que le hace generar concepciones teóricas decisivas como el desarrollo desigual y combinado y la revolución permanente (que tantos bien poco simpatizantes de Trotsky usan incluso sin saber de dónde las sacaron: hasta ese grado ha fracasado su «borradura»). No son muchos los que en el siglo XX, incluso estando en una posición similar, han sido capaces de hacer algo así, y encima de regalarnos una gran escritura, ante la cual es imposible no conmocionarse cualquiera sea la opinión sobre posiciones políticas particulares. Después de la citada y magistral biografía de Deutscher (y a su manera, la de Victor Serge), no ha sido capaz de estar a esa altura ninguna de las biografías o novelas biográficas que nos han caído en la última década –y cabría preguntarse por este verdadero «síntoma» en el contexto de la feroz crisis mundial que está atravesando el capitalismo–: con la muy estimable excepción de la novela del cubano Leonardo Padura, las demás oscilan entre un estúpido odio reaccionario que lleva hasta la más delincuencial falsificación, y las tonterías apenas epidérmicas que insultan la inteligencia de cualquier lector mínimamente sensible.

Este 72º aniversario del asesinato de Trotsky coincide con la aparición de una nueva edición de Mi Vida. Esta autobiografía será el segundo volumen de las Obras Escogidas, publicadas por el Centro de Investigaciones y Publicaciones León Trotsky, de Argentina. Esta serie de obras del revolucionario ruso, inaugurada con Stalin, el gran organizador de derrotas, se publicará como parte del esfuerzo conjunto del CEIP y el Museo Casa de León Trotsky, de México, por poner al alcance de nuevas generaciones que, lejos del «ya fue», vuelven a reclamar su lugar en la historia.

publicado en: 

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