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PAPA FRANCISCO. ¿Qué es lo que provoca los furiosos embates del gobierno amarillo y sus corifeos?

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Sugiero leer esta nota escuchando este profético tema de LP «Conesa» que los muchachos de la Jotapé escuchábamos durante la victoriosa campaña electoral de Héctor Cámpora (1972/73). En cuanto al ataque feroz al Papa por parte de quienes le lamían las pantunflas (recuerdo la obsecuencia de Leuco, a los infames verdugos de La Perla sonriendo con blanquiamarillas cintitas en la pechera cuando Bergoglio se transustanció en Francisco) daba para escribir largo rato pero Nora Veiras ya lo ha hecho con su acostumbrada solvencia. Nunca imaginé que terminaría estrechando filas con los papistas contra la entusiasta alianza de ateos y new ages que se cagan en la inmensa mayoría de desposeídos. Y es que el nucleo de las enseñanzas de Jesús es incompatible con el neoliberalismo. JS

 

Papa Francisco: el trabajo no puede ser tratado como una mercancía

 

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La sonrisa y la risa con Fidel que Macri no consiguió.

POR EDGARDO RODRÍGUEZ DEL BARRIO / TRABAJO Y ECONOMÍA

Para el cliente de las offshore de Panamá y la ideología conservadora que profesa, se trata de contratar trabajadores a precios más baratos que denominan competitivos y en condiciones menos dignas que llaman flexibles.

El 1º de mayo, día del trabajador, el Papa Francisco twiteó que “Trabajar es propio de la persona humana: expresa su dignidad de criatura hecha a imagen de Dios”. Repite un concepto que ya había utilizado en su homilía en la misa del 1º de mayo del 2013 con motivo de la fiesta de San José Obrero. Allí afirmó: “¡El trabajo nos da la dignidad! Quien trabaja es digno, tiene una dignidad especial, una dignidad de persona: el hombre y la mujer que trabajan son dignos. En cambio, los que no trabajan no tienen esta dignidad. Pero tantos son aquellos que quieren trabajar y no pueden. Esto es un peso para nuestra conciencia, porque cuando la sociedad está organizada de tal modo que no todos tienen la posibilidad de trabajar, de estar unidos por la dignidad del trabajo, esa sociedad no va bien: ¡no es justa! Va contra el mismo Dios, que ha querido que nuestra dignidad comience desde aquí” .

Esta concepción está en las antípodas del modelo neoliberal al que no le preocupa la justicia sino la ganancia y es absolutamente contraria a las afirmaciones de Macri el 1º de mayo en su discurso ante algunos dirigentes gastronómicos que le dieron tribuna en la sede de su sindicato. Allí el presidente fustigó el “trabajo público” calificándolo como “inútil”, porque “la primera víctima es la persona, cuando se da cuenta que no cumple una tarea útil para la sociedad”.

Para el macrismo el trabajo en una empresa privada es útil y el trabajo en el estado es inútil porque postula un Estado que debe cumplir solamente aquellas tareas administrativas imprescindibles para su funcionamiento y el resto debe estar en manos de las empresas privadas. Aún aquellas actividades que son responsabilidad esencial del Estado deben ser concesionadas a los privados. Por ejemplo la obra pública que le ha permitido hacer buenos negocios a sus empresas o a las de sus amigos.

La buena educación es para el que la puede pagar, al igual que la salud, los servicios y todo lo que necesiten los ciudadanos. Como ha dicho su ministro de energía “el que no puede pagar la nafta que no compre”. Macri se ilusiona con un estado “bobo” a merced de los mercados, sin capacidad de control ni regulación de la actividad de los privados. En su idea de Estado los trabajadores son inútiles porque el Estado solo debe existir para que el poder económico haga negocios.

Para el cliente de las offshore de Panamá–y para la ideología conservadora que profesa- el trabajo es una mercancía. Se cotiza en el mercado. Probablemente sea por esa razón que su programa está hundiendo en el desempleo a decenas de miles de argentinos para que, de esa forma, la “mercancía trabajo” se abarate y los empresarios como él puedan contratar trabajadores a precios más baratos que denominan competitivos y en condiciones menos dignas que llaman flexibles.

Por el contrario, la tradición del Magisterio de la Iglesia ve en el trabajador la imagen de un Dios que se presenta en la biblia creando, es decir, trabajando. Por eso el Papa afirma que “el trabajo es un don….no puede ser tratado como una mercancía porque posee su propia dignidad y valor”, y advirtió que “el desempleo está trágicamente expandiendo las fronteras de la pobreza”. Esta vinculación entre desempleo y pobreza se verifica en nuestro país. Los más de 140.000 despidos producidos durante tan sólo cuatro meses de gobierno macrista, junto con la escalada de precios generada por la devaluación, la eliminación de retenciones a la exportación, la quita de subsidios al transporte y a los servicios esenciales y los aumentos en los combustibles han fungido como un coctel explosivo que provocó el crecimiento de la pobreza: más de dos millones de nuevos pobres en tan solo cuatro meses.

Un modelo socioeconómico que produce desempleo genera, consecuentemente, exclusión. A estos modelos de exclusión el Papa los califica como modelos de muerte y en su encíclica Evangelii Gaudium lo dice expresamente: “así como el mandamiento de “no matar” pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata”.

Ese modelo que el Papa critica parece ser el paradigma de sociedad que postula nuestro presidente si nos guiamos por sus afirmaciones, pero sobre todo por sus políticas. Su modelo se inscribe en lo que el Papa critica: “tantos sistemas sociales, políticos y económicos han hecho una elección que significa explotar a la persona”. “No pagar lo justo, no dar trabajo, porque sólo se ven los balances, los balances de la empresa; sólo se ve cuánto provecho puedo sacar. ¡Esto va contra Dios.…” .

Causa estupor que un presidente hable de la desocupación, de los desocupados, de la pobreza, como si fueran responsabilidad de otro, no del gobierno y sus políticas. El estado no es neutral en la puja entre el salario y el capital. Y el estado lo conducen los gobiernos aplicando políticas que tienen como objetivo la maximización de las ganancias empresarias o la mejora en la participación del trabajo en la distribución del ingreso. Según sea su orientación disminuirán la pobreza o la incrementarán, mejorarán las condiciones de vida de la mayoría o beneficiarán a las minorías privilegiadas en perjuicio del bien común. No hay neutralidad en las decisiones de gobierno. Dice Francisco que “cuando el trabajo es rehén de la lógica de la ganancia y desprecia los afectos de la vida, la degradación contamina todo: también el aire, el agua, la hierba, la comida…La vida civil se corrompe y el hábitat se descompone. Y las consecuencias golpean sobre todo a los más pobres y a las familias más pobres” .

Por eso no extraña que los Curas en la Opción por los Pobres en su Sexta Carta al Pueblo de Dios conocida el 6 de mayo, critiquen duramente los conceptos de Macri: “Es preocupante, además de la mentira y el cinismo, el uso de algunos términos por parte del gobierno, especialmente en boca del presidente. Escuchar hablar de felicidad y de trabajo nos resulta ofensivo y grave. Las palabras tienen contenido que las definen, pero vacías o huecas pueden manipularse. Se manipulan de hecho. Escucharlo decir que “el trabajo dignifica” resulta cruel en boca de un “desocupador serial”. También los esclavos trabajan: resuena en nuestra sensibilidad la frase “el trabajo libera” (Arbeit macht frei) que se encontraba en las puertas de Auschwitz. El trabajo que dignifica es el remunerado con justicia y socialmente protegido por el Estado. La felicidad, por su parte, no es una energía que nos atraviesa. Creemos que es un estado de plenitud que se comparte porque se ha encarnado. Desearles felicidad a los que acaban de ser desocupados, además de sádico es desalmado. Pero la sensibilidad no parece una cualidad de los miembros de este gobierno.”


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