ROBO DE BEBÉS. Los Barreiro pretenden la protección del Grupo Clarín (y alegan que en La Perla se trataba bien a las mujeres)
Trabajo profesionalmente como editor de http://memoria.telam.com.ar (no hace falta que hagan click, si bajan por la columna derecha se encontrarán siempre con las últimas notas subidas) y estuve hasta las dos de la madrugada del sábado subiendo notas. Entre las que subí había una entrevista al último nieto recuperado, Jorge Castro Rubel, y al hacerlo le eché una ojeada a los títulos de otra entrevista al mismo JCR, subida horas antes por un compañero. Era una entrevista tomada de Página/12 que leí recién hoy porque alguien se la mandó a una compañera argenmex que se la reenvió a sus amistades. Leer entrevistas a nietos recuperados suele hacerme llorar de felicidad… lo que me hace sentir un pelín ridículo cuando los ojos nublados me impiden continuar leyendo… como si fuera una abuela incontinente o Luis Sandrini en Cuando los duendes cazan perdices.
Después de la rutilante aparición de Nacho (Guido) Montoya Carlotto, está nueva aparición, tan feliz como aquella, me llena de una alegría y un optimismo inconmensurable… como la del Eulogio encarnado por Sandrini en dicha película de cuando yo era un nene de pecho: me dan ganas de correr y saltar.
No me di cuenta de la valía de esta entrevista hecha por Victoria Guinzberg, entre otras cosas, porque estaba absorbido por la movida hecha por el mayor Ernesto Barreiro, alías «El Nabo», un infame torturador y asesino que fue miembro del Comando Libertadores de América en 1975, y jefe de interrogadores del centro clandestino de detención, torturas sistemáticas y exterminio (sí, aunque el muy cínico diga que en La Perla ¡no hubo muertos!… mientras señala sitios donde se enterraron los cadáveres de los asesinados antes del golpe de marzo de 1976). Secundado por alguno de sus subordinados de entonces, también inculpados en la megacausa que se está llevando a cabo en los tribunales federales de Córdoba (como el infame suboficial Luis Manzanelli), Barreiro encabeza una «colaboración» con la justicia que aún no tiene contornos definidos.
La mayor parte de los observadores destacaron que con tal actitud Barreiro y demás sicarios (él dice que hay otro oficiales imputados que están dispuestos a seguir su ejemplo) buscan, obviamente, mejorar su situación ante el futuro gobierno, especulando con las posibilidad cierta de que -a pesar de los desvelos de Cristina- el que venga no mantenga una posición tan firme como el actual respecto a la continuidad de los juicios por crímenes de lesa humanidad (Massa seguramente quiso decir eso, pero lo que dijo fue mucho más que eso: que va a acabar con los derechos humanos). Especulan con que Barreiro debe pretender como objetivo mínimo que al cumplir los 70 (ahora tiene 68) le concedan la prisión domiciliaria, que en la práctica (como nadie controla su cumplimiento) equivale a una libertad vigilada… por el mismo beneficiario, que debe cuidarse que no lo filmen ni fotografíen en sus escapadas..
Sin embargo, y como ya adelanté aquí, el objetivo inmediato de la maniobra, como verbalizó la mujer de Barreiro, Ana Delia Maggi, es obtener la solidaridad del Grupo Clarín subrayando la similitudes que hay entre las apropiaciones de Marcela y Felipe Noble Herrera y la de quienes inscribieron como hija propia a una beba de procedencia desconocida con el nombre de Irene la que inducen a la locura: la joven mujer, de 33 años, una vez frente al juez Lijo, se quitó la bombacha y se la arrojó, gitando que ahí tenían su ADN, y luego salió corriendo semidesnuda por los pasillos de tribunales entre los festejos histéricos de su madre y amigas del grupo que encabeza Cecilia Pando.
La diferencia es que si Marcela y Felipe recién se dejaron extraer una gota de sangre para el Banco Nacional de Datos Genéticos cuando Magnetto les dio seguridad absoluta de su ADN no coincidiría con el de las muestras depositadas (llegó esta certeza luego de contratar por una millonada al ex juez Gabriel Cavallo, abogado de la ex directora del BNDG, Ana María Di Leonardo, en un reclamo del Estado; según las Abuelas, al ser obligada a la jubilación, Di Leonardo se llevó una computadora con información; otras fuentes calificadas señalan que Di Leonardo, contra la creencia general, tiene buenas relaciones con la profesional que la reemplazo), los Barreiro se niegan a dar sangre al BNDG con el tan pueril como baladí argumento de que por participar en su directorio, las Abuelas de Las son «juez y parte», lo que inhabilitaría la confiabilidad de los dictámenes del banco.
Los Barreiro lo dijeron claramente: ella y su marido sólo se dejarán sacar sangre si los análisis los hacen (solo) en los mismos laboratorios en los que se lo hizo Ernestina.
Dijo Ana Delía Maggi: Nosotros le hemos dicho y le hemos asegurado a (los jueces de) la Cámara de Casación (cuando se recusó al juez) que ninguna de las dos (en referencia a Irene) vamos a ir al Banco (Nacional) de Datos Genéticos, que está manipulado por intereses que no nos competen… Es decir: no confiamos en la seguridad de que nuestros ADN sean… estén seguros… Le explico por qué: Nosotros nos hicimos dos ADN, uno en España, en Genómica, que es una entidad internacional y certificado por La Haya (?) Eso se presentó, y nos hicimos un segundo ADN los tres en Primagen, que es el mismo laboratorio que hizo los ADN de la familia Noble…».
Me pregunto: ¿No es esta una pista para investigar?
Después, siempre por C5N, habló, por teléfono, el propio Nabo Barreiro. Dijo que “el Banco Nacional de Datos Genéticos tiene un Consejo Director en el cual, entre otras cosas, está integrado por las Abuelas de Plaza de Mayo que es (sic) juez y parte, lo que descalifica su accionar. Este es el problema más grave que hay. ¿Cómo pueden ser denunciantes las Abuelas de Plaza de Mayo y a la vez ser parte integrante del Banco Nacional de Datos Genéticos? Es totalmente incompatible una cosa con la otra.
“Lo segundo es que cuando se hace una denuncia por la apropiación de un menor lo normal es que se diga quién es el familiar afectado (sic) cosa que en nuestro caso no ha ocurrido. Es todo una suposición fantasiosa de alguien que incluso no se identificó”, agregó.
Como puede apreciarse, los Barreiro quieren que su caso se homologue a de los muchachos que por ahora llevan el apellido Noble (fraudulentamente, ya que Roberto Noble había muerto muchos años antes de que ellos nacieran) con el tácito argumento de que en los tres casos está claro que se trató de bebes apropiados de los que hasta ahora no se sabe quienes fueron los progenitores.
Sin embargo, la «pequeña» diferencia es que ellos intuyen o saben positivamente que de cotejarse sus muestras de sangre se descubriría que Irene fue hija de víctimas de los Barreiro, dichoe sea esto en un sentido genérico.
La manera de acabar con este circo es con una extracción o recopilación compulsiva de material genético de Irene. Rápido. Porque si las comparaciones entre los casos de Marcela y Felipe, por una parte, y de Irene, por otra, se generalizan, cabe la posibilidad de que la cruzada de los Barreiro para alcanzar la impunidad logre la solidaridad de todo el Grupo, comenzando por la de su satélite La Nación. No digan después que no se los advertí.
En cuanto a la catadura moral de Barreiro y compañía, quiero recordarles (ante de que Yofre y Reato se lancen a la empresa imposible de embellecer sus biografías) que en declaraciones al español diario «El Mundo», Barreiro se jactó hace un año de que en La Perla, aseguró, no habría habido embarazadas, ni maternidad clandestina, ni se habrían robado bebés.
Puede ser que él, ese año, no robara bebés. Y que no hubiera partos. Porque él y su superior inmediato, el capitán Héctor Vergéz, ordenaban fusilar a las chicas embarazadas sin hesitar.
Asi lo narró, con detalles, el gendarme Domingo Beltrán, un gaucho salteño de Orán, que declaró ante la CONADEP y tres veces ante la justicia. Beltrán narró la vez en la que el sargento Manzanelli (también llamado «El hombre del violín» por tener el cuello torcido) lo llevó consigo hasta donde una joven pareja había cavado sendas fosas dónde al ser baleados caerían y en las que serían incinerados, y pretendió que fuera él quien disparara contra ellos. Recordó el ya fallecido Beltrán que la aterrorizada chica tenía un embarazo avanzado; que él se negó de plano a cumplir semejante orden; que Manzanelli lo insultó de arriba a abajo; que luego disparó contra los jóvenes; que la chica, haciendo un gran esfuerzo logró salir de la fosa y se echó a caminar, y que Manzanelli, insultándola, la cruzó y tronchó con una otra ráfaga de Fal, esta vez a quemarropa.
También dijo Barreiro que en La Perla no hubo violaciones y que a las mujeres prisioneras se las trataba bien.
Lástima que la sobreviviente Graciela Geuna describió detalladamente como Manzanelli mató a palos al menos a dos, una de ellas María Luz Mujica de Roarte.
A mí que me revisen… juro que no tengo nada que ver con la maniobra