SPINETTA, UN «GALLEGO BOLUDO» y una ofensa gratuita
Me lo manda Caíto, a quien corresponden los comentarios… que suscribo. Manrique es un pajarón a tono con el diario en el que escribe, vendido al oro de Fort Knox. Pasaran cien años y la música de Luis se seguirá escuchando tanto o más que ahora. Como se leen las coplas que Jorge Manrique escribió a la muerte de su padre. Y de este Manrique no se acordará… ni su padre. ¿Qué Diego? ¿Armando? ¿Qué Manrique? ¿Paco, el marino-periodista?
Además, le robó la foto (¿de dónde la habrá sacado) a mi gran amigo Eduardo Rey, ex presidente de la cooperativa que editó El Porteño y spinettiano de ley. Lo único que falta es que alguna ex del Flaco diga que sí, que estuvo con él, y que no se le paró. Pero que boludo, mi dios. Qué digo boludo: repelotudo.
Adenda del 12 de febrero: Ante un alúd de críticas y vituperios Manrique reculó y pidió disculpas. Ver acá.
En este blog -y para peor al otro día de la muerte del Flaco- el gallego publica esta nota, afirmando cosas, incomprobables, como que Spinetta «Despreciaba a muchos de los músicos argentinos, fueran de su generación o posteriores». No digo que esté prohibido criticar a alguien, pero no podés escribir una nota con el único objeto de denostar a un tipo fallecido el día anterior. ¿Que buscás gallego, fama…?.
Y, lo más importante (o lo más hijo de puta de todo esto), a mi juicio, es que la última parte de la nota, que además es la que le da el título a la misma, el gallego la escribió con el único objeto de mostrarle a los lectores de el diario El País que él es un «guacho pistola», un «winner» y que, por tanto, lo más importante en esta historia, la noticia, ya no es la muerte del Flaco ocurrida en el día de ayer, ni su obra ni su música ni su poesía, sino el hecho, supuesto – y digo supuesto porque tampoco tenemos pruebas que haya ocurrido efectivamente- que un tal Diego A. Manrique, un ignoto Diego A. Manrique, una noche cualquiera en Buenos Aires, se habría levantado, y quizás también cojido, una ex-minita de Spinetta…Con lo cual el gallego ha querido, sin dudas, demostrar, que el estaba a la altura del Flaco (por lo menos en el rubro minas); que la tenía igual o más larga que aquél… La mina se lo cantó con la cara: «gallego y boludo». El análisis político que contiene la nota -en su primera parte- es opinable. Se puede compartir o no. Ahora, el contenido del resto de la misma es totalmente innecesario, y, salvo prueba en contrario, hasta puede ser totalmente falaz. Se ve que en El País cualquier boludo escribe cualquier cosa y hasta le pagan por eso.Te la mando para tu conocimiento (quizás conozcas al autor) y archivo. No vale la pena su publicación en ningún medio. A lo sumo habría que escribirle, al tal Manrique, para putearlo.——————————————————————————————————————————————————–
Publicado en el blog internacional de El Pais (www. elpais.com/blogs) – Blog Planeta Manrique
Mi noche con la ‘ex’ de Spinetta
Tengo sentimientos encontrados con Luis Alberto Spinetta, que murió ayer en Buenos Aires. Amo parte de su música; su sentido de la búsqueda era admirable. Pero, sobre todo, le debemos agradecer que impidiera el despeñamiento de la juventud rockera argentina por la vía de la lucha armada. Lo cuentan Marcelo Larraquy y Roberto Caballero en su magistral biografía del temible Rodolfo Galimberti. A finales de los 60, Spinetta simpatizaba con JAEN (Juventudes Argentinas por la Emancipación Nacional), uno de los criaderos de la guerrilla montonera.
«El interés de Spinetta por la política estaba fundado desde una perspectiva generacional. Los jaenes percibían la política como fórmula para romper el sistema. Había otras diferencias: la vida bohemia en torno a las guitarras acústicas o la moda psicodélica, los jaenes las despreciaban. Las consideraban tendencias modernas creadas por el capitalismo para distraer a los pueblos de su lucha. Pero con las sustancias prohibidas, la posición del grupo era mucho más rigurosa. En un plenario se debatió sobre el tema y se decidió que los cuadros de JAEN no debían consumirlas. Spinetta rompió ahí mismo con ese discurso. Se levantó, encendió un porro y se puso a fumar marihuana».
«El responsable le ordenó que se fuera. Spinetta no hizo caso. Se acercó a una ventana y se puso a mirar la ciudad. Alargaba cada pitada».
«-Consumir droga no es una actitud contestaria contra el sistema. Es una condición de debilidad contra el sistema- sentenció el responsable, irritado».
«Spinetta no contestó. El ambiente se tensó. Alguien salió en su defensa».«-Déjalo, che. Luis Alberto está más volcado a la música que a la política. No jode a nadie. Y está trabajando bien en el ámbito de la Cultura. Es un cuadro valioso».
«-Será valioso, pero vos no tomás conciencia del riesgo que corremos si sigue con nosotros. Un tipo que hoy fuma un porro, mañana te vende por un porro. Propongo expulsarlo, compañeros».
«-Spinetta ya se había ido».
SPINETTA EN MADRID
No tengo dudas al respecto: de haberse significado El Flaco Spinetta en el movimiento peronista, hubiéramos visto un trasvase entre rockeros y revolucionarios, con una masacre aún mayor. Escondido en la metáfora, el rock argentino logró capear la barbarie de la dictadura militar. Sufrió censuras, agresiones, cortes de pelo…pero reapareció intacto y poderoso tras el desastre de Malvinas. Lean sobre aquellos años terribles en la revista Viernes Peronistas.
Hacia 2002, Spinetta no quería hablar sobre su carisma social o su compromiso político. Le entrevisté en su hotel, junto a la madrileña Estación del Norte, y parecía más interesado en seducir a la encargada de promoción. La gira europea había sido un tanto improvisada y, desde luego, nada acorde con su statu de dios viviente del rock en español. Actuó en locales cuyos nombres se podían prestar a las dobles lecturas: Luz de Gas, La Casa del Loco, Galileo.
Daba lo mismo: iba de sobrado. Despreciaba a muchos de los músicos argentinos, fueran de su generación o posteriores.
Pero alardeaba de su proximidad a famosos deportistas argentinos («¿a que no te imaginas quién me regaló esta campera de cuero?»). No me gustó el personaje Spinetta.
UNA NOCHE EN BUENOS AIRES
Unos meses después, estoy de visita por Argentina. Guillermo Piccolini me lleva a un local tranquilo, donde encontramos a Willy Crook y otros músicos que ya había tratado en Madrid. Buen rollo. En un momento, me presentan a una mujer encantadora. Piccolini me susurra: «fue la novia de Spinetta».
Me quedo conmocionado: he leído sobre sus andanzas, a veces dramáticas. Sin embargo, nos liamos a hablar y congeniamos. Comparte mil historias sobre Spinetta: terminaron mal pero mantienen fuertes vínculos. Simpatizamos tanto que, al rato, estamos haciendo manitas y dándonos el pico. Con discreción, con ternura.
Nos vamos juntos. Sin embargo, mientras esperamos al taxi, me descubro incómodo. Intento explicárselo: «mejor lo dejamos aquí.…es por El Flaco…me parece que le estoy robando algo». Ella ríe con amargura: «Vos sabés, esto me ocurre todo el rato». Se me queda cara de -sí, exacto- boludo. Gallego y boludo.
PS: Y termino: aunque hubiera sido un hecho real que el gallego boludo se levantó a una ex del Flaco, ¿cual es el valor histórico, el valor periodístico de esta anécdota que nos relata?, ¿qué tiene que ver este hecho minúsculo, aún si fuera cierto, con el fallecimiento del Flaco Spinetta…?. ¿Y, además, a quien le importa un carajo si el gallego vino un día a Bs. As. y «la puso»…?.
Además de ser una nota hija de puta, es pobrísima periodísticamente.