Un ex compañero de militancia de Néstor Kirchner, victima de «La masacre de Catriel»

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REPRESION-BAHIA BLANCA
Una de las víctimas de «La masacre de Catriel», Pablo Fornasari, había sido compañero de militancia de Néstor Kirchner  en el FURN de La Plata

 

Por Juan Salinas (especial para Télam)
Uno de los cuatro asesinados en la llamada «Masacre de Catriel», Pablo Francisco Fornasari, de 28 años, había sido compañero de militancia de Néstor Kirchner en La Plata, confirmaron  fuentes de la justicia federal de Bahía Blanca.
«Fornasari había sido compañero de Kirchner y de los diputados nacionales Carlos Kunkel y Carlos ‘Cuto’ Moreno en la Federación Universitaria por la Revolución Nacional (FURN) de La Plata a comienzos de los años ’70», señaló Fernando Amato, subdirector de la revista Caras y Caretas.

 

                                                      Lito Fornasari, probablemente con su hija 

«Fornasari fue secretario de prensa de la Universidad de La Plata y fundador de la Radio Eva Perón, que fue como se llamó originalmente Radio Universidad de La Plata», agregó.
Amato es coautor con Christian Boyanovsky del libro «Setentistas. De La Plata a la Casa Rosada» (Sudamericana) que se centra en la prehistoria platense de Néstor y Cristina Kirchner, y particularmente en la historia de las FURN, el grupo más antiguo de los que terminarían confluyendo en la Juventud            Universitaria Peronista (JUP).                               
                                                                                                    
La «Masacre de Catriel» se cometió cerca de la medianoche del sábado 4 de septiembre de 1976 en una casa abandonada, ubicada en el número 321 de la calle homónima de Bahía Blanca.
Allí, Fornasari, Juan Carlos Castillo (foto), Zulma Matzkin y Mario Manuel Tartchitzky fueron acribillados mientras estaban acostados en el piso boca arriba, según determinó la pericia hecha por el reputado médico forense Mariano Castex.

El caso comenzó a ser ventilado la semana pasada en el marco del juicio oral y público a 17 represores –once militares retirados, cuatro policías y dos agentes penitenciarios– por delitos de lesa humanidad cometidos en jurisdicción del V Cuerpo de Ejército, que se realiza en el aula magna de la Universidad Nacional del Sur (UNS).

El jueves pasado testimonió Susana Matzkin, hermana de la asesinada Zulma y una activa impulsora  de la realización del juicio, que debió atravesar muchas dificultades para iniciarse. Bahía Blanca es una ciudad muy conservadora en la que su principal medio periodístico, el diario La Nueva Provincia, continúa reivindicando a la dictadura que asoló el país entre marzo de 1976 y diciembre de 1983.

Susana Matzkin integra la Comisión de Apoyo a los Juicios por Crímenes de Lesa Humanidad. Que, entre otras cosas, consiguió que el Concejo Deliberante de Bahía Blanca le haya impuesto el nombre «Cuatro de septiembre» a una plaza en conmemoración de la matanza.

Zulma Matzkin tenía 24 años al ser asesinada. Había estudiado Economía en la UNS dónde había militado en la JUP. Estaba casada con Alejandro Mónaco, que también fue asesinado por la dictadura.

Su hermana dijo que Zulma estaba clandestina antes del golpe cívico-militar de marzo de 1976, y que la casa paterna, en Pehuajó, había sido reiteradamente allanada en 1975.
Télam Investiga ofrece un relato de los hechos según consta en la requisitoria de elevación a juicio. Para su reconstrucción, es público, fue clave el testimonio de un sobreviviente del horror, Juan Oscar Gatica, entonces de 29 años y hoy de 64.

Gatica fue secuestrado junto a Fornasari y Juan Carlos Castillo, de 35 años. Pero a diferencia de ellos sobrevivió para contarlo.
Además de su calvario personal, Gatica padeció el secuestro de su pareja, Ana María Caracoche y de los dos hijos de ambos. María Eugenia Gatica Caracoche, de apenas un mes de vida, fue secuestrada en La Plata el 16 de marzo de 1977 junto al matrimonio que la cuidaba, compuesto por Susana Falabella y su compañero José Abdala. Con ellos también fue secuestrado su hijo José Sabino, de 3 años.

En 19 de abril, en Bahía Blanca, Ana María Caracoche fue secuestrada con su hijo Felipe Martín. Al intentar impedir que le quitaran el bebé, fue brutalmente golpeada en la cabeza y le fracturaron un brazo.


Estuvo detenida-desaparecida un mes en los centros clandestinos de detención «La Cacha y «Pozo de Banfield» con el brazo en cabestrillo. Luego fue liberada.

Felipe Martín fue recuperado recién en 1984, a la edad de 7 años. Su hermana, María Eugenia, un año más tarde, cuando tenía 9.

Gatica se refugió en Brasil dónde trabaja en un programa de derechos humanos. Pero regresó al país para dar testimonio.

Los hechos
En la tarde del viernes 25 de junio de 1976 Castillo, Fornasari y Gatica entraban a Bahía Blanca por la la Ruta Nacional 22 en la camioneta del primero cuando fueron interceptados por un retén del Ejército al mando del capitán Raúl Oscar Otero.
Los tres, militantes peronistas, regresaban desde el pueblo de Médanos, partido de Villarino. Gatica recordaría que el capitán Otero y Fornasari se conocían porque el militar revistaba en el Batallón de Comunicaciones 181 con asiento en Bahía Blanca, dónde Fornasari había hecho el servicio militar.

Otero detuvo y condujo a  los tres a dicho batallón tras constatar que Castillo figuraba en una lista que llevaba consigo.

Los tres fueron puestos en el mismo calabozo. A la  mañana del sábado se llevaron a Castillo. El domingo por la mañana cambiaron de celda a Fornasari y Gatica, metiéndolos en una dónde estaban presas otras personas.
El lunes Gatica y Fornasari fueron interrogados por dos hombres, sin sufrir apremios. Sus interrogadores los indujeron a escribirle una carta a sus familias. Luego, fueron fotografiados.
El jueves primero de julio fueron llevados a la guardia del batallón dónde se les hizo suscribir que el trato recibido había sido correcto y se les dijo que su liberación era inminente.
Sin embargo, el viernes Fornasari fue trasladado a la «Escuelita», el centro clandestino de detención establecido dentro del predio que ocupaba el V Cuerpo de Ejército. Allí había sido llevado antes Castillo, un ex estudiante de ingeniería del petróleo en la Universidad de Comahue de 35 años. Castillo estaba casado con Ericilia Ángela Kooistra, que permanece desaparecida.
Sobrevivientes de «La Escuelita» vieron a Castillo de pie, desnudo y con los testículos atados a una reja después de una feroz sesión de picana. También vieron a Fornasari luego de ser sometido al mismo suplicio, desnudo, con los ojos vendados, obligado a permanecer de pie a la intemperie en pleno invierno, en medio de los perros que los guardias usaban para asediar a los secuestrados.
A todo esto, la madre de Fornasari, Elba Nicoletti, buscaba afanosamente su hijo. En el Batallón 801 de Comunicaciones negaron que hubiera estado detenido, al igual que en el V Cuerpo de Ejército.
Sin embargo, ya entrado julio, el teniente coronel Argentino Cipriano Tauber le dijo que Pablo había estado detenido «entre los presos comunes» pero que había sido liberado en la víspera. Y a continuación le mostró el escrito que Pablo había firmado en la guardia del cuartel.

                                    Coronel Tauber. Nada por aquí, nada por allá.

No tuvo más noticias de Pablo hasta que le informaron que había sido «abatido en un enfrentamiento» por la «Agrupación Tropas» en una casa de la calle Catriel.
El encubrimiento
Una comunicación cursada por el mayor José Severo Bruzzone desde el Centro de Operaciones Táctico (COT) del V Cuerpo de Ejército a las dos de la madrugada del domingo 5 de septiembre al subcomisario Félix Alejandro Alais de la Delegación de la Policía Federal, inició el bulo del «enfrentamiento».
Bruzzone le comunicó formalmente a Alais que «a partir de denuncias de la población y por investigaciones propias, una patrulla militar fuertemente armada fue comisionada para rodear y reducir a las personas armadas que con actitud sospechosa estaban en el inmueble de Catriel 321», dice la requisitoria de elevación a juicio hecha por la acusación.

Alais no era un policía del montón: cuñado del general Carlos Guillermo Suárez Mason, entonces comandante del Primer Cuerpo de Ejército, había sido denunciado hacia ya más de un año por Rodolfo Walsh como un conspicuo miembro de los escuadrones asesinos de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) o «Triple A. Al parecer, había participado en el asesinato del diputado nacional Rodolfo Ortega Peña en plena avenida Nueve de Julio poco después de la muerte de Perón.
Félix es hermano de Ernesto , un general que se hizo famoso en enero de 1988 por su extrema lentitud a la hora de reprimir el segundo alzamiento carapintada liderado por Aldo Rico, quien se había hecho fuerte en el Regimiento de Infantería 29 de Monte Caseros, Corrientes. A dónde sus tropas jamás llegaron.
Ernesto Alais, que había participado en la feroz represión ejecutada en la provincia de Tucumán, llegó a presidir el RENAR (Registro Nacional de Armas) antes de ser procesado como presunto autor de delitos de lesa humanidad. Su hermano Félix Alejandro se afincó en Bahia Blanca, dónde hasta 2007 prestó servicios con su agencia de seguridad Fast en la Facultad de Agronomía de la UNS.

Fue el policía Alais quien, a partir de la comunicación de Bruzzone, puso en circulación la maloliente especie de que en la calle Catriel los militares habían sido recibidos con fuego de armas automáticas, y que tras repeler la agresión durante media hora «resultaron muertas cuatro personas, tres masculinas y una femenina, y el secuestro de armas de guerra y explosivos».
El lunes 6, el diario «La Nueva Provincia», bajo el título «Otra eficaz acción del Ejército. Cuatro extremistas fueron abatidos en nuestra ciudad» aseguró falsamente que Castillo y Fornasari eran «cabecillas de la organización ilegalizada en primer término», en referencia al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), cuyo nombre estaba prohibido decir y escribir (lo mismo sucedía con Montoneros, «la organización ilegalizada en segundo término»).
Citando un comunicado de la Subzona de Defensa 51 del V Cuerpo de Ejército, el diario identificó a Pablo Francisco Fornizari (sic) como «Lito» un «oficial segundo» (rango que utilizaba Montoneros, no así el ERP) y supuesto «jefe de destacamentos» de Bahía Blanca, Tandil y Mar del Plata.
Dicho comunicado acusaba al acribillado Fornisari de pertenecer a «la organización» desde 1969 (cuando ni Montoneros ni el ERP se habían presentado en público ni se conocía su existencia) y de haber militado varios años en La Plata.
También lo acusó de haber intervenido en el asesinato de un subcomisario en marzo de 1975, y de haber planeado y dirigido una  emboscada a una patrulla de la Compañía de la Policía Militar 181 en diciembre de 1975, ataque en el que habían resultado muertos un suboficial y un soldado conscripto. Y remató el suscinto informe con una mentira clamorosa:
«El delincuente Fornazari (sic) habitó la finca ubicada en Sarmiento 1502, del barrio Palihue, hasta fines de julio del corriente año, debiendo abandonarla precipitadamente en oportunidad de ser allanada la vivienda  por fuerzas del Ejército».
Se refería a un hecho ocurrido en la noche del 24 de julio, a horas de que Fornasari, Castillo y Gatica cumplieran un mes como detenidos-desaparecidos.
En el ínterin, la camioneta de Castillo, robada por quienes habían secuestrado a Castillo, Fornasari y Gatica, era utilizada por el subteniente Julián Oscar «El Laucha» Corres, quien se hizo conocido por fugarse de la Delegación de la Policía Federal en Bahía Blanca y luego recapturado.

Corres, que solía violar a las desaparecidas, estaba en el lote de quienes están siendo juzgados, pero falleció el pasado lunes 8.
El cuarto asesinado, Manuel Mario Tarchitzky, de 26 años, era un físico nuclear egresado del Instituto Balseiro. Como Matzkin, Tarchitzky era militante de la JUP.
Desde Bariloche, el Instituto Balseiro informó que Tarchitzky era de Bahía Blanca, hijo de Abraham y Rebeca Lew (que se habrían ido a vivir a Israel) y tenía domicilio en la casa paterna –Dorrego 89– y había estudiado Ingeniería Eléctrica en la UNS antes de especializarse.
También Fornasari vivía en Bahía Blanca. «Estaba pareja con Liliana Morsia, con quien tuvo una hija», precisó Amato.

Anteriormente, añadió, había tenido una pareja que lo había dejado por su íntimo amigo, Juan Carlos «El Hippie» Alsogaray, situación que le había causado un hondo sufrimiento.


Alsogaray, hijo del teniente general Julio Alsogaray y sobrino de Alvaro, fue muerto a fines de 1975 en El Cadillal, Tucuman, donde Montoneros había destacado un pequeño grupo de partisanos rurales del que era jefe. Su compañera era Adriana Barcia, que permaneció en Tucuman hasta su secuestro y desaparicion a mediados de 1976, informa el libro «Héroes. Historias de la Argentina Revolucionaria», de los ex montoneros Gregorio «Goyo» Levenson y Ernesto Jauretche.


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