A la señora Procuradora General de la Nación
Dra. Alejandra Gils Carbó
S / D
De mi consideración:
Me dirijo a usted como ciudadano argentino y como abogado defensor del señor Alberto Jacinto Kanoore EDUL, quien permanece imputado desde hace 19 años, y con una falta de mérito desde 2003, en la causa judicial que se sigue por el atentado a la AMIA.
Ejerzo tal defensa desde hace nueve años, lo que me ha permitido conocer en detalle dicho expediente y, hace pocos meses, escribir y editar el libro «AMIA, Embajada: ¿Verdad o fraude?», uno de cuyos ejemplares acompaño.
El objeto de esta carta es llevar a su conocimiento una cuestión de particular importancia para nuestro país, y que atañe en forma directa a las funciones que usted ejerce como titular del Ministerio Público de la Nación.
Como es de público conocimiento, el juez de Instrucción Dr. Rodolfo Canicoba Corral, a cargo de la mencionada causa AMIA, y el fiscal Dr. Alberto Nisman, que actúa en ella como instructor delegado (art. 196 del CPCN), han acusado a ocho altos funcionarios iraníes de ser los autores intelectuales de ese grave crimen. Además, aducen que el atentado se produjo con un coche bomba Renault Trafic, y que mi defendido Edul, por encargo de los iraníes, habría comprado ese vehículo al señor Carlos Telleldín para entregárselo a un supuesto chofer suicida libanés perteneciente al grupo Hezbollah.
Pero lo cierto es que no tenemos una sola prueba de la existencia de tal coche bomba, y menos de que se lo haya usado para volar la sede de la AMIA. Es más, hay sobradas evidencias de que la explosión no se produjo por un coche bomba. Ello ya fue aducido detallada y documentadamente por el fiscal iraní señor Rumiani al responder, en 2008, el exhorto enviado por nuestro país en 2007, de modo que, con toda seguridad, Irán solicitará a la Comisión de la Verdad que se profundice la investigación sobre la existencia o no del coche bomba.
Por otro lado, como defensor de Edul, he solicitado numerosas veces al juez Dr. Canicoba Corral y al fiscal Dr. Nisman que se busque la parte inferior o base del coche bomba (chasis, elásticos, cubiertas, etc.) que, aunque maltrecha, siempre queda visible en el lugar de la explosión. Para ello, he aportado al Juzgado fotografías de al menos otros ocho (8) atentados con coche bomba perpetrados en distintos países del mundo, en las que se observa con claridad tales restos del vehículo utilizado por los criminales. Uno de los peritos de la querella me respondió que tales restos del coche bomba supuestamente usado nunca pudieron observarse en el caso que nos ocupa porque quedaron enterrados, siempre según él, unos tres (3) metros bajo la vereda de la AMIA. Ante ello, solicité varias veces al señor juez de Instrucción y al señor fiscal que se excavara en la vereda de la mutual judía para comprobar la veracidad de tal afirmación del perito. Invariablemente obtuve de ambos magistrados una negativa rotunda a hacerlo.
El 5-3-12, el diario porteño LA NACIÓN informó que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires poseía un ingenioso instrumento, el «georadar», que permite detectar metales hasta 30 metros bajo tierra. Comuniqué la novedad al Juzgado y a la Fiscalía, y solicité se hiciera un estudio en la vereda la AMIA con ese instrumento moderno, para determinar si la Trafic estaba enterrada ahí. También ello me fue negado en forma terminante.
Todo lo que antecede figura en forma pormenorizada en el libro de mi autoría ya citado, y un ejemplar de él fue entregado en mano a numerosas embajadas extranjeras, entre ellas, a la de Irán. Por donde se puede estar seguro de que la representación iraní reclamará a la Comisión de la Verdad que se excave en la vereda de la AMIA, o se use el georadar para dilucidar si existió o no el coche bomba que, reitero, es la base fundamental de la acusación del Estado Argentino contra los funcionarios de Teherán.
De darse esa situación, que seguramente se dará, nuestro país quedará en una posición muy deslucida y comprometida pues, teniendo a su disposición todos los elementos necesarios, se habría negado a usarlos para comprobar si el coche bomba, clave de bóveda de la acusación contra los iraníes, existió o no. En ese caso, se puede afirmar que la Comisión de la Verdad emitiría un juicio muy severo y desfavorable para la Argentina. Es preferible agotar todas las instancias para que esa investigación tan sencilla la haga en forma espontánea y voluntaria el Estado Nacional, antes de que se constituya la Comisión de la Verdad y nos la exija de oficio, o a pedido de Irán. Si se encuentran los restos del aducido coche bomba, se habrá avanzado sobre la pista que, con extraña exclusividad, siguió la instrucción hasta hoy. De lo contrario, si no aparecen dichos restos, le habremos evitado a nuestro país el bochorno de reconocer ante la Comisión de la Verdad que hicimos una investigación incompleta, apresurada y poco seria. Esa decir, que acusamos falsamente y sin prueba alguna a los iraníes
Por lo dicho, solicito que la Procuración General de la Nación, en uso de sus atribuciones constitucionales, instruya al fiscal general del caso AMIA para que tales estudios se realicen a la brevedad.
Asimismo, mucho le agradeceré concederme una entrevista personal para ampliar mi aporte en esta delicada cuestión.
Atentamente.
Juan Gabriel Labaké
(023209)-40-4729 // 15-5887-3337
Abogado CSJN T. 7 F. 311
Diputado nacional (1973/1976
Embajador (1989/2003)