CONTRAOFENSIVAS MONTONERAS. Un fallo que reconoce el derecho constitucional a alzarse en armas contra las dictaduras (con video)
Estuve en total desacuerdo con las contraofensivas montoneras. Había roto todos mis vínculos con el entonces partido diz que leninista cuando un tan cualificado como nutrido grupo de compañeros (entre los que había algunos a los que conocía y apreciaba) asaltaron un cuartel en la provincia de Formosa en octubre de 1975. Mi convicción de que estaban muy equivocados se robusteció cuando luego de establecer una tregua unilateral con la dictadura para que el mundial de fútbol de 1978 se celebrara en paz, iniciaron el reclutamiento para una contraofensiva que, a mi juicio, no tenía ninguna posibilidad de ser exitosa.
A pesar de que habían pasado más de tres años, acaso cuatro, cuando visité en Madrid a unos amigos exiliados, entre ellos a Ricardo («Pato») Zuker y su esposa, «Ana» (Marta Libenson) y la hija de ésta con otro Pato (Isaac Dricas). A la salida, un arquitecto al que conocía desde la época de nuestra estrecha relación con la Corriente Estudiantil Nacional y Popular (CeNaP), me instó a que me reincorporara a la orga / partido y participara de esa cruzada patriótica.
Por cierto, el arquitecto, chantapufi, no vino a la Argentina hasta después de recuperada a democracia, lo que me hizo recordar aquella definición de Arturo Jauretche: el arquitecto al parecer era parte del «Ejército de ‘animémonos y vayan, Batallón de empujadores».
Sin embargo, muchos compañeros, a mi modo de ver un poco majaretas –atravesados por el dolor de las pérdidas de hermanos, amores y amigos– se enrolaron voluntariamente, vinieron al país, combatieron –o al menos lo intentaron– amparados en el mandato constitucional de oponerse por todos los medios a las dictaduras.
Pues bien, hoy hubo una sentencia condenatoria contra algunos de los que los secuestraron, torturaron y asesinaron.
Que reivindicó a aquellos valientes que ofrendaron sus vidas en un combate frontal (creo que equivocado) contra la dictadura genocida.
Acabo de recibir este texto, reivindicatorio del intento de ambas contraofensivas. Lo comparto a continuación. Lo comparto, digo, porque lo publico, aunque no comparta su absoluta falta de autocrítica: la decisión de lanzar las contraofensivas fue, desde mi punto de vista, repito, ostensible y manifiestamente desatinada.
El derecho a la resistencia a la opresión
Los testimonios de los Compañeros/as y acusación de la fiscalía, permitieron desmentir ciertos prejuicios que desde la teoría de los dos demonios se mantuvieron – aún hoy parcialmente – vigentes. Incluso entre alguna militancia del propio espacio.
Entre ellos, que la C.N (Conducción Nacional de Montoneros) «mandó al muere a los militantes». Tergiversando que cada cumpa regresó al país por decisión propia y autónoma. También siempre omitieron que cayeron secuestrados/asesinados un miembro de dicha C.N (Horacio «El Lauchón» Mendizábal) y decenas de militantes Montoneros oficiales o con trayectoria histórica pública.
Los testimonios en sede judicial de tantos cumpas participes de la Contraofensiva miembros de las TEA (Tropas Especiales de Agitación) y TEI (Tropas Especiales de Infantería) pusieron de manifiesto el derecho de resistencia a la opresión al igual que la fiscal. Y conocer sus rostros, voces y recuerdos, posibilitó demostrar que la mayoría sobrevivió, ya que el rumor –ese Sr. tan corrosivo– y opiniones interesadas como otras por ignorancia sostenían que los habían matado a todos/as, o a la mayoría, mientras la Conducción poco menos que tomaba sol en el exterior.
La concepción política que sostiene a la Contraofensiva, y la pone en acto, parte del análisis de que la dictadura atraviesa no pocos problemas, particularmente en lo económico/social que se expresó en el primer paro general de la CGT el 27 de abril de 1979, y las luchas parciales e importantes desde fines de 1976 mismo con epicentro entre los trabajadores industriales. Se verificó un proceso de lucha ascendente, aún no masivo, pero sí persistente de las luchas obreras.
En términos que muchos conocen, pasar de la Defensa Activa puesta en marcha desde poco antes del golpe del 76, a una nueva fase de Contraofensiva y de acumulación poíitica a partir del deterioro evidente de la dictadura cívico-militar. Tal la definición de Montoneros.
Las TEA ingresan con tal propósito, apoyar, acompañar, dinamizar y participar de esas luchas para a poco ir arrinconando a la dictadura paulatinamente. La mayoría de cumpas ingresados desde el exterior estuvieron integrados a las TEA, dedicadas a acciones de propaganda, pintadas, volanteadas, interferencias de TV, coordinar ahí donde hubiera contactos con fábricas y comisiones internas.
Las TEI tenían como objetivo golpear al centro del dispositivo de la dictadura, específicamente al equipo económico de Martínez de Hoz. Fueron los menos numerosos.
Lo que habilita también desmentir que la Contraofensiva era una aventura militarista. Que solo se trataba de fierros.
Un juicio y fallo que será histórico, no sólo por lo que se desmiente desde los propios protagonistas y militantes sobre un periodo de nuestra historia tan descalificado. Si no también por la explicita mención al derecho a la resistencia a la opresión con los medios disponibles.
Y la reivindicación, no solo como militantes políticos, también de la identidad político-ideológica de los compañeros/as como Montoneros.
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El juicio, en el que descollaron los fiscales Gabriela Sorti y Pablo Llonto, fue enteramente cubierto por los compañeros de La Retaguardia, que merecen hoy disfrutar de un merecido protagonismo. Así cantaron victoria:
En el día en que fueron condenados a cadena perpetua cinco represores en el marco de la causa #Contraofensiva, comparto este Microrrelato, de la serie de cortos audiovisuales realizados por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. pic.twitter.com/JAbQgpAtZ3
— Horacio Pietragalla Corti ⭐️⭐️⭐️ (@pietragallahora) June 10, 2021