FENÓMENO: «SI VOS QUERÉS» de Sudor Marika, un ramalazo de felicidad. YAPAS: una cancion dedicada al Gato y textos copados
«Macri ya fue, Vidal ya fue, si vos querés, Larreta también». Hace mucho que no subía notas aquí. Y en el ínterin pasó de todo. Pero si de algo me arrepiento de no haber escrito es de la felicidad instantánea que me produjo haber oído lo que será, ya es, el hit de esta nueva primavera, de esta nueva oportunidad que el destino nos ha hecho la gracia de conceder. Agradezco de todo corazón a los compañeres de Sudor Marika (a quienes no conozco) haber pergeñado una canción tan políticamente e ideológicamente ajustada y tan pero tan gratamente pegadiza, y me atrevo a pronosticar que los bailes relámpagos (FlashMob, le dicen ahora) que la tienen como eje se viralizaran como se viralizó la canción, y serán el leitmotiv de la campaña en ciernes. Es más, tengo la corazonada que a su compás llegaremos al balotaje y, quien sabe, a deponer a Rodriguez Larreta, acabando con el último bunker de la antipatria, el lugar y la caja a cuya sombra y abrigo ya están buscando afanosamente refugiarse los becados de un administración nacional que ya tienen fecha de vencimiento.
Aunque ya lo deben haber visto, este primer video corresponde al sorpresivo encuentro (que me hizo acordar de los actos relampago que hacíamos en los ’60 y ’70 del siglo pasado, cuando nos concentrábamos en una esquina haciéndonos los sotas, para en un momento reventar un cóctel molotov en mitad de la calle, tirar volantes en profusión y corear una consigna o dos… antes de esfumarnos) que tuvo lugar el viernes pasado frente al Teatro General San Martin y al Centro Cultural de la Cooperación, en la avenida Corrientes entre Montevideo y Paraná, encuentro que (ya sin sorpresa) se repetirá mañana y que, salvo que diluvie, será multitudinario.Y que está destinado a repetirse en todos los barrios de las grandes ciudades argentinas (sigue).
Esta otra es la misma, con peor definición, pero con la letra a modo de subtítulo… (sigue)
Pensar que se suele gastar tanto dinero en tratar de conseguir buenos jingles de campaña, y tenemos la fortuna de que esta canción nos caiga como del cielo. Qué alegría. Nos lo merecíamos después de tantas amarguras, pero sobre todo lo merece ella, que se bancó todo y les cantó jaque mate. Los noqueó con una sola jugada.
A continuación, otro tema de Sudor Marika que me parece muy interesante, Gerente de la nada, cuya letra ofrezco a continuación. (sigue)
Gerente de la nada
Niño bien
gerente de la nada
gobernás con colores, globos y propaganda
Esa papa en la boca
te delata
El asco por los pobres
es tu marca
Ahí están, ellos son
ecólogos de la represión
Ahí están, ellos son
de la ciudad verde, sin negros
Sonreís como dicta el (Durán) Barba
ese sudaca que no te da naúseas
Simulás tomar mate
y bailar una cumbiancha
pero la cumbia no baila con vos
el chori no te traga
al mate le das naúseas
y tus caderas de sudor no saben nada
Propagás talleres clandestinos,
propagás el odio a lo distinto,
propagás frases de Pastor Divino,
prorrogás sueños de los excluídos
Niño bien
empresario de las almas
la villa no querés,
ni a las grasas, ni a las travas
Nos negaste derechos,
Nos trataste de enfermos,
Reprimiste a los sin techo…
……..
Y ahora ¡no se lo pierdan! un texto de Virginia Feinmann publicado en la página de FB de Sudor Marika (https://www.facebook.com/sudor.marika/ ) que a mi juicio expresa perfectamente el fenómeno desatado por la debacle oligárquico-cipaya y esta canción tan pero tan pegadiza:
Nosotras ya no sabíamos cómo seguir haciendo las cosas con esa canción pegada. Traducía, yo. Abría el archivo de word de 700 páginas sobre la antropología estructural en Gran Bretaña, miraba la pantalla que decía «In the hayday of structural-functionalism, the study of unilineal descent groups occupied» y en mi cabeza empezaba «Macri ya fue, Vidal ya fue, si vos querés Larreta también, si vos querés Larreta también».
Lavaba los platos, ella. Y yo le veía las rodillas que se flexionaban y la cadera apenas, un poquito para un lado y para el otro, y la miraba y ella primero se reía, nos reíamos las dos, pero después me decía: ya me da miedo.
-A mí también.
-Hoy durante toda la cola del Día, las cuadras de vuelta, el ascensor.
-Yo en el gimnasio, corriendo en la cinta. Después tomando parcial.
-En el dentista a la tarde. Ni escuchaba lo que me decía.
-Paseando a Toti, lo llevé al ritmo.
Cierra la canilla. Se seca las manos.
-¿Se irá?
-¿Larreta?
-No, bueno sí, Larreta también, pero la canción.
-No sé, dicen que hay un hombre que tuvo hipo durante veinte años.
-No.
-En los intervalos sin hipo pedía que lo mataran.
-Mentira, lo viste en los Simpsons.
-Cómo sabés.
-Uno que dice hic-mátenme, hic-mátenme, me acuerdo del capítulo -se ríe.
Nos reímos. Abre la canilla y le vuelve a poner detergente a la esponja. Por un ratito pasó. Pero después ya mueve las piernas de nuevo, y nos miramos y nos reímos otra vez.
-Mátenme -dice tentada.
Agarro el repasador, me pongo a secar los platos que me alcanza.
-Son 52 días.
-¿De qué?
-Hasta el 27 de octubre. Ahí se va.
-¿La canción?
-Sí, y Larreta también.
…………
Y, por último, una nota publicada por María Pía López en Página/12.
«Si vos querés, Larreta ya fue»: la canción de la ciudad

En 1930 el gran cronista de Buenos Aires se fue unos días de campamento a Sierra de la Ventana. Arlt, Roberto. Cronicaba, al principio, el deslumbramiento por el verde, el aire puro, la vida descansada. Porque luego el tedio fue creciendo y las aguafuertes escribieron la burla del fogón y el salmo, la vida monástica y el retiro. Cuando vuelve a Buenos Aires, desde el tren, escribe su canto de retornado: “Aquí sufrimos por tu vida rapidísima, por tus lujos inaccesibles, por tu fuerza arrolladora; aquí somos todos iguales y el primer botón que sale al paso se cree con derecho a manosearnos como si fuéramos unos reos; aquí…. Pero allá… aquí… Pero allá. (…) Y, sin embargo, te quiere uno; te quiere porque sos así, esquiva, mala, linda y grande. Te quiere porque aquí uno puede ensayar su fuerza y hundir su pena en el más extraordinario anónimo; te quiere porque sos desalmada, y tan desalmada que en todos tus portales se duerme alguna noche un desdichado y nadie se inclina para darle una mano.” Pueden leerse estos temblores en las recientemente editadas Aguafuertes silvestres. ¡Hay que querer así a una ciudad tremenda!
Yo: conversa. Provinciana enamorada de la ciudad. Con todos los lugares comunes de ese amor: al anonimato urbano, a la infinita producción cultural, a la vida de bar, a la heterogeneidad que la habita. Once, más que Buenos Aires, incluso. El caldero de todas las migraciones, el conventillo de todas las lenguas. Once, donde se anuncia que se envía dinero a países africanos y se venden yuyos del altiplano voceados en quechua. Donde atacaron una mutual en horrendo acto terrorista y se nombró Semana Trágica a cruentos progroms. También, el humo de Cromañón, los cuerpos asfixiados, y las travas que hacen la calle al borde de la facultad de Psicología. No me quiero poner localista, pero en Once se hace intensa Buenos Aires: la ciudad que se anuda y se abigarra, que es feria y mercadeo, que es pobreza desolada y fuerza cultural. Cosmopolitismo plebeyo, o sea democrática pasión por lo múltiple.
Once padece la tenacidad de las veredas que se hacen tres o cuatro veces. Una cuadrilla viene y las arregla y unos meses después la obra recomienza con otra cuadrilla y quizás con otra firma empresaria. Como una Penélope que teje y desteje, el gobierno porteño se precave contra la debilidad de los bolsillos empresarios y la pérdida de empleos poniendo y sacando baldosas. Lo cual complica bastante el tránsito de comerciantes, manteros, paseantes, vecinas. Nos chocamos entre vallas amarillas, carritos de compras, cartones que amparan personas que duermen en la calle, carros que trasladan mercaderías. Pero una cordialidad internacionalista y multilingüe nos deja habitar el barrio. En una de las veredas ensanchadas, un grupo grande de mujeres orientales baila coreografías. Cambian de día, son precisas y expertas, el barrio se ilumina como escenario callejero y el atardecer marca el pasaje del uso comercial de las calles a ese festivo. Al verlas pensé que liberaban nuestras calles, el barrio mismo, de la pulsión blanqueadora que tuvo el gobierno de la ciudad que amplió veredas al tiempo que expulsó manteros con violencia. Hay vecinos que las denuncian y piden que la policía las prohíba. Once, nuestro aleph. También una cifra. Porque todo eso se disputa en la ciudad de Buenos Aires.
En estos días, un conjunto de vecines y activistas, hicieron una intervención preciosa: liberaron a la semi peatonal de la calle Corrientes de su destino publicístico, mostraron que queremos peatonales y paseos sin tachos con tarjetas para que no puedan ser abiertos, que soñamos una ciudad con plazas, pero habitadas por todxs. Bailaron cumbia, con el ritmo que le pone Sudor Marika a nuestras peleas contemporáneas, para decir Si vos querés, Larreta ya fue. Pero decían más, hablaban de los alquileres y de las ganas de playa, de las tarifas y las deudas, de una ciudad sin represión. Parecían conjurados, que habían aprendido de esas fiestas cuyos anuncios solo circulan por wasap o de los avisos de milongas en las catacumbas de la ciudad tanguera. Pero estaban en la calle, para tomar lo hecho y liberarlo de su opacidad. Como habían sido liberados los alrededores del Congreso por esa infinita multitud de pibas y de doñas que exigió la legalización del aborto, pero que además hizo fiestas y fogatas, y carpas y rondas, inventando una ciudad feminista allí donde circula el poder patriarcal.
Bajo el pavimento no suele estar la playa, pero una ciudad no son solo sus flujos financieros sino también esa insomne creatividad social, la que bailó en esa acción política, la que inventa lenguas no formateadas por los grandes aparatos mediáticos, la que se resiste a convivir con la crueldad y la miseria. Hace unos meses una persona murió de frío en las calles porteñas, a cuadras de la casa de gobierno y eso hizo temblar a muches habitantes, que advirtieron que también eran vecines quienes ocasionalmente dormían en sus puertas o veredas. Contra la crueldad desidiosa del gobierno, se alzó una solidaridad extensa y minuciosa. Insuficiente, se dirá. Y lo es seguro. Pero también que muestra que los afectos no están silenciados ni está olvidado lo que nos vuelve parte de los otrxs. Acá por Once un hombre se tiró en la calle para ser arrollado, así decía, por algún colectivo. Vive en la intemperie. Era difìcil convencerlo de pararse y volver a la vereda y la noche era fría. Finalmente logró hacerlo, con amistosa paciencia, una muchacha venezolana. Otra piba se encargó de comprar comida y agua. Buenos Aires no está perdida, aunque tantas veces la declaremos ajena, la sepamos hostil, no soportemos su melancolía, su dureza, la escandalosa fealdad de algunos edificios.
Buenos Aires suele ser inhóspita y sus habitantes muchas veces hacen del resentimiento el combustible para el trato endurecido. Las derechas la gobiernan imaginando fachadas y recreos y pensando en los modos más rápidos de transitarlas. Suicidios interrumpen el subterráneo, las policías asesinan gente, los custodios de los supermercados también. O sea, esas reconversiones de la ciudad, asentadas sobre la violencia de la desigualdad social, no hacen más que recrudecerla mientras las aleja de la vista de los más ricos. La reapropiación popular es otra cosa, el baile plebeyo muestra la ciudad invisible, una de las ciudades invisibles, aquella que surge de nuestros sueños libertarios. Que no se agotan en un hecho electoral, pero que se anudan con él, porque para realizarse requieren que no se ande matando gente ni de frío, ni de patadas policiales, ni a las puertas de los supermercados, Todo eso que es responsabilidad, también, de quienes se engalanan como hacedores de bicisendas. Te queremos recuperar, Buenos Aires, porque como escribía tu cronista “estás metida en nosotros, ¡oh, ciudad!, como un camote deliciosamente largo.”
Leí con emoción tu intenso artículo… también tengo esta pegadiza canción en mi cabezavoto en Mar del Plata y deseo que el 27 de octubre *Larreta ya fue*