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BIOGRAFIA-FIRMENICH/
PUBLICAN LA PRIMERA BIOGRAFIA NO OFICIAL DE FIRMENICH
Buenos Aires, 16 De agosto (Télam, por Rubén Furman).- Los periodistas Felipe Celesia y Pablo Waisberg acaban de publicar «Firmenich, la historia jamás contada del jefe montonero», la primera biografía integral y no autorizada de uno de los personajes más famosos y a la vez menos conocidos, acaso oscuros, de la historia contemporánea argentina.
El jefe de los guerrilleros peronistas de los setenta tiene hoy 62 años y vive exiliado en Cataluña (España) desde hace décadas, donde ha callado pese a lo mucho que podría contar, así fuera para defenderse de motes tan descalificatorios como «asesino», «doble agente» o «militarista».
«Quisimos sacar de la sombra a un personaje demonizado en dictadura y luego en democracia, como si se quisiera cerrar a pocas responsabilidades todas las tragedias que nos ocurrieron» dicen los autores, que aún no habían nacido cuando Firmenich ya comandaba un partido armado con miles de adherentes e impulsaba el regreso de Perón a la Argentina, antes de disputarle el poder.
Para esta biografía, de 478 páginas editada por Aguilar, Celesia y Waisberg sistematizaron archivos, diarios y libros durante tres años, pero confiaron sobretodo en un centenar de entrevistas periodísticas para trazar un derrotero personal unido a la historia de la guerrilla montonera y a las opciones políticas de un tiempo turbulento de proscripciones.
En esos reportajes desfilan los compañeros del Nacional Buenos Aires de Firmenich que lo conocieron desde que era un joven cristiano con ansias de llegar virgen al matrimonio y dan pistas sobre su peronización, un fenómeno generacional que ya husmearon -aunque con menos éxito- en una biografia de Rodolfo Ortega Peña, «La ley y las armas», del 2006.
También testimonian familiares, ex catequistas, milicianos y pares en la jefatura; políticos y decenas de testigos que aún hoy prefieren el anonimato por diferentes tipos de lealtades, y en cuyos relatos surgen influencias decisivas como las del cura Carlos Mujica, la opción por los pobres mandada por el Concilio
Vaticano II hasta las complejas relaciones con Perón y su movimiento.
«Cada vez que se habla de la locura de Firmenich y la cúpula montonera, ya sea en la escalada ciega de la puja con Perón o al mandar a cientos de milicianos al muere en las contraofensivas, en general se omite que había miles de tipos que creían fanáticamente en lo mismo», dicen los autores «sin querer, por esto, eximirlo de ninguna responsabilidad» aunque aproximándolo a la tipología de «emergente».
La versión de que el «comandante» fue en realidad un doble agente al servicio de la CIA, también es repasada «desde que se originó en la época del secuestro y muerte Aramburu», hasta su reactualización por el corresponsal de Newsweek durante la última dictadura, Martin Andersen, citando fuentes demasiado indirectas en su libro «Dossier Secreto».
«No encontramos ninguna constancia fehaciente y nos parece una explicación tranquilizadora que licúa otras responsabilidades», dicen, incluso admitiendo que Firmenich podría haber visitado la Casa de Gobierno en vísperas del secuestro y ejecución de Aramburu invitado por Boby Roth, el operador político de Onganía, pero sin olvidar que no aparece en la lista de los 4 mil agentes civiles del ejército conocida recientemente.
Sin revelaciones ruidosas, pero de forma ordenada y rigurosa, Celesia y Waisberg dan en esta primera biografía integral de Firmenich una respuesta desapasionada a muchos interrogantes de una historia trágica y reciente que, pese a los enormes cambios en el país y en el mundo, aún está entre nosotros. (Télam).-
Mis sentimientos hacia Firmenich y otros dirigentes montoneros han variado mucho de una época a la otra y nunca terminaron de estabilizarse. Los admiré a comienzos de los 70, los detesté a mediados de esa década y cada vez más. Y al Pepe, hasta que se entregó en Brasil. Tuvo desde entonces un comportamiento digno y por ende lo consideré un personaje trágico. Quisé entrevistarlo en Devoto, pero él, enterándose de quién era, me hizo parar en la mismísima puerta por su abogado (el mismo de Vandor y de Lorenzo), Fernando Torres, que me inquirió: «¿Vos sos Beto, el de la 13?» antes de cerrarme el paso.
Asqueado de la infame teoría de los dos demonios, inflada por pusilánimes y tipos que en el mejor de los casos habían mirado para otro lado, lo defendí cuando los radicales se negaron a entregarle la medalla de la UBA cum laude que había ganado en buena ley y, después, cuando siguió siendo discriminado a pesar de haber cumplido su condena. Creo haberle hecho una buena y larga entrevista telefónica para el diario La Capital de Rosario en el año 2000 o 2001 (quizá la suba acá pronto).
Acaso porque haya comulgado más con el cristianismo primitivo de lo que presumo, acaso porque creo en la redención (aunque también en la frase «que un asesino y violador se suicide no redime la pena pero algo es algo) hace mucho que dejé de tenerle rencor. Por cierto, a pesar de sus errores, nunca creí que fuera un doble agente. Claro que me gustaría que hablase más de algunas cosas, entre ellas del asesinato de Rucci y del «Quieto traidor». Pero también entiendo su silencio. Porque hay dos cosas de las que no tengo dudas: que fue demonizado y que su mayor «pecado» ha sido sobrevivir. Y eso no tiene más «remedio» que el suicidio. Y eso es tabú para un cristiano, y mucho más si tiene hijos.
En cuanto a mi: no se me da la gana de patear a los caídos ni a los demonizados. Y es que en eso comulgo con George Brassens… y el sargento Cruz.