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GENDARMERÍA. La corrupción detrás del asesinato por la espalda de un muchacho aborigen

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Los sueldos de los gendarmes, fue público ayer, son misérrimos. Muchas veces no llegan a duplicar el alquiler de las humildes viviendas  que se ven forzados a alquilar cuando se los desplaza (por ejemplo, a Rosario. En diálogo con un gendarme desesperado, la ministra Bullshit le prometió darles viviendas del Plan Procear… que el gobierno que integra dio de baja hace rato. Los tres uniformes que la GNA requiere a sus miembros (de combate, fajina y salida),  borceguíes, camisetas, cascos, boinas y a veces hasta las balas para sus prácticas deben ser compradas por ellos mismos, ante la indiferencia de un Estado Nacional en retirada. Son los propios gendarmes, que muchas veces no tienen ni para comer, quienes incurren en los comportamientos descrito en esta notas. En la frontera con Bolivia muchas veces son ellos los que en sus días francos contrabandean. Y es que, créase o no, sus uniformen son mucho más baratos en Bolivia.

Es en este contexto que se ha producido un alevoso asesinato. ¿Por qué?

¿Qué hay detrás del asesinato de Ivo Rodrigo torres?

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POR ELVER RAMOS
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El 6 de febrero a las 10 de la mañana cuatro gendarmes emboscaron y dispararon al menos siete balazos a un motociclista que circulaba por las calles de las afueras de la ciudad de La Quiaca. El joven de 22 años cayó a la calles de tierra, muerto, tras recibir un impacto en la pierna y otro en la espalda. Había intentado eludir un control de gendarmería para que no le quitaran los paquetes de hojas de coca y los comestibles que traía de Bolivia.
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En el contexto de esta muerte hay una verdadera batalla campal entre la Policía de Jujuy y la Gendarmería Nacional para controlar el contrabando de coca. Entre La Quiaca y San Salvador de Jujuy, hay 280 kilómetros, cinco controles de Gendarmería y no menos de siete controles de la policía provincial. No obstante, a la capital jujeña llegan electrodomésticos de todo tipo, ropa usada y nueva, celulares, cubiertas, papel higiénico, artículos de limpieza,  café, arroz y otras muchas cosas en cantidades sin precedentes. Obviamente,  también llega muchísima coca y algo de cocaína.
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Los controles de las fuerzas de seguridad son parte de la industria del contrabando. Gran parte de la mercadería que ingresa al país es transportadas por alguna de estas fuerzas o fruto del decomiso a contrabandistas independientes. De una u otra forma termina siendo parte esencial del financiamiento de las fuerzas de seguridad. Algunos de cuyos jefes obtienen gracias a estos trapicheos ilegales, ingresos millonarios.
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La coca que traía Ivo como modo de solventar sus estudios de turismo en un instituto pensado para las comunidades indígenas, pesaba 10 kilos. Que en La Quiaca cuestan alrededor de 80 mil pesos, pero que  a medida que se aleja de la frontera su valor se multiplica. En la región de Susques, a dónde se dirigía, el cuarto de coca cuesta el doble. Si paraba en el control de la Gendarmería perdería esa coca pero también corría el riesgo de que le plantaran droga o lo golpearan para hacer buena letra con la ministra Bullrich.
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En Jujuy es legal mascar coca y habitual ver comercios en los que se acopian decenas de kilos. Es ilegal sembrarla, está restringido el transporte, no se puede importar y todo esto hace que sea sea un excelente negocio para las fuerzas de seguridad.
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El control del contrabando se encuentra en disputa entre políticos, policías y gendarmes. Los pequeños contrabandistas, como Ivo, son el eslabón más débil de la cadena. Sí son enganchados por la Gendarmería les suelen quitar las hojas de coca. Los gendarmes estiran sus exiguos sueldos vendiendo lo decomisado. Su no les exigen dinero para dejarlos pasar. A Ivo lo mataron para hacerse respetar. Para qué sirva de ejemplo para todos los puneños que viven del contrabando e intentan eludir «el peaje».
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El escenario es el del peso fuerte o el dólar barato. Los precios «adelantados», como dice el ministro Caputo». Hasta la llegada de Milei se traína de Bolivia pocas cosas; básicamente neumáticos o coca, mientras se llevaba para allá mucho aceite, harina, gaseosas, bebidas alcohólicas y productos de limpieza. Hoy el panorama es inverso: casi no existe producto que se lleve de Argentina a Bolivia; salvo dólares. La frontera argentino-boliviana se convirtió en el único modo de tener acceso a algunos productos con precio accesible para los magros sueldos de muchísimos jujeños. Hoy se contrabandea desde Villazón hasta papel higiénico, arroz y coca-cola de producción peruana.
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La corrupción de las fuerzas de seguridad tanto provinciales como nacionales es la que ordena este negocio y se queda con una parte importante de los ingresos.
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En los años 70, la Gendarmería tuvo su propia historieta y su héroe. Muchos jóvenes de las provincias más pobres se sentían atraídos por la perspectiva de formar parte de la institución encargada de cuidar las fronteras.

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