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CIA – MILEI. Tras haber fracasado en sus gestiones ante el FMI y el Tesoro, el gobierno se entregó a la Agencia Central de Inteligencia

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El gobierno de Milei fue -no una sino varias veces- a pedir la escupidera a la CIA porque no ha logrado ni que el FMI ni el Tesoro de los Estados Unidos le faciliten los 14 o 15  mil millones de dólares que necesita para alinear los tipos de cambio y seguir mintiendo que es económicamente exitoso. Qué ofrece a cambio no lo sabemos pero podemos intuirlo luego de que metiera a los ingenieros del ejército yanqui a controlar el flujo de mercaderías a través del Paraná (cagándose olímpicamente en quienes dieron sus vidas en la Vuelta de obligado y Punta Quebracho), le prometió al embajador Marc Stanley y a la generala Laura Richardson que la base naval en construcción en Usuahia, sería compartida con la US Navy y paralizara tanto la construcción de una base naval con financiamiento chino en Río Grande, como las dos grandes represas hidroeléctricas en Santa Cruz, también con financiamiento chino, lo que no hace falta ser adivino para predecir que culminará con onerosísimas condenas a la Argentina por no respetar los compromisos firmados.

Lo evidente es que la CIA apoya las iniciativas de Milei y compañía por dinamitar toda perspectiva de unidad suramericana y latinoamericana y toda relación con China y con el pujante bloque económico de los Brics+10, es decir para consolidar a nuestro país como meramente agroexportador, proveedor de recursos naturales como el litio, cobre,  tierras raras, agua potable, pesca, gas y soja y un mero apéndice político de Washington y su aliado genocida en el Cercano Oriente, Israel.

Todo esto está narrado con mucha claridad  por Roman Lejtman, un periodista que gracias a su flexibilidad (que algunos creemos genuflexa) tiene muy buenas fuentes tanto en los Estados Unidos como en Israel y en el gobierno de Milei, que sirve a aquellos con diligencia con la esperanza de que, esata vez si, ser correspondido.

Lejtman señala con agudeza que el actual director de la CIA, William Burns, «es el funcionario más influyente del gobierno de Biden» y que abogará ante los oídos del anciano presidente por  remontar las negativas del FMI y el Tesoro a darle siquiera una tercera parte de lo requerido, y que lo hará por razones geopolíticas, ya que el gobierno de Milei atenta directamente contra el Mercosur, la posibilidad de revivir la Unasur, la Celac y el Alba, entre otras iniciativas que plantean tanto el alejamiento del área del dólar, como tener relaciones comerciales  con una arrolladora China que se ha convertido en la principal fábrica del planeta.

Si quieren profundizar y comprobar hasta que punto Argentina en manos de Milei se ha convertido en un apéndice de la CIA en momentos en que puede estallar una conflagración planetaria, tras el abandono de toda pretensión de soberanía, de la tradición nacional de neutralidad y respeto a los asuntos internos de las demás naciones, escuchen al equipo de Roberto Navarro , especialmente, al principio, a Nicolás Lantos.

Como dato curioso, el llegar al minuto 10:34, Adrian Murano iba a contar –seguramente contó– un negociado de la Fuerza Aérea, y ese parlamento fue cortado en la versión de streaming, lo que me lleva a pensar que quizá, en este contexto, donde quizá la CIA esté monitoreando directamente nuestras comunicaciones aprovechando que el jefe de Gabinete Nicolás Posse y su ladero Sívori controlan la AFI y compiten denodadamente con la ministra Bullshit en ver quien les chupa más las medias a Burns, esté cundiendo el miedo al que ya se refirió Mirtha Legrand, y los colegas de El Destape se hayan curado en salud.

Los dejo con Lejtman:

La batalla silenciosa que Caputo y Posse libraron en Washington para obtener del FMI un desembolso de 15.000 millones de dólares

(De izquierda a derecha) Pablo Quirno, Santiago Bausili, Luis Caputo, Gita Gopinath, Nicolás Posse y Vladimir Werning durante la reunión que tuvieron con la subdirectora gerente del FMI en Washington
De izquierda a derecha: Pablo Quirno, Santiago Bausili, Luis Caputo, Gita Gopinath, Nicolás Posse y Vladimir Werning durante la reunión que tuvieron con la subdirectora gerente del FMI en Washington

El ministro de Economía y el jefe de Gabinete recorrieron los principales despachos de la administración Biden para lograr un fuerte respaldo político que le permita al Gobierno deshacer la resistencia que aún ofrece la directora gerente Georgieva y su staff para conceder los fondos extraordinarios

 

(Desde Washington, Estados Unidos) Luis Caputo y Nicolas Posse fatigaron los principales despachos de la administración de Joseph Biden para lograr que Kristalina Georgieva y su staff del Fondo Monetario Internacional (FMI) conceda a la Argentina un desembolso extraordinario de 15.000 millones de dólares destinados a fortalecer las reservas del Banco Central con el objetivo final de abrir el cepo y unificar el mercado de cambios.

Caputo y Posse son un tándem y juegan de memoria. Cada uno protagoniza su papel institucional: el ministro de Economía explica los fundamentos del programa de ajuste, y el jefe de Gabinete explicita la voluntad de Javier Milei para avanzar en una reforma del Estado que es inédita en cuarenta años de democracia.

Gita Gopinath, subdirectora gerente del FMI, recibió a Posse y Caputo en una oficina cercana a su despacho en el Head Quarters Uno (HQ1) del Fondo. Junto a Gopinath estaban Rodrigo Valdés y Luis Cubeddu, director y subdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo, mientras que al otro lado de la mesa se ubicaron el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, el vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, y el representante argentino ante el FMI, Leonardo Madcur.

El conclave fue distentido, pero Gopinath y el staff fueron reluctantes al planteo combinado de Caputo y Posse. La subdirectora reconoció que las metas para la octava revisión -emisión, déficit fiscal y reservas- estaban cumplidas y que el programa económico fue más allá de sus expectativas.

Sin embargo, Gopinath -que siempre refleja la perspectiva de Georgieva- postergó para junio una definición sobre el desembolso extra que solicita la Argentina para fortalecer reservas y enterrar el cepo. A Caputo y Posse no le quedó otra alternativa que sonreír para la tribuna, frente a una posición de la subgerente del FMI que les resulta contradictora con los números del plan de ajuste.

Kristalina Georgieva se pone los auriculares para escuchar la pregunta de un periodista que hablaba árabe durante las Sesiones de Primavera del FMI Kristalina Georgieva se pone los auriculares para escuchar la pregunta de un periodista que hablaba árabe durante las Sesiones de Primavera del FMI

“Mire a la Argentina, un país que ha sido durante mucho tiempo percibido como un rezagado desde el punto de vista de las reformas, ahora se está moviendo muy rápidamente hacia el endurecimiento del gasto fiscal, conseguir la capacidad de la inversión privada para encontrar un mejor rendimiento. La inflación en Argentina está bajando un poco más rápido de lo que esperábamos inicialmente”, consideró Georgieva durante una conferencia de prensa que ofreció a los periodistas que cubren las Sesiones de Primavera del FMI.

Las declaraciones de la directora-gerente del Fondo ocurrieron cuando Gopinath ponía su peor cara frente a los argumentos de Caputo y Posse. Por eso, el ministro de Economía y el jefe de Gabinete se fueron un tanto irritados del conclave con la subdirectora cuando su jefa directa -Georgieva- sostiene en público que el programa fluye desde su concepción de ajuste del Estado, licuadora y motosierra.

Después del cónclave con Gopinath, Caputo y Posse fueron hasta la Secretaría del Tesoro que maneja la representación de Estados Unidos en el board del FMI. Allí se reunieron con Jay Shambaugh, subsecretario de Asuntos Internacionales, un técnico demócrata con perspectiva de halcón que se alinea con Janet Yellen, secretaria del Tesoro y principal asesora económica de Joseph Biden.

Shambaugh calificó de “impresionante” la reducción de la inflación y la acumulación de reservas, y solicitó que el programa de ajuste continúe con “los esfuerzos” para proteger a los sectores más débiles de la sociedad, en referencia directa a los jubilados, los desempleados y los pobres e indigentes.

El ministro de Economía y el jefe de Gabinete replicaron que la administración Milei asume los costos sociales del plan de ajuste y avanzaron con su objetivo de lograr que el FMI conceda a la Argentina un desembolso de 15.000 millones de dólares para apuntalar las reservas y unificar el tipo de cambio.

Shambaugh entendió las razones presentadas por Posse y Caputo, y se comprometió a plantear el Caso Argentino a la secretaria Yellen. Nada más.

Posse, Caputo y Shambaugh durante la reunión en el Departamento del TesoroPosse, Caputo y Shambaugh durante la reunión en el Departamento del Tesoro

La frialdad en el FMI y la Secretaría del Tesoro contrastó con un clima más confortable en el Consejo de Seguridad Nacional de Biden y en la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que Posse y Caputo visitaron en pos de menguar la resistencia del Fondo respecto al desembolso extra.

En el Ala Oeste de la Casa Blanca, el jefe de Gabinete y el titular del Palacio de Hacienda dialogaron con Daniel Erikson, consejero de Biden en asuntos de América Latina. Erikson conoce la situación económica de la Argentina y por su posición institucional entendió sin dificultades la premura que tiene la administración Milei para obtener los 15.000 millones de dólares que pidió al FMI.

A diferencia de resortes de poder como el FMI y la Secretaría del Tesoro, que se mueven entre líneas rojas trazadas por índices fríos y datos estadísticos, en el Consejo de Seguridad Nacional se hacen cálculos políticos y se definen estrategias geopolíticas vinculadas a los intereses globales de Estados Unidos.

Desde esta perspectiva, si para la Casa Blanca el proyecto de Milei lo coloca como aliado regional, es indispensable que la economía fluya para evitar que una azarosa situación social se engulla al proyecto de la Libertad Avanza.

Argentina defiende in totum la agenda de Estados Unidos en América Latina, enfrentando la diplomacia de Brasil, México, Colombia y a los regímenes autoritarios de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Y esta defensa y sintonía, argumentaron Posse y Caputo ante Erikson, necesita que el programa de ajuste acelere sin mayores contratiempos.

Nicolás Posse, William Burns y Luis Caputo se reunieron en los cuarteles generales de la CIA en Langley Nicolás Posse, William Burns y Luis Caputo se reunieron en los cuarteles generales de la CIA en Langley

Tras la reunión con Erikson, Posse y Caputo cruzaron el río Potomac desde Washington y llegaron a Langley para encontrarse con William Burns, director de la Agencia Central de Inteligencia. Burns es el funcionario más influyente del gobierno de Biden, y su opinión pesa al momento de la toma de decisiones del Presidente de los Estados Unidos.

Posse ya conocía Burns -lo vio en DC y en Buenos Aires-, mientras que para Caputo era la primera vez que entraba al mundo de los espías, el humo y los espejos. El director de la CIA escuchó con atención los planteos de Posse y las explicaciones técnicas de Caputo, y se comprometió a llevar el asunto hasta el Salón Oval.

El jefe del Gabinete y el ministro de Economía aprovecharon las Sesiones de Primavera del FMI para empujar un objetivo que es muy importante para el plan de ajuste. Se llevaron la reluctancia del FMI, la aparente tibieza de la Secretaría del Tesoro y la voluntad política del Consejo de Seguridad Nacional y la CIA.

Durante la cumbre del G7 en junio, Milei y Biden se encontrarán bajo el sol italiano. Es allí, o nunca.

 

 


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