GEOINGENIERÍA: La manipulación del clima global proyectada por el Norte que perjudicará al Sur
El Atlántico Sur frente a Argentina es el destino preferido por la geoingeniería oceánica
En las últimas décadas, las corporaciones vinculadas a la producción de combustibles fósiles se han enfrentado a la conciencia mundial de que es necesario reducir el consumo de los mismos para frenar el calentamiento global que está provocando el cambio climático. Como reacción, estas multinacionales, a la vez que financian campañas de negacionismo del calentamiento global, invierten en propuestas técnicas -que se ha dado en llamar «geoingeniería»- que consisten en la manipulación oceánica, terrestre o atmosférica, para «remediar» el cambio climático. Y, por supuesto, poder perpetuar el sistema que nos ha conducido a tener un planeta a punto de ser inhabitable. Los «geoingenieros» -equipos de informáticos, matemáticos y físicos, de instituciones privadas y públicas del Norte- denominan a estas intervenciones con nombres aparentemente inofensivos como «Gestión de la radiación solar» (SRM), «Eliminación de dióxido de carbono» (CDR), o «Fertilización marina». Pero si estas intervenciones se desarrollan a gran escala -lo cual es necesario para que sean realmente efectivas- tendrán efectos desestabilizadores en los patrones climáticos y los ecosistemas en todo el mundo, principalmente en los trópicos y en el hemisferio Sur. Sus propios diseñadores admiten que «habrá necesariamente perdedores y ganadores», y los perdedores serán los países que no puedan decidir, casi todos en el Sur Global. Un Sur, que por otra parte, no ha causado el cambio climático. El cambio climático ha sido producido principalmente por 10 países, de los cuales EEUU ha sido históricamente el líder en emisiones de gases de efecto invernadero. EEUU, con el 4 % de la población mundial, consume actualmente alrededor del 25% de la energía global, casi diez veces más que China si comparamos las emisiones per cápita.
El océano austral es el preferido de la geoingeniería marina porque el océano Antártico hace de enlace entre la atmósfera y las profundidades marinas, según los investigadores. Seguramente muy pocas personas habrán oído nombres como IRONEX (1989, Antártida), SOIREE (1999, Frente Polar Antártico, frente a la costa argentina) o LOHAFEX. Son proyectos de geoingeniería oceánica que buscan hacer proliferar la población de algas, mediante el vertido de toneladas de hierro a los océanos, para que capten el dióxido de carbono de la atmósfera. Ha habido 6 proyectos LOHAFEX desde 1993.
En enero de 2009, el buque Polarstern del instituto Alfred Wegener de Alemania zarpó del puerto de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) hacia el mar de Scotia, entre la península Antártica y la Argentina trasladando a un equipo de 48 técnicos de Alemania, Italia, España, Francia, Gran Bretaña, India y Chile. Lanzó 6 toneladas de sulfato ferroso en un área de 300 km2. La expedición terminó en Punta Arenas (Chile), el 17 de marzo de 2009. Al parecer nadie «se acordó» de consultar con los argentinos, siendo que dicha intervención les afecta directamente. Sin embargo, en 2007, España (que luego participó en la expedición alemana) defendió sus intereses, al expulsar a un buque de una empresa estadounidense que pretendía llevar a cabo una Fertilización oceánica en aguas cercanas a las Islas Canarias. Ese mismo año, Filipinas detuvo el lanzamiento entre las islas del Mar de Sulu de 500 toneladas de urea que hubiera destruido la biodiversidad y la pesca que da trabajo a 10.000 personas.
El LOHAFEX buscaba provocar un crecimiento masivo de plancton «que pudiera percibirse desde el espacio exterior». Las algas captan carbono, pero también consumen otros nutrientes y crean falta de oxígeno en otras capas del océano, perjudicando a toda la cadena de vida marina y alterando la biodiversidad. Además, el vertido de hierro puede cambiar la composición de los océanos, generando zonas muertas. MM
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