GUILLERMO SEITA. Del serrucho ascensional al insulto de Macri
Una anécdota con Guillermo «El Gallego» Seita, de 1972. No recuerdo haberlo visto mas desde entonces. El había comenzado a militar en la Juventud Secundaria Peronista (JSP), vinculada a Guardia de Hierro, pero se vinculó con compañeros del Movimiento de Acción Secundario a su vez vinculados a la organización Descamisados, que por entonces estaba en proceso de integrarse a Montoneros. Desconozco si llegó a entrar a Montoneros, creo que no, que se volvió a Guardia de Hierro.
La anécdota es de antes de que emprendiera ese regreso, cuando encabezaba una Unidad Básica de lo que comenzaba a ser conocido como «la tendencia revolucionaria del peronismo». Fui a visitar esa UB con otros compañeros, y él me recibió sonriente con un serrucho en la mano, y diciéndome frente a ellos que me lo regalaba; que con él (serruchándole el piso a otros) pelecharía y llegaría muy lejos en el peronismo.
Como si me reprochara un supuesto arribismo. ¡Que profecía! De la boca de quien se revelaría como un eximio alpinista. Como aparentaba ser una broma, no me llevé el serrucho: se lo quedo él. Y parece haberlo utilizado a troche y moche.
En el exilio, me enteré de sus vínculos con la Curia y la derecha peronista, y años después con Menem, Cavallo y Schiaretti, así como que la patota de Yabrán le había incendiado el chalet que tenía en Pinamar hasta reducirlo a cenizas.
Supe después de algunos de sus múltiples negocios y en los últimos tiempos vuelto a tener noticias por diarios y revistas, por ejemplo aquí y antes aquí.
Aunque su abandono de los ideales de juventud no fue tan resonante como los de Patricia Bullrich, Ricardo Roa y otros renegados, ésta es la primera vez que escucho un elogio a su persona. Porque mira tú que Mugricio te trate de «mugriento»… es una medalla, una cucarda, una condecoración.