Horacio González: «Vale la pena discutir con Beatriz Sarlo»
Comentario: Éste, de Alberto Sladogna, no entró por su extensión abajo. Así que lo transcribo acá:
Estoy de acuerdo con la propuesta de Horacio González. ¿En qué punto?
a.-Los escritos de Beatriz Sarlo son para un sector de la población, no están escritos para «todo el pueblo» (¿Vaya a saber que se quiere hoy decir con el término «pueblo»?), lo leen quienes acceden a «La Nación»; digamos, es leída por un sector de medio pelo, sector social al cual pertenzco y soy orgulloso de serlo -no de sarlo.
b.- Esos escritos tocan temas delicados, en efecto, ella lo hace, los remarca, quizás provoca, lo que si es claro que ella, a pesar de lo que ella piense y diga, puso en debate cuestiones importantes:
c.- Tomemos nota de un hecho, que el 53,4% en una porción,grande o pequeña, es también resultado de la campaña negativa de los medios hegemónicos: el odio de Clarín y La Nación contra Cristina hicieron que ellos no le perdieran pisada, eso es propaganda negativa gratuita;
Las metas delicadas en juego, a estudiar y debatir:
1.- La fuerza del dolor, la fuerza del duelo, la fuerza del «tomuer» (Barcelona, dixit). En la Argentina vivimos esa situación de la fuerza y de la palabra silenciada/censurada/excluida y a la vez presente de treinta mil almas en pena que deambulan buscando la paz y que insuflan una fuerza que suele aparecer con mucha expresión entre los jovénes. A eso se le suma, en efecto, la fuerza que surge del duelo ante la muerte de Néstor Kirchner. Es hora de que estudiemos, analicemos esa fuerza, no veo ningún motivo para no hacerlo ni mucho menos sólo dejárselo a Beatriz Sarlo y a su pareja, la barbarie civilizada de la Sra. Carrió.
Es bueno estudiar un hecho: los muertos no mienten y hablan, la cuestión es ver cómo lo hacen y cómo transmiten lo que transmiten, eso es lo que Beatriz Sarlo rechaza, incluso a eso le tienen miedo muchos sectores conservadores de nuestra sociedad. ¿Por qué causa? Esas palabras verdaderas de los muertos ponen en tela de juicio la idea atroz de la «eficacia» de la represión de la dictadura; Néstor fue sensible a ese tema.
2.- Tenemos una presidenta que hace su duelo, el de ella de una forma que enfrenta la teología Cristocéntrica de los dos cuerpos del Rey. ¿De qué se trata? La «base» teológica de las posiciones de Carrió, de Beatriz Sarlo y varios más -incluidos algunos psicoanalistas-; esa teoría «exige» mantener una posición Cristo céntrica: separar al Sr. Jesús del hijo de Dios, Jesuscristo; el primero es un humano común y corriente; el segundo está ungido «por la gracia de la Dignidad divina», se trata de mantener «pura»; «neutra» la función presidencial no tocarla con el barro del dolor cotidiano; Cristina ante su duelo y con su duelo, transita otro camino muy alejado de esa teología.
Es un tema a estudiar y desplegar, entre otras cosas por el hecho de que el 53,4% acepta esa práctica –digo, el camino transitado por Cristina-, es decir, lo hacen y no saben cómo lo hacen, ahí puede ocupar un lugar el estudio. Al mismo tiempo lo hacen y tienen que «guardar» las apariencias de que ellos no «son así», a ese objeto apuntan Sarlo y Carrió. Ellas son reaccionarias, de derecha, pero no son tontas, saben a qué apuntan y a dónde apuntar.
c.- La forma en que Cristina hace frente a su duelo y hace cosas con ese duelo contiene una subversión al dejar de lado la «separación» que ha instalado ante la muerte el actual capitalismo de la barbarie civilizada: duelo breve, privado de público y la «urgencia» de «pasar a otra cosa -modelo mediático de tratar la muerte de un ser querido: rapido pasar a otra noticia.
Hace tiempo que se ha dejado de lado el luto de largo tiempo, en mi época -nací en el 1946- era «común»: la mujer guardaba luto, si era joven una mujer, por lo menos durante un año; el hombre llevaba un cintillo en el brazo o camisa, o saco o corbata negra durante el mismo tiempo: Los ritos fúnebres eran de una semana y con cuerpo presente, la participación más importante era la presencia de los amigos y de los vecinos. Bien la modernidad clausuró todo eso, basta pensar el pasaje del horno crematorio de los campos de concentración a las compañias fúnebres, este es el duelo de los «Funeral Homes» americanos, eso es lo que propone, entre líneas, Beatriz Sarlo, a eso considero que podemos ponerlo en debate. ¿Estámos dispuestos a hacerlo?