LA POLÍTICA DEL GOBIERNO HACIA LOS TRABAJADORES AGREMIADOS: Bajarles la cresta
La reapertura de Cresta Roja con muchos menos trabajadores y precarizados no aparece explícitamente pero sobrevuela la nota publicada hoy en Página 12 por Horacio González. Que habla de las extorsiones en ejecución y la necesidad de resistirlas. Por suerte, el resonante triunfo de los bancarios muestra un camino muy distinto al de la atemorizada sumisión. JS
La forma de la extorsión
Por Horacio González *
La extorsión es insidiosa, intrusa y usurpadora. Nunca sabemos bien si una acción política o un acontecimiento cualquiera, o banal, son producto de decisiones libres o de una extorsión. Si tuviéramos que definir de alguna manera lo que los viejos estudiosos de la sociedad llamaron “acción social”, hoy diríamos que no tuvieron en cuenta la acción extorsiva, la acción que se supone libre pero se ejerce omitiéndola (u omitiéndose como acción). Prescindiendo de ella en “pago” de algo valioso que se dejaría de ofrecer si esa misma acción se acomete. Entonces, la acción cesa en nombre de ese otro valor que se conseguiría si ella se descarta. La omisión extorsiva es el sello de esta época y el modo más profundo de la actuación y la ideología del macrismo. Cuando sale una ley que pone fin a los despidos, Macri dice que es precisamente esa ley la que va a provocar nuevos despidos. Es así que para el macrismo (o como en el futuro la historia denomine a esta coalición reinante, atrabiliaria y tosca), tratar de impedir un acontecimiento infeliz, es la forma de provocarlo. En ese consiste el chantaje, la intimidación.
Por eso, la nueva sociedad macrista nos dice que para lograr algo, no hay que ser activo, ni expresarse en el idioma de las clásicas garantías sociales, ni hay que ser un ciudadano sindicalizado “a la antigua manera”. Es decir, siendo vocero enunciativo de los problemas que cada sujeto identifica en sus derechos mutilados. El macrismo no dice que goza con las mutilaciones, sino que puede resolverlas a condición de que el sujeto no las exprese, no las comente o las verbalice. La expropiación verbal pude entonces, una vez cumplida, ser “recompensada” con la adjudicación del “derecho”, que ya no tendrá ese nombre. Se llamará disciplinamiento sindical, dádiva concesiva y borramiento de la conciencia reivindicativa. Los ciudadanos serán silenciosos mutilados.
La inversión del significado que opera el macrismo es una novedad de las derechas latinoamericanas. Desmontan el habla pertinente y conceden algo bajo cuerda, en forma parcial, limitada y demagógica. Obligan a la negociación sigilosa, la mesa de negociaciones se torna talmúdica, y cada logro obtenido (que por supuesto, es bienvenido desde el punto de vista de cada trabajador) usurpa una lonja de autoconciencia. Claro que eso finalmente no es así, los trabajadores tienden a formar comunidades actuantes, pero deben triunfar también sobre lo que los atomiza y acalla. Cada hombre o mujer “perdonados laboralmente”, deben luego retomar el vía crucis de su vitalismo creativo en inferioridad de condiciones. Es un problema ético de envergadura, que mal elaborado puede derruir las bases que aún subsisten de la fuerza moral e intelectual del gremialismo argentino.
Hace poco Macri también esbozó otra perla viva del diccionario de su “mundo al revés”. Dijo que despidiéndolos, les hacía un bien a los despedidos, que luego conseguirían un “trabajo de calidad”. Este pensamiento es nuevo en la vida política de un país, aunque no es nuevo en las arcaicas acciones correccionales o inquisitoriales: el celador, el autor de la reprimenda paternalista o el que dio una orden arbitraria, hace sabe que con el tiempo “se lo agradecerán”. El amor al autor de un castigo es un fenómeno complejo, que puede explicarse en las nieblas de las figuras problemáticas de los ideales de identidad que todos atravesamos, pero que no puede ser el basamento de un pensamiento político o gremial. La fenomenología macrista llama “coaching” e incluso “pluralismo” a estas deformaciones del espíritu: su trasfondo no es economicista (o no lo es solamente) sino que apunta a una tipología específica de sumisión moral. El tema tiene que entrar con urgencia en la meditación y actividad sindical de los trabajadores argentinos, públicos o privados, despedidos o no despedidos.
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“Lloraba porque la amenazaba Morales”
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-297936-2016-04-27.html
LIBERTAD A MILAGRO SALA YA !!!