Las maniobras del grupo Clarín en La Pampa

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Antes el silencio, ahora la mentira

Editorial del diario La Arena, de La Pampa

En una tarea tan silenciosa como efectiva, el grupo Clarin logró monopolizar hace años el servicio de cable en Santa Rosa. Los dos cables locales que prestaban el servicio cedieron primero a la presión de grupos intermediarios y luego a la irrefrenable presión del dueño del fútbol. En esos años, el looby del grupo más poderoso de la Argentina lograba desbaratar una a una las iniciativas legislativas para modificar el articulo 45 de la ley de radiodifusión que no permitía a nuestra Cooperativa prestar el servicio de cable. Siempre en silencio, como actúan las mafias o como actúan los que se saben más allá de todo poder, aún el del propio Estado. Pero las cosas cambiaron cuando la AFA rompió el contrato con el fútbol y cuando el gobierno nacional decidió finalmente terminar con esa vergüenza que era la ley de radiodifusión que había sido sancionada por la dictadura. 
Lamentablemente para decenas, si no centenares de pequeñas empresas de cable del interior del país, la primera de las decisiones llegó demasiado tarde. Ya habían vendido sus activos al monopolio porque sabían que si no lo hacían la competencia con el dueño de los derechos televisivos de la pasión nacional los hubiera llevado a la bancarrota.
En cambio la ley de medios llegó para reparar el daño causado al sistema de medios de telecomunicaciones de la democracia que había sido copado por Clarin y sus tentáculos. Llegó para diversificar y aumentar los actores que habían sido desaparecidos por el grupo Clarin en su avance monopólico.
Aquí, en Santa Rosa, el grupo sabía que no bien esa ley se sancionara la Cooperativa brindaría el servicio. Por eso apuró los tiempos y puso toda la carne en el asador: cableó la ciudad con fibra óptica para ofrecer a los santarroseños lo que nunca antes había hecho: tecnología y un precio supuestamente más bajo. Pero en el apuro, se olvidó que sus licencias en la ciudad no estaban en regla, porque entre tantos tratos y contratos esas licencias quedaron a nombre de personas jurídicas que ya no operan en la ciudad, o no existen. Por eso la municipalidad, que le había autorizado en forma precaria a cablear la ciudad, cuando el monopolio no pudo mostrar su licencia, le prohibió que lo siguiera haciendo.
La historia es conocida, la soberbia del grupo y el desprecio por los representantes del pueblo santarroseño los llevó a desobedecer y seguir cableando ilegalmente la ciudad. La cuestión está ahora en el Superior Tribunal y ha puesto nerviosos a los dueños del monopolio y a sus representantes locales que han perdido la calma y, luego de años de silencio salieron a mentir en solicitadas pagadas en los medios que accedieron a prestarse a su maniobra.
En el último año largo, este diario y otros periodistas igualmente interesados en saber por qué sin tener licencia siguieron cableando la ciudad, han intentado hablar con alguien de Cablevisión o del Grupo Clarín para que explicara la actitud de rebeldía que ostentaban con el cableado. Nunca atendieron a los periodistas. Nunca nadie de la empresa se comunicó luego de cada intento para dar, al menos, una excusa. Su soberbia y su confianza de que con el poder y el dinero abrirían todas las puertas, derribarían todas las prohibiciones, comprarían todas las conciencias, los mantuvo al margen del debate.
Ahora pretenden sentirse censurados porque este diario no les publicó un editorial contra la CPE y la municipalidad y mienten diciendo que nunca se los consultó. La Arena no publica editoriales de quienes vienen a la ciudad a insultar a sus vecinos atacando a la CPE en su papel de defensora del interés común. NI ahora ni hace 77 años cuando la Sudam pretendía borrar a la CPE y seguir prestando el servicio de electricidad.
Cablevisión sabe que no necesita pagar en La Arena si quiere debatir sobre el tema. Solo tiene que convocar a conferencia de prensa o citar a los periodistas de La Arena a un reportaje y responder las preguntas que desde hace años se hacen los santarroseños y no encuentran siquiera a quien dirigirlas.
El papel de víctimas conque se presenta ahora el monopolio y el tono plañidero de sus lamentaciones no engañan a nadie, ni se condice con su pasado de verdugos de empresas, de abusadores de su posición dominante, de soberbios encumbrados como dueños del poder en la Argentina.
En Santa Rosa decimos, «chi toca muore» cuando un ataque a la CPE intenta privar de su fuerza a los vecinos, cuando pretenden destruirla para medrar con sus despojos. Ningún santarroseño bien nacido se prestará a su juego de precios engañosos y espejos digitales de colores. El monopolio lo está sabiendo, por eso está nervioso y ha roto su propio silencio con mentiras.
                                                                     

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