La revista que cubrió el conflicto y la ruptura de Perón con los Montoneros

POR FERNANDO FERREIRA

Las cosas siempre pueden empeorar. Dicen que esa es la tradición de los vencidos. Aquellas vidas retumbaban  como una baterìa naval en una vitrina. Estaban dominadas más por los hechos que por los dogmas. Quiza el pecado que desembocó en tragedia haya sido la ingenuidad. Una candidez provocadora: Verdad es lo que es útil; mentira, lo que es nocivo. Así de simple.

Este fue un país donde hasta llorar era un crimen. Un país donde los vencedores mataban y los vencidos morían. También fue un país tenue en su fervorosa  y corajuda clandestinidad. País de memoria frágil y mezquina. De grandes hombres y mujeres olvidados. De inmensa felicidad partida. De todas las categorías de personajes que podemos encontrar en la literatura, los más ricos son los supervivientes. En ese lugar se ubica Ricardo Grassi, autor de “El Descamisado, periodismo sin aliento”. Original y profundo, Grassi propone desde la crónica periodística un viaje por las entrañas  de una generación aluvional. Aquella de  gente normal arrastrada por una realidad extraordinaria. Grassi tiene una prosa insurrecta.  Narra sin dejo de nostalgia piadosa, la impronta de aquellos adolescentes comprometidos a ultranza con los humildes, con los desamparados, sin menoscabo de sus ideas redentoras.  En  El Descamisado se hallan los motivos, las tensiones, los testimonios y un detallado retrato de la densa complejidad de aquellos años que demolieron a la Argentina, narrados con un tono de crónica periodística que por momentos cobra una espesura algo agobiante y en otros, sin forzar la información, aliento novelístico. Pasan por sus páginas  el entrañable Sordo Daniel Iglesias, Dardo Cabo, Enrique Jarito Walker, Juan José Yaya Ascone, Pepe Eliaschev, Ricardo Roa (sí, el mismo) y Héctor Oesterheld, entre muchos otros. Tres veces clausurada, catorce de sus cuarenta integrantes fueron asesinados por la dictadura. El Descamisado es ya un hito ineludible para reconstruir la crónica de una epopeya. Desde mayo de 1973 hasta su cierre definitivo en septiembre de 1974, definió un estilo diferente en el periodismo argentino. La diagramación, las fotos y los textos tenían que ver con aquella manera de vivir a Todo o Nada. Sincera y desesperada. Lo que los inquisidores siguen sin aprender es que el hombre más vencido, quebrado y enfermo, siempre tiene un momento de victoria. Tributo para aquellos que construyeron un pedazo de historia y hoy son memoria. A pesar de los pesares.