Patricia Walsh: «En Derechos Humanos le creo al Gobierno»
Entrevista publicada el 28/11/2011 en www.marcha.org.ar
Por Sebastian Tafuro / Marcha
“Cuando uno conoce la lucha por los derechos humanos en otros lugares, Argentina es un país ejemplar, un país pionero”, comentó Patricia Walsh al ser entrevistada por Marcha.
Promediaba la charla en un café de Plaza Italia y, mientras afuera llovía incesantemente, a Patricia Walsh le salió de forma natural una frase que la pinta de cuerpo entero. Admitió tener una gran pasión por legislar y, en consecuencia, lamentó el resultado de la última elección que la dejara afuera del Congreso de la Nación. No es para menos. Allí le puso la firma al proyecto que marcó un antes y un después en el mundo de los derechos humanos: la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Sin esa piedra fundamental, el puntapié inicial de esta entrevista no existiría. Y los genocidas no irían presos.
-¿Cuáles fueron tus primeras sensaciones tras el fallo del Tribunal Oral Federal N° 5 en la megacausa ESMA?
-La primera reflexión tiene que ver con cómo se hace justicia en este país. En la Argentina se hace justicia de un modo complicado de elogiar. Sin embargo, yo lo voy a elogiar porque creo que es el resultado de nuestra lucha. Y fue una jornada histórica.
Hay que saber reconocerlo, sobre todo si uno lo compara con lo que fueron las dictaduras latinoamericanas, los tiempos de la construcción de impunidad o de la administración de justicia en países como Chile, Uruguay, Brasil o Paraguay. Cuando uno conoce la lucha por los derechos humanos en esos lugares, Argentina es un país ejemplar, un país pionero. En ese sentido, podemos sonreír y hasta celebrar.
-¿Y respecto de qué cosas no podemos sonreír ni celebrar?
-Respecto del desafío que nos propone mi padre en la Carta Abierta a la Junta Militar. Para Rodolfo Walsh, en esa carta de marzo de 1977, una desocupación del 9% es una atroz violación de los derechos humanos. La política económica genocida no sólo la instrumenta una dictadura militar. Las democracias de baja intensidad también hacen lo suyo.
-¿Le creés al Gobierno nacional cuando se plantea de algún modo como “defensor de los derechos humanos”?
-La verdad es que les creo. Tengo que decirte en qué les creo. Néstor y Cristina reescribieron su historia adhiriendo a ejemplos que sintieron mejores que los propios. Cuando dicen “somos hijos de estas Madres” se ponen en el lugar de nuestra generación, de una generación que luchaba. Yo he decidido elogiar esta idea de ser mejor. Si en tren de construir un relato impostor yo me transformara en alguien peor, eso sería verdaderamente reprochable.
-¿Cuáles son las cuentas pendientes en la lucha por desterrar la impunidad de aquellos tiempos?
-Yo estoy denunciando que hay un lugar que tiene una gran extensión, que es el campo de deportes de la ESMA (pero no el que queda sobre la Avenida Libertador sino el que está entra la Avenida Cantilo, paralela a la Lugones, y la costa del Río de la Plata), donde se cremaban los cuerpos de los detenidos desaparecidos que tenían que desaparecer cuando no era miércoles, el día de los vuelos de la muerte, de los traslados.
En testimonios de sobrevivientes o en relatos anónimos de colimbas (conscriptos) que cumplían ahí con el Servicio Militar Obligatorio, aparece lo que se llamaba “el asadito”. Pedían cubiertas desgastadas y en desuso del sector automotores de la ESMA, llevaban combustibles y allí quemaban las cubiertas y los cadáveres. Y ese lugar es más extenso que el Espacio de la Memoria y tiene un enorme valor económico para la ciudad de Buenos Aires, pero como es jurisdicción nacional sigue en manos de la Armada, que hace de cuenta que allí no pasó nada y sigue organizando competencias deportivas en ese predio. Están jugando al fútbol en el Auschwitz argentino, ubicado en plena ciudad de Buenos Aires.
-Hace años que venís militando por los derechos de las mujeres, ¿qué análisis te merecen las ideas y vueltas en torno a la ley de despenalización del aborto?
-Yo estoy en esta lucha porque los abortos se hacen igual. Tenemos una cantidad muy alta de abortos y las más afectadas son las mujeres jóvenes y pobres. En los países que tienen legislación, la cantidad de abortos baja. Cuando alguien te dice “bueno, esperemos al año que viene”, vos decís “qué miserables que son”, porque cada día que pasa acá se están muriendo las mujeres más jóvenes y más pobres.
Unos meses atrás tuviste una polémica cuando le dieron a Hebe de Bonafini el premio Rodolfo Walsh en la Universidad de La Plata. ¿Qué fue lo que en ese momento, siendo la hija de Rodolfo, te interpeló para que criticaras la decisión de otorgarle esa distinción a Hebe en un momento tan controvertido para ella?
Mi polémica fue con Florencia Saintout, la decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata. Yo viví y estudié en esa ciudad y allí comenzó mi propia militancia, en los años 70. Y a esa misma Facultad fui varias veces invitada por los estudiantes y alguna vez por las autoridades. Pasó el tiempo y evidentemente hubo cambios que no conozco, pero a partir de un momento dejaron de invitarme sin que mediara ningún problema.
En su momento Florencia Saintout comunicó que le daban el premio a Chávez y a Evo Morales. Yo me enteré de esas decisiones a través de los medios. Pero también, cuando fui diputada nacional, fui parlamentaria amiga de Bolivia y de la República Bolivariana de Venezuela. Mis hijos me preguntaban si nos habían invitado a esas ceremonias con Evo y con Chávez. Rodolfo Walsh tiene una familia, pero nos ninguneaban mal. Como además no soy una persona desconocida y le dedico mi vida a la política, pensé que podía esperar un mensaje… Pero no sucedió y yo igual me mantuve en silencio. Allí hay una primera torpeza de la decana, que no es de ahora.
Pero cuando deciden darle el premio Rodolfo Walsh a Hebe, hacía diez o quince días que se había destapado una cosa horrible. Digo destapado porque no es que antes no estaba… los que somos militantes por los derechos humanos algún indicio teníamos. Pero, más allá de eso, el problema fue con la decana. Quise hablar con ella y decidió no atenderme. Y esto fue antes de cualquier declaración mía a la prensa. Fue después de que no me atendiera el teléfono que yo opiné, libremente, porque sentí que debía hacerlo. Ya que da un premio con su nombre, la decana debería revisar su capacidad para comunicarse al menos con la familia de Rodolfo Walsh. Y sería bueno que pudiera revisar lo que hizo. Dijo, en el acto de entrega del premio, que vi por internet, que yo soy la herencia sanguínea peor que no hay que confundirla con la herencia política. Habla como una escribana que puede determinar quién y cómo hereda, mientras pretende una parte de esa herencia.
Como periodista, ¿cuál es tu visión sobre Twitter, donde tenés un usuario y te mostrás muy activa?
El Twitter es una herramienta excelente. A mi viejo le hubiera encantado. Una forma de hacer periodismo de recurso cero y con un modelo contrario al del multimedio, al medio que resulta de la concentración económica. Hoy darle el micrófono a los que no tienen voz, con estas pequeñas cámaras, la verdad es que cambia mucho las cosas en materia de comunicación. Va en línea con lo que imagino más como la herencia de Rodolfo Walsh, que para mí tiene más que ver con la prensa alternativa que con una agencia oficial de noticias.